Inflación del 100% en Argentina genera nueva ola de migración venezolana: a dónde van

Una suba de precios anual superior al 100%, problemas para alquilar y el deterioro de la calidad de vida ha llevado a que quienes buscaron una oportunidad en Argentina, opten por nuevos rumbos

Por

Buenos Aires — Con una inflación galopante como eje, el grueso de quienes viven en Argentina deben afrontar múltiples obstáculos para cuidar sus finanzas personales e intentar ahorrar parte de su salario. Se trata de una problemática que viene deteriorando la calidad de vida en el país hace más de diez años, y que, para muchos, pone en riesgo la posibilidad de acceder a bienes y servicios básicos. Y con la suba de precios ya por encima del 100% anual, los migrantes que escaparon de la hiperinflación venezolana están buscando nuevos rumbos, si es que ya no se fueron de Argentina.

Las historias de Dayana, Juan Carlos y Sikiuk, ilustran esa situación: llegaron a Argentina en busca de nuevas oportunidades y mejores condiciones para vivir, pero la inestabilidad económica que atraviesa el país los hizo recalcular destinos y analizar un cambio de rumbo. Sus experiencias demuestran que el número total de 170.000 migrantes que se instalaron al país austral, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), podría empezar a achicarse.

--- Seguínos en las redes sociales de Bloomberg Línea Argentina: Twitter, Facebook e Instagram ---

“Llevaba cada vez menos productos y me pareció muy grave cuando los precios se fueron por las nubes [en Argentina]. Aunque cobraras en moneda extranjera, los números no daban”.

Sikiuk Elizabeth Méndez Riera, venezolana, 48 años

La inflación en Argentina escaló nuevamente en febrero, mes en el que se ubicó en 6,6% y la medición interanual superó la barrera del 100%, al llegar a 102,5%, según datos oficiales. A ello se suman las dificultades para acceder a una vivienda y salarios que se van desplomando cuando se los mide en dólares, según cuentan los venezolanos que dialogaron con Bloomberg Línea.

Dayana Villoria, nació en Caracas y actualmente vive en los Estados Unidos. “Mi economía era buena, pero la inseguridad me sacó de mi país”, relató. En Venezuela se desempeñó en el área de ventas de consumo masivo y compañías trasnacionales y ahora es es pre-coup, es decir, asistente de sub chef.

En Argentina, podía costear sus gastos con su emprendimiento gastronómico: “Me daba para cubrir mi alquiler”. En cuanto a la salud, explicó: “Por suerte, tengo buena salud. Nunca acudí a ningún ente hospitalario”.

La inestabilidad económica argentina

Dayana decidió irse por la inestabilidad económica, a lo que se agregó un factor clave: su familia se encuentra en Estados Unidos. Según señaló a este medio, a la hora de tomar la decisión de buscar un nuevo destino, apuntaba a mejorar la “calidad de vida”, en un contexto en el que sentía “frustración económica”.

Sikiuk Méndez tiene 48 años y nació en Caracas, a donde regresó en octubre de 2022. Tras un extenso viaje, llegó a Argentina por tierra en 2017. “En ese momento, Venezuela, con el Gobierno de Nicolás Maduro, estaba peleado con Argentina, con Mauricio Macri en el poder, por lo que Aerolíneas Argentinas había dejado de viajar a Venezuela. Los únicos vuelos que salían a Argentina o al sur eran por parte de Copa Airlines y se pusieron extremadamente caros”.

“Eran como US$2.000 lo que me costaba el vuelo y tenía ahorrados unos 1.000, 1.500 dólares. Por tierra, salía alrededor de 500, así que, fui atravesando todos los países y haciendo escala en Colombia, Ecuador, Perú y Chile”, recordó.

Sikiuk explicó que durmió en colchones inflables en casa de sus amigos hasta que pudo alquilar una habitación en una pensión: “Era una casa bastante vieja, pero muy grande. Había muchos extranjeros, principalmente colombianos y venezolanos”.

Así, al llegar a Argentina, imprimió “muchísimos CVs” para repartir en las tiendas de las principales avenidas y, con el tiempo, consiguió trabajo. “Veía un país moderno que andaba y sentía que, aunque no era mucho, mi dinero rendía”.

Me encontré con un país que estaba muchísimo mejor que el mio. Logré conseguir trabajo. Estaba precarizada, pero lo logré”, manifestó. “Salía del último call center en el que trabajaba y empecé a meterme con periodistas, ir a marchas y a vender el material que hacía a medios de afuera”, señaló a Bloomberg Línea.

