En carne propia: CEOs de startups argentinas con fondos en SVB relatan días de zozobra

Fondos retenidos, angustia, tensión, incertidumbre y hasta temores a una crisis similar a la de 2001. Tres emprendedores locales cuentan cómo los afectó la caída del Silicon Valley Bank

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Buenos Aires — El colapso del Silicon Valley Bank (SVB) azotó con fuerza a un sector por demás castigado. La crisis de liquidez que sufrió la entidad financiera estadounidense significó un nuevo cimbronazo para decenas de startups tecnológicas de todo el mundo que le habían confiado la administración de sus fondos, luego de las dificultades que las empresas del sector vienen encontrando para conseguir financiamiento en un contexto económico por demás desafiante.

Si bien la corrida para retirar los depósitos del Silicon Valley Bank se desató la semana pasada, luego de que la firma anunciara que buscaría una ampliación de capital, los problemas para la firma comenzaron algunos días antes. Según reportó el Financial Times (FT), el origen de la desconfianza se remonta a comienzos de este mes, cuando unos 40 CFOs de varios grupos tecnológicos se reunieron en Utah para participar de la “cumbre anual de la nieve” que organizó el propio SVB.

Según reportó el FT, apenas una semana después, el jueves pasado por la mañana, varios de esos mismos directores financieros empezaron a intercambiar mensajes de forma frenética, respecto a si debían seguir manteniendo su dinero en el banco.

Es que la venta que había realizado el SVB de US$20.000 millones en valores para mitigar una fuerte caída de los depósitos captó la atención de los inversores, que comenzaron a preguntarse sobre las vulnerabilidades del balance de la entidad.

El dilema era básicamente: yo estoy bien si ellos no sacan su dinero, y ellos están bien si yo no saco el mío”, dijo al Financial Times uno de los CFOs, cuya empresa había depositado unos US$200 millones en SVB. Pero entonces algunos empezaron a moverse.

Horas de desesperación y efecto puerta 12

Esta suerte de “dilema del prisionero” que se desató entre los mencionados CFO´s fue el inicio de una avalancha de salidas de depósitos que no tardó en llegar a la Argentina.

Rodrigo Irarrazaval, cofundador y CEO de Illow, una startup argentina con base en Miami que tenía unos US$250.000 en fondos en el SVB, relata cómo fueron aquellas horas de incertidumbre y tensión. La firma que encabeza, que ya recuperó los fondos, se dedica a ayudar a startups a cumplir con las regulaciones de privacidad con una línea de código, y tiene más de 3.000 clientes entre los que se destacan la Unión Europea, Wework, Digital House o Etermax.

Parecía que iba a ser una combinación de la crisis de 2001 con la caída de Lehman Brothers, aunque por suerte el resultado fue distinto”, dice Irarrazaval.

“¿Cómo fue? En mi caso, empezó el jueves a las 2 de la tarde con un mensaje de mi abogado. Media hora después ya empecé a ver varios mensajes en un grupo de Whatsapp de emprendedores y para las 15.30, uno de nuestros inversores que vive en Estados Unidos nos manda un mensaje para que saquemos la plata del SVB”, recuerda ya superado el temporal.

Fueron horas de desesperación, en las que intentamos sacar los fondos, pero no pudimos. Primero, porque para hacer un retiro de esa magnitud necesitaba también la firma de mi socio, que no podía acceder a su cuenta porque semanas antes había habido un cambio de sistema. Después quise hacer transferencias por montos más pequeños, pero en Estados Unidos es muy común que como método de autenticación de seguridad se usen los mensajes de texto y se había saturado la red”, describe el CEO de Illow.

En esas primeras horas, agrega, debieron notificarles a sus inversores que tenían fondos en el SBV y que estaban tratando de hacer lo posible para recuperar ese dinero. “Era casi el 80% de nuestros fondos operativos”, detalló.

