Buenos Aires — El Malbec argentino, la principal variedad de vino exportado por el país sudamericano, podría subir considerablemente de precio en el mercado doméstico e internacional, a raíz de la restitución de retenciones a las exportaciones por parte del Gobierno del presidente, Javier Milei.
La administración entrante presentó esta semana un ambicioso proyecto de ley que, entre sus más de 650 artículos, propone alterar significativamente el panorama de las exportaciones vitivinícolas argentinas, al gravarlas con retenciones del 8%.
Aunque se trata de un impuesto significativamente menor al 15% que aplicaría al grueso de los productos exportados desde la Argentina, y al 33% que pagaría la soja, cabe recordar que la cámara empresaria Bodegas de Argentina había celebrado en septiembre último la eliminación de las retenciones, que ascendían en aquel momento al 4,5%.
En el corazón de la controversia desatada se encuentra en parte en la excepción ajustes para las retenciones que pagan las industrias minera y de hidrocarburos, mientras que los empresarios bodegueros advierten por un “panorama sombrío” tras un 2023 para el olvido.
Se trata también de una señal de encarecimiento para los cientos de miles de turistas que visitaron la Argentina en los últimos cinco años, en no menor medida por sus bajos precios de gastronomía en dólares.
El panorama actual de las bodegas
Las bodegas argentinas, ubicadas principalmente en las provincias de Mendoza y Salta, han experimentado un declive significativo en sus exportaciones durante los primeros 11 meses del 2023.
Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), se registró una disminución del 27% en los litros totales de vino vendidos al exterior entre enero y noviembre de ese año. El precio promedio del vino exportado también ha experimentado un aumento, con un impacto considerable en los productos fraccionados, que alcanzaron los US$4,23 por litro.
El aumento de las retenciones podría tener consecuencias directas en el precio del vino en mercados internacionales.
Cabe destacar la diferencia entre los precios de los vinos en mercados como el estadounidense, donde, un vino de alta gama como el Rutini Malbec Cabernet se comercializa al consumidor final por más de US$20, cuándo en Argentina se puede adquirir hoy por menos de US$8.
Ahora, la imposición de nuevas retenciones podría nivelar estos precios, afectando la competitividad de los productos argentinos.
El retorno de las retenciones
Ramiro Barrios, director de Comercio Exterior en Bodegas de Argentina y CEO de la bodega Clos de los Siete, consideró que las medidas del Gobierno de Milei afectarían negativamente al sector: “Esta medida tendrá un impacto muy negativo en una industria que ha perdido en lo que va del año un 27% en volumen de exportación producto de la pérdida de competitividad”.
El proyecto de ley busca equilibrar las cuentas fiscales mediante el aumento de las retenciones a las exportaciones, una estrategia que, según Barrios, tiene un beneficio fiscal para el gobierno de aproximadamente US$60 millones, una suma exigua para el gobierno pero crucial para la industria, que, según el empresario, emplea a miles de personas y contribuye significativamente a la economía del país.
Barrios profundizó: “El punto clave es entender que la exportación de vinos fraccionados no es un negocio de commodities sino una exportación de alto valor agregado con marca y definición de origen.”
La perspectiva desde las bodegas
Para Arnaud Frésard, propietario de la bodega 3SAPAS, las retenciones son una desventaja para las bodegas y para la economía en general: “Las retenciones a la exportación de vinos son una desventaja para las bodegas porque cualquier tipo de retención castiga el valor agregado de un producto”, dijo a Bloomberg Línea.
Frésard destacó además que las retenciones afectan negativamente el valor agregado y la competitividad del conjunto de la economía argentina en un mercado globalizado. Señaló que la industria del vino, particularmente la exportación de vinos fraccionados, no es un negocio de commodities; sino que es una exportación de alto valor agregado con marca y definición de origen. La competitividad en este ámbito requiere previsibilidad y condiciones favorables, elementos que se ven amenazados por las medidas propuestas, agregó.
“Panorama sombrío”
En este “panorama sombrío” para la industria vitivinícola, tal como lo describió Barrios, el empresario bodeguero planteó la pregunta de si la medida propuesta logrará su objetivo fiscal a corto plazo, o si el costo a largo plazo para la industria y la economía argentina será demasiado alto. La incertidumbre rodea el futuro de la industria del vino, que enfrenta la difícil tarea de recuperar mercados perdidos y mantener su competitividad en un entorno económico desafiante, cerró.
El vino argentino, especialmente el icónico Malbec, ha jugado un rol clave en el posicionamiento del país como uno de los grandes productores a nivel mundial. Ahora, mientras aun rige un riguroso cepo cambiario, los referentes de la industria vitivinícola, junto con expertos y empresarios, esperan con atención los desarrollos de la llamada ley ómnibus en el Congreso, con una carga tributaria que será clave para la planificación del 2024 y más allá.