Buenos Aires — El exsecretario de Programación Económica de Alberto Fernández, Gabriel Rubinstein, anticipó que la gestión Milei puede lograr un “rotundo éxito” en los próximos meses, aunque advirtió que el camino presenta riesgos.
Rubinstein tiene una larga trayectoria como economista y, en agosto de 2022, desembarcó al equipo de Sergio Massa como virtual viceministro, para aportar una mirada más ortodoxa.
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El “éxito” que prevé Rubinstein para la economía argentina
El exviceministro arrancó una publicación en la red social diciendo que el Presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, han dicho “gran variedad de falacias”, pero reconoció que ambos están haciendo “un gran trabajo” y también que “es probable se obtenga un rotundo éxito en meses y trimestres venideros”.
Entre los posibles éxitos en el futuro cercano, Rubinstein enumeró: “Inflación bien baja (hacia el 1% mensual), brecha cambiaria muy baja (menor al 20%), reacceso a mercados externos para rollover (riesgo país probablemente hacia 600 puntos básicos), economía creciendo a ritmo de 5% anual”.
Sin embargo, Rubinstein consideró que el “modelo Milei compra riesgos relevantes” (políticos, económicos y financieros), que en algún momento “pueden obligarlo a él o al Gobierno que en su momento pudiera sucederlo, a realizar ajustes económicos de cierta importancia”.
Los riesgos
A continuación, Rubinstein se refirió a los riesgos políticos: “Aunque en boca de la política, la idea de que se necesita 70% de consenso quedó identificada con el status quo (consenso para no hacer nada y que sigan los privilegios de la casta), no tener un amplio consenso aumenta mucho los riesgos de reversibilidad. La última vez que Argentina no tuvo estos riesgos fue en 2007. Gracias a la herencia de una muy buena macro liderada por Lavagna (superávit fiscal primario de 3% PIB, dólar alto, inflación baja, alto crecimiento.), no importaba si ganaba Lavagna, Carrió o Cristina. No había riesgos de reversión macro. Ahora todavía estos riesgos son importantes”.
Luego se refirió a riesgos económicos: “La imposibilidad de poder dar certeza que el dólar bajo será eterno (hasta ahora los modelos de dólar bajo terminaron mal), y que, entonces, las empresas se adapten rápidamente a un nuevo entorno, conlleva riesgos significativos de aumento de desempleo (por ejemplo, los empleos que pierda Ternium y otras, no sean ganados en empresas de servicios o importadoras), empleos de menor calidad, cuentas externas con composición más frágil (más dependientes del financiamiento de las importaciones que del aumento de las exportaciones), economías regionales con poco dinamismo (que entre otras cosas dificultarían el traslado de empleo público al privado), más dificultad de absorber shocks externos (aún con dólar flotante, lo que comento luego), y probablemente, cierto malestar social ligado a todo lo anterior. Con el correr de los meses o años, sería probable se pusiera muy en tela de juicio la deseabilidad y/o viabilidad de un modelo así (ejemplo, la convertibilidad).
Por último, Rubinstein habló de los riesgos financieros: “Son los que pueden crear severas turbulencias cambiarias. Con dólar percibido en forma mayoritaria como bajo, cualquier shock político o externo, incita a comprar dólares. Y, si encima no hubiera dólares en el Banco Central para hacer frente a corridas, éstas pueden adquirir gran magnitud (estemos con o sin cepo, con dólar flotante o fijo). Sólo pensemos un caso como el Tequila. Equilibrio macro, reservas en el Central, y de repente, violenta caída de la demanda de pesos (vs suba de demanda de dólares). Los depósitos cayeron 20% y fueron satisfechos en gran medida con los dólares del Central. Actualmente, el stock de pesos que puede correr al dólar tiende hacia un equivalente de US$120,000 millones (circulante, depósitos privados, bonos en pesos en privados no bancarios). Un monto equivalente de US$25,000 millones buscando dolarizarse, sin dólares en el Banco Central, implicaría altas probabilidades de subas muy fuertes del dólar, antes que las cosas pudieran aplacarse”.