La pesadilla que vivió Irarrazaval terminó de la mejor manera gracias a la intervención de la Reserva Federal de Estados Unidos, lo que le permitió recuperar su dinero. Y mirando el lado positivo, dice que lo sucedido le dejará al sector algunos aprendizajes, como por ejemplo la necesidad de entender las reglas estadounidenses. “Yo, por ejemplo, no sabía que el Gobierno estadounidense respaldaba depósitos por hasta US$250.000 ni sabía lo fácil que es comprar bonos del Tesoro norteamericano. Los estadounidenses sí conocen estas reglas”, dijo.

En ese sentido, recordó que muchas startups no tienen un CFO y lo último que hacen es distribuir sus fondos entre muchos bancos. Pero a raíz de este hecho, cree que habrá mayor conciencia de la importancia de diversificar.

Por último, proyectó que la crisis de SVB alcanzó a no menos de unas 20 o 30 startups argentinas, que habían levantado dinero de capital semilla o incluso serie A, y tendrían entre 60% y 80% de su dinero en la firma.

Fondos en el limbo

También momentos de mucha incertidumbre y zozobra pasó Franco Lacrampette, CEO y cofundador de Choiz, una plataforma argentina 100% online de atención médica, prescripción, envío y reposición de tratamientos para el cuidado de la salud. La caída del SVB, confiesa, podría haberlo afectado a pesar de la rápida reacción que tuvieron dentro de la firma para trasladar los fondos.

Es que según relata, motivados por la persistencia de la inflación en Estados Unidos, dentro de la firma llevaban semanas preparándose para invertir el 95% de su capital en bonos del Tesoro de Estados Unidos. De hecho, el jueves pasado apuntaban a ultimar los detalles para hacerlo durante una reunión. La idea, explicó, era invertir en un instrumento que le permitiera empatar (o acercarse lo más posible) a los niveles de inflación en la mayor economía del mundo con el menor riesgo posible.

Ese jueves, justo cuando estábamos por empezar esa reunión, me empiezan a llegar mensajes de Whatsapp diciendo que el banco tenía problemas de liquidez. Y como buenos argentinos, pensamos ´no seamos los últimos´, porque los últimos son los que se quedan sin nada”, indica.

Ante ese panorama, agregó, fue que “en esa misma reunión transferimos el 85% de nuestros fondos y seguimos trabajando”. Pero con el correr de las horas recibió un nuevo mensaje, en el que le aconsejaban que sacaran todo porque el banco podía ir a la quiebra. “A la tarde transferimos el 15% restante de nuestros fondos”, recordó.

No fue hasta el viernes a la mañana que detectó que había habido un problema con las dos transferencias. “El primer envío no se había acreditado, y para el 15% restante, la transferencia aparecía como rechazada, sin ningún motivo. En ese contexto, a primera hora del viernes, recibimos la noticia de que fundió el banco”, recuerda.

Los inversores con los que hablaba, agrega, le decían por esas horas que el monto que le figuraba en camino no iba a llegar nunca y que tampoco recibiría el monto de la transacción rechazada. Le recomendaban, en cambio, trazar un plan de contingencia para que la startup sobreviviera con los US$250.000 del seguro mientras buscaba como recuperar su dinero.

La situación, confiesa, era apremiante producto de “un seguro bajo, mal pensado para cuentas empresariales”. Es que según precisó, el 98% de las cuentas en SVB era superior a los US$250.000. “Era el banco más importante de startups del mundo”, recordó.

“Al ritmo que veníamos, alcanzaba para 3 meses y medio. Por eso el mismo viernes confeccionamos un plan para recortar gastos. Dimos de baja a proveedores no esenciales y a otros le cambiamos algunas condiciones. No queríamos cambiar el equipo, porque además sabíamos que los necesitábamos para optimizar costos y mejorar la facturación. Con esa nueva estructura, proyectamos, podíamos llegar a siete meses, lo que nos daba alfo más de aire”, expresó.

