Buenos Aires — De los múltiples desafíos económicos que enfrenta la Argentina, la caída del salario real probablemente sea uno de los que más desvela al Gobierno. Es que la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores guarda una estrecha relación con las posibilidades de los oficialismos en las urnas, y en la antesala de las elecciones 2023 nada parece augurar una recuperación de los salarios.
Si bien repuntó en febrero -último dato oficial disponible-, la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) lleva meses en franco descenso, y se ubica en niveles inferiores a los que exhibía hacía fines de 2021, cuando el Frente de Todos fue derrotado en las elecciones legislativas de medio término.
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En febrero, el salario promedio de los trabajadores estables fue de $218.543,91 tras trepar un 8,4%, casi dos puntos porcentuales por encima de la inflación. Sin embargo, y pese a esa recomposición en el margen, las perspectivas no lucen alentadoras: al impacto de la sequía se le suma un escenario en el que cada vez más analistas prevén una contracción económica y una aceleración de la inflación, que podría alcanzar los tres dígitos este año.
En ese contexto cobra especial relevancia un gráfico elaborado por el economista Fernando Marull, de FMyA, que refleja cómo han sido los desempeños de los oficialismos en las últimas elecciones de la Argentina según la evolución del salario.
Allí puede verse como, en los últimos años, el salario real de los trabajadores mantuvo una dinámica bajista apenas interrumpida por correcciones en el margen. El gráfico también refleja una realidad clave para las elecciones 2023: los votantes argentinos llegarán a las urnas con el nivel de salario más bajo en los últimos años.