Buenos Aires — Los Juegos Olímpicos remiten necesariamente a Atenas. Allí comenzó todo. Fue en Atenas, en 1896, donde volvieron a disputarse los Juegos Olímpicos modernos, inspirados en los antiguos juegos que se celebraban en esa misma ciudad en la antigüedad. Para los argentinos, asociar a los Juegos Olímpicos con la capital griega es todavía más natural, dado que en esa ciudad, pero en 2004, los atletas que representaron al país volvieron a obtener un oro olímpico después de 52 años sin lograrlo.
Con la llegada de los Juegos Olímpicos de París 2024, el recuerdo de Atenas 2004 resurge en la sociedad argentina. Es que en tan solo unas horas del 28 de agosto de aquel año, la generación dorada de básquet y el combinado nacional de fútbol se hicieron con las medallas de oro de sus disciplinas y treparon a lo más alto del podio a nivel mundial.
Distinto era el panorama para el país fuera del plano deportivo. La economía argentina todavía buscaba dejar atrás la crisis económica que estalló a fines de 2001 y que hizo piso en 2002. Según datos del Banco Mundial, en 2004 el PBI per cápita se ubicaría levemente por encima de los US$4.200, una mejora respecto de los US$2.580 de 2002 pero todavía por debajo de los US$7.170 previos a la crisis. La pobreza, en tanto, cedía desde el pico de 66% de 2002 pero todavía alcanzaba al 40,2% de la población.
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Cómo cambió la Argentina desde entonces
Existe un dicho popular en Argentina que dice que una persona puede irse del país 20 días y a su regreso encontrará todo diferente, pero que puede irse 20 años y a su regreso encontrará todo igual. Desde aquel agosto de 2004 hasta hoy existen indicadores suficientes para apoyar esa teoría.
Cinco presidentes, quince ministros de economía y diez presidentes del Banco Central después, la economía argentina está otra vez intentando salir adelante. La pobreza alcanza al 41,7% de la población (según el último dato oficial publicado por el Indec, correspondiente al segundo semestre de 2023) y la sociedad se aferra a la esperanza de que esta vez sí se dejarán atrás décadas de estancamiento.
Para ello, el presidente Javier Milei apela a una fórmula que dio sus frutos 20 años antes. Un fuerte ajuste del gasto que equilibre las cuentas públicas tras años de déficit. Con el cambio de rumbo, el país volvió a ostentar los llamados superávit gemelos (fiscal y comercial), tal como ocurría en aquel 2004. En dicho año, la balanza comercial fue positiva en US$12.133 millones, mientras que las cuentas públicas cerraron el año con un superávit que duplicó los registros de 2003.
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Pero desde aquel Atenas 2004 a este París 2024, sin embargo, también cambiaron unas cuantas cosas. La inflación volvió a recobrar el protagonismo que había tenido en los años previos a la convertibilidad, y pasó de viajar a niveles de 5,3% interanual en agosto de 2004 a 271,5% en junio de este año, último dato oficial informado por el Indec. Sin embargo, ahora el Ejecutivo espera que la disparada inflacionaria haya quedado atrás para volver a ubicarse por debajo del 4% mensual por primera vez en más de dos años (enero de 2022).
Así, el Gobierno de Javier Milei espera poner un piso final a la caída libre que experimentó el peso, que se devaluó un 99,6% si se toma el tipo de cambio oficial (el dólar minorista pasó de ARS$3 a ARS$950) y 99,7% si se contempla la cotización del paralelo al cierre del viernes 26 de julio (dólar MEP a ARS$1.320).