Buenos Aires — El peso argentino lidera el ranking global de apreciación monetaria durante los primero diez meses del año, al registrar un aumento del 40,1%, de acuerdo con cálculos de GMA Capital. En contraste, la moneda de Brasil, el principal socio comercial de Argentina en el Mercosur, experimentó una devaluación de casi 13%,
El reporte, realizado con información del Bank for International Settlements (BIS), aseguró que el desempeño de la moneda local lo colocó muy por delante de la lira turca, que se revalorizó un 16,5% en el mismo período.
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El tercer lugar es para Malasia, seguido por Sudáfrica y Tailandia, de acuerdo con el ranking. En tanto, con monedas depreciadas, tras Brasil, se ubica México y Hungría.
También se posicionan en esa lista Corea del Sur, Suecia, Colombia, Chile, Filipinas, Japón y Chequia.
Los motivos detrás del “súper peso”
Juan Manuel Franco, economista jefe de Grupo SBS, consideró que “el optimismo y el ‘súper peso’ no detienen su marcha”. En diálogo con Bloomberg Línea, analizó que “en un contexto de alta volatilidad” tras el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, “las variables financieras argentinas reforzaron en noviembre su dinámica virtuosa con el menor riesgo país en más de cinco años, un Merval en CCL que superó los máximos nominales de principios de 2018 y un CCL que alcanzó su nivel más bajo desde diciembre de 2017en términos reales”.
“El optimismo no sólo abarca variables financieras”, sostuvo y apuntó a los “indicadores subjetivos de confianza que reflejan la dinámica positiva” en la macroeconomía y la inflación. Sobre el ello, afirmó que “el mercado descuenta en las curvas ARS (en pesos) que el ritmo de avance de los precios podría seguir desacelerando hacia los próximos meses”.
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El economista José Ignacio Bano, remarcó que hay “muchos puntos de vista” sobre la apreciación cambiaria. “Si uno ve en qué otro momento estuvo así, eran momentos en los que tal vez Argentina también era un poco más competitiva. A lo mejor, a finales de los ‘90, la presión impositiva era bastante menor a la que es en la actualidad. Veníamos de una década que se había invertido muchísimo en infraestructuras, las compañías habían invertido mucho en sus propias empresas. La gran pregunta que nos estamos haciendo es si somos o no competitivos con este tipo de cambio”.
“A no confundir: devaluar es el atajo. La competitividad no se gana solo devaluando”, aclaró en declaraciones a este medio. “La competitividad es mucho más que eso y son procesos más largos. El tema es ver si hasta que el largo plazo llega, sobrevivimos al corto”, puntualizó.
Por otro lado, manifestó que, desde “el punto de vista bursátil”, se dio un “fenómeno que de a poquito los inversores fueron comprando”. “El que el que la creyó de entrada, ganó un montón de plata. El resto recién ahora está entrando”.
“En Argentina, con la historia que tenemos, y, encima, después de una devaluación enorme con una inflación que había tocado el 25%, 18% esos meses, pensar que el dólar financiero en AR$1.400 iba a ser techo y de ahí solamente iba a bajar, costaba verlo”, evaluó.
Desde Criteria expresaron que, pese a los fortalecimientos del programa económico, “pensando más allá del corto plazo, la agenda de crecimiento propuesta por Trump para la economía estadounidense sugiere a priori, un diferencial de tasas más alto en Estados Unidos, un dólar más fuerte y, como contrapartida, una potencial debilidad en los precios de las materias primas que Argentina vende al mundo”.
“Este escenario, sumado a la debilidad de la economía china, configura un contexto desafiante para los países emergentes”, anticiparon.
El impacto de la devaluación en Brasil
Brian Torchia, gerente de Finanzas Corporativas de PGK Consultores, indicó que, “al estar en una instancia de ´apreciación´ (menor competitividad) por parte de Argentina frente a cualquier socio, una devaluación del real (mayor competitividad de Brasil) implica un ensanchamiento de la brecha comercial entre ambos países, generando incentivos de precios muy desfavorables” para Argentina.
“Esto es encontrarse con expresiones del estilo ‘me sale igual o mas barato irme a Brasil que irme a la costa’ o ‘es más barato el calzado de Brasil’, como para dar ejemplos coloquiales de impactos ‘tangibles’ de este tipo de movimientos que al ciudadano promedio pueden parecerle por demás ‘lejanos’ y que, en términos de impacto al final del camino, es menos turismo y producción/empleo local, ergo, nivel de actividad, pudiendo ver como movimientos bilaterales en el tipo de cambio pueden tener impactos directos sobre la economía cotidiana”, subrayó.
De esa manera, señaló que, “Brasil, con este movimiento de su moneda, está muy fortalecido comercialmente dentro de la región”.
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