Ese mismo viernes, desde Choiz decidieron abrir una nueva cuenta, en Mercury, pensando que debían tener dónde recibir al menos los US$250.000 en caso de que se activara el seguro. Sin embargo, el domingo a la noche todo el panorama se aclaró cuando quedó claro que al día siguiente recibirían el monto total que tenían depositado en SVB y no habían llegado a transferir.

Aun así, mantuvieron el plan de optimización que habían trazado el viernes. “Ese ejercicio estuvo bueno, nos obligó a mejorar procesos. Había lugar para optimizar”, dijo Lacrampette. También añadió que siguieron adelante con la inversión del 85% de sus tenencias en bonos del Tesoro, dejando el 15% restante para tener liquidez para, entre otras cosas, pagar sueldos.

Del “estatus” a la crisis de confianza

Otro de los testimonios que permite dimensionar el colapso del SVB lo aporta Martín Perri, cofundador y CEO de Nulinga, una plataforma de e-learning que ofrece soluciones de aprendizaje de idiomas a clientes corporativos.

Si bien relata que en su caso sí pudo retirar los fondos del Silicon Valley Bank, explica que no se trató de una decisión sencilla. “El SBV era un banco muy exclusivo para las compañías del sector. Cuando nosotros abrimos la cuenta, algo que nos costó, nos pusimos muy contentos. Era como un sinónimo de estatus”, recuerda. Y ejemplificó: “Solo el jueves afrontó una corrida de US$42.000 millones (NdR: una cuarta parte de los depósitos totales). Es más que el nivel de reservas internacionales del Banco Central”.

Tal fue la velocidad de la corrida que las bóvedas del SVB se vaciaron por completo dejando una saldo de caja negativo de más de US$1.000 millones.

Hacia diciembre del año pasado el Silicon Valley Bank contaba con activos totales por unos $209.000 millones, lo que lo convertía en uno de los 20 bancos comerciales más importantes de Estados Unidos. Tenía, además, depósitos por unos US$175.400 millones.

Tal vez por todo eso es que Martín Perri dice que en un primer momento, en la tarde del jueves, no prestó demasiada atención a los mensajes que empezó a recibir alertando sobre la caída. Pero ese escepticismo inicial cambió, primero, de la mano de dos mensajes que recibió de fondos que invierten en su compañía. “Y nos terminamos de convencer cuando habló el CEO del SVB pidiendo calma. Para nosotros era un cisne negro, la probabilidad de que pasara era baja, pero sabíamos que si pasaba tendría un impacto tremendo”, dijo.

A continuación, relató, sacaron todos los fondos de la entidad y los distribuyeron en entidades distintas para diversificar. Una parte, confiesa, fue a Brasil, otra a Argentina, otra a un bróker custodio, y la última a una cuenta personal de uno de los socios. “Todo eso se lo comunicamos, de manera totalmente transparente, a nuestros inversores”, explicó.

Desenlace

Tras los retiros masivos del jueves, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, el regulador bancario estadounidense que garantiza los depósitos de hasta u$s 250.000, tomó el control del banco luego de declararlo insolvente.

La intervención del Gobierno norteamericano contuvo los alcances del colapso del Silicon Valley Bank al garantizar la disponibilidad de fondos, que fueron finalmente liberados (al menos en su mayoría) durante la jornada del lunes.

Sin embargo, entre el ecosistema de startups locales continúa habiendo muchas dudas respecto de dónde colocar esos montos. Muchas firmas, reconocen dentro del sector, llevaron sus depósitos a neo-bancos mientras tratan de abrir cuentas en bancos de mayor renombre, como JP Morgan, Morgan Stanley o Citibank.

Aun así, dentro del sector destacan la celeridad de las startups latinoamericanas para reaccionar ante la caída, aprovechando que están más acostumbrados a reaccionar ante períodos de crisis e inestabilidad.