De ese modo, obtenía “una entrada fija con la que pagaba el alquiler”, pero también adquiría experiencia como periodista, un hecho al que se lo atribuye “en un 100% a Argentina”.

“Ya había superado vivir en habitaciones cuando llegó la pandemia. Me sentía re bien en Argentina”, describió Sikiuk, quien indicó que luego decidió viajar por el país, pero a su regreso, la situación se tornó más complicada: “Alquilar era cuesta arriba”.

Los desafíos de la Inflación y el alquiler en Argentina

Al referirse a las dificultades que comenzaron a escalar, apuntó a los problemas para encontrar vivienda y a “volver a encontrar a alguien que quisiera aceptar un alquiler sin tanto protocolo ni pedir tantas cosas, como garantía de propiedad”.

También se acordó de los desafíos de comprar alimentos: “Llevaba cada vez menos productos y me pareció muy grave cuando los precios se fueron por las nubes. Aunque cobraras en moneda extranjera, los números no daban”.

“Mi tiempo se cumplió. Me siento feliz con lo que hice y volví a Venezuela con la expectativa de que me diera cierta tranquilidad y un respiro por un tiempo, la seguridad de tener un techo, aunque tengo planes de volver a migrar”, dijo.

Venezuela sigue con trabajos y sueldos precarios. La comida es carísima. Quizás aquí me esté ahorrando un alquiler, pero que se vaya internet o la luz implica que nadie de afuera te quiera contratar porque conocen esas precariedades”, se lamentó.

Mucho trabajo, bajo salario

Juan Carlos Velazco, nació en Maracaibo, es abogado y corredor de seguros, lleva cuatro años en Argentina, pero ya busca alternativas en otros destinos.

En Venezuela ejercía las dos profesiones. Me iba bastante bien. No era rico, pero vivía muy bien. Tenía mi oficina y trabajaba en sociedad con mi esposa. Teníamos dos casas, dos camionetas. Estábamos abriendo una fábrica de productos químicos. Cuando decidimos abrir las puertas comenzaron problemas con la luz, que se iba entre 15 y 24 horas. La situación nunca mejoró. De hecho, empeoró y decidí entregar el galpón y vender todo a un precio más bajo del que había comprado, cambié todo eso en dólares”, remarcó.

“De eso viví como un año o quizás un poco más. No me quería ir ni apartarme de la familia, pero me tocó cambiar de vida a los 50 años”, analizó y señaló que a los cuatro días de haber llegado a Argentina, encontró trabajo lavando autos: “No fue nada fácil en pleno invierno”.

Luego, trabajó de seguridad y llegó a tener tres trabajos: “Pagaban miseria, pero no me quedaba otra”. “Después trabajé en un frigorífico, lavando y cortando chanchos, fui Uber y trabajé en una agencia de paquetería”.

“Trabajando con ello me gané la confianza de los dueños de la empresa y me dieron cada vez más trabajo. Trabajaba desde las 07:00 hasta la 1 de la madrugada”, dijo y comentó que en ese momento la principal preocupación era la deuda que tenía a causa de la compra de una camioneta.

“Ahora trabajo con una empresa que presta servicios ejecutivos a muchas compañías del país. Traslado gente todo el día, pero me pagan bien los viajes y es un empleo bastante tranquilo”, destacó. Pese a ello, aseguró que ya busca otros rumbos, ante “la situación económica y política del país”.

Así, expresó: “No es que quiera salir corriendo de acá, pero la economía empeora cada día. Cuando llegué, en julio de 2019, conseguí un dólar en 38 pesos, y a la fecha de hoy está casi 400″.

Estoy pensando en irme a Canadá”, anticipó a este medio, mientras confió en que no cree que Argentina llegue “a los niveles de Venezuela”, aunque la inflación y las dificultades económicas “impactan todos los días y afecta al bolsillo”.

El sueño de la casa propia

Velazco argumentó que busca irse a Canadá para tener “un techo propio” y “no es una opción regresar a Venezuela”.

Tengo 52 años y necesito comprarme una casa. No quiero llegar a viejo sin un techo propio. Es bastante difícil comprarse una casa. Los precios de la vivienda me parecen totalmente irreales. No van acorde ni con la economía, ni con los salarios. Ni nada. Creo que en Canadá, trabajando, voy a poder hacerlo”.