Estos son los principales riesgos globales para los mercados de crédito en 2025

Un informe de la agencia S&P Global hace referencia a las turbulencias que tendrán en vilo a los mercados

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Todo apunta que el 2025 sea un año turbulento para la economía mundial, dado que hay numerosos frentes abiertos. Guerras, conflictos comerciales y un posible mayor proteccionismo son los principales focos de conflicto, en un mundo tensionado por el agravamiento de las luchas en Medio Oriente y las discrepancias entre Estados Unidos y China.

Por otro lado, el cambio climático, como viene ocurriendo desde hace algunos años, añade presión, ante la permanente amenaza de catástrofes naturales.

En ese contexto, la agencia internacional de crédito S&P Global publicó en un informe los grandes riesgos globales que tendrá el mercado de crédito internacional en 2025. Estos riesgos podrían deteriorar las calificaciones crediticias que tiene la agencia en su escenario base.

El documento de S&P Global señala que, en sus previsiones económicas, se asume que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, utilizará sus poderes ejecutivos para imponer aranceles selectivos a China, aumentando la tasa arancelaria efectiva bilateral (promedio ponderado) sobre las importaciones chinas al 25%, desde un estimado del 14% actual, y que Pekín probablemente respondería con barreras equivalentes a las exportaciones estadounidenses al país.

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Los riesgos mencionados por S&P Global

  • Las tensiones geopolíticas amenazan las cadenas de suministro, el sentimiento del mercado y los presupuestos: Los prolongados conflictos entre Rusia y Ucrania, junto con tensiones en Medio Oriente y el próximo cambio en el gobierno de EE.UU., generan mayor imprevisibilidad en las respuestas políticas. Esto podría forzar un aumento del gasto en presupuestos gubernamentales ya tensionados. Cualquier escalada adicional podría interrumpir significativamente los flujos de inversión y generar una volatilidad duradera en los mercados financieros.
  • El proteccionismo en aumento amenaza el comercio global: La nueva administración en EE.UU. ha priorizado aumentar los aranceles a socios comerciales, incluyendo China, lo que podría desencadenar represalias. Europa, tradicionalmente un bloque comercial abierto, ha adoptado recientemente medidas de protección comercial para contrarrestar los subsidios estatales de China a industrias estratégicas, como la de vehículos eléctricos (EVs). Esto podría tener un impacto global, creando ganadores y perdedores aún desconocidos, aumentando las complejidades en las cadenas de suministro y ejerciendo presión inflacionaria en ciertos mercados. Además, complicará el camino para los bancos centrales.
  • La caída de las tasas de interés podría decepcionar: Con la excepción del Banco de Japón, los bancos centrales han comenzado a reducir tasas de interés. Sin embargo, el persistente crecimiento económico de EE.UU. y una posible inflación inducida por aranceles son obstáculos para mayores recortes. A pesar de ello, es probable que las tasas se estabilicen en niveles más altos que antes de la pandemia. Los prestatarios más débiles, con mayores gastos por intereses, son particularmente vulnerables, y los cupones de nueva emisión siguen estando 150-200 puntos básicos por encima de los de deuda que vence. Las trayectorias divergentes de tasas podrían afectar los tipos de cambio, los flujos de capital y presionar la deuda de mercados emergentes.
  • Una desaceleración económica global más pronunciada generaría mayor estrés crediticio: Las economías resilientes han reducido la probabilidad de una recesión global este año, pero se espera que muchos países experimenten un crecimiento más lento en 2025. China, en particular, enfrenta riesgos de deflación estructural y mayores aranceles por parte de EE.UU. Los vientos fiscales en contra están aumentando, con muchos países que asumieron más deuda desde la pandemia. La resistencia del mercado laboral seguirá siendo un motor económico clave, pero la fortaleza del consumidor global muestra signos de debilitamiento, con un aumento de la morosidad en EE.UU. y una confianza del consumidor baja y “pegajosa” en China.
  • Los mercados inmobiliarios globales enfrentan múltiples desafíos: Las altas tasas de interés, la caída de las valoraciones y los flujos de efectivo, los entornos de trabajo híbrido, el alto apalancamiento de algunos constructores de viviendas y el acceso selectivo a mercados con altos costos de financiamiento están afectando tanto al sector inmobiliario comercial como residencial. El sector de oficinas en EE.UU. es particularmente vulnerable. La crisis inmobiliaria de China, persistente y aún sin tocar fondo a pesar de los estímulos gubernamentales, agrava la situación. Estas presiones podrían afectar a los bancos y repercutir negativamente en la confianza del consumidor, el gasto, el empleo y los ingresos fiscales.
  • Los riesgos climáticos se intensifican, la transición energética incrementa los costos: Los desastres naturales más grandes y frecuentes amenazan con interrumpir las cadenas de suministro y los mercados de seguros. Al mismo tiempo, el impulso global hacia una economía de “emisiones netas cero” aumenta los riesgos de transición y requerirá inversiones significativas. El objetivo financiero de la COP29 representa un avance, pero es insuficiente frente a la inversión necesaria. La fragmentación geopolítica eleva el riesgo de cambios abruptos y potencialmente contradictorios en las políticas climáticas.
  • Ciberataques y el potencial de cambios tecnológicos rápidos amenazan la infraestructura empresarial y gubernamental global: Los ciberataques representan amenazas potencialmente sistémicas y un riesgo significativo para entidades individuales. Es probable que aumenten los ciberataques patrocinados por el Estado, y con los hackers volviéndose más sofisticados, están emergiendo nuevos objetivos y métodos. La resiliencia dependerá de sistemas de ciberseguridad robustos, desde la gobernanza interna hasta el software de TI, lo que requerirá inversiones continuas. Mientras tanto, la mayor digitalización y la introducción de la inteligencia artificial por parte de organizaciones públicas y privadas podrían generar mayores interrupciones operacionales.