¿El ocaso del campo argentino? Empresas de agtech lo rechazan y confían en un repunte

Seis referentes del sector de la tecnología para el sector agropecuario compartieron su visión con Bloomberg Línea, tras las advertencias del presidente CIARA-CEC, Gustavo Idígoras

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Buenos Aires — El presidente de la cámara exportadora cerealera CIARA-CEC, Gustavo Idígoras, delineó en la última semana un panorama oscuro para el campo argentino, el que más aporta al PBI y a las exportaciones del país. Frente a estadísticas de la cámara que evidencian un estancamiento en el volumen de producción anual desde hace más de una década, seis ejecutivos de fondos de inversión y empresas de tecnología agropecuaria (agtech) expresaron a Bloomberg Línea su optimismo respecto a un repunte en el mediano y el largo plazo.

Pese a que todos reconocieron un contexto de adversidades por factores climáticos, impositivos y de infraestructura, así como de desventajas frente a países que subsidian o fomentan la actividad agropecuaria, los expertos consultados por este medio en el marco de la Experiencia Endeavor Buenos Aires coincidieron al señalar que la reactivación del sector puede ser impulsada por la implementación de nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia de costos.

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Argentina castigó al agro durante muchos años, a diferencia de países como Estados Unidos y Brasil que tuvieron políticas fuertes de apoyo

Eduardo Novillo Astrada, CEO y cofundador de Agrotoken

¿Qué dijo Gustavo Idígoras de CIARA-CEC?

Argentina está encaminada hacia el fracaso total de la industria aceitera”, había declarado Idígoras la semana pasada, al tiempo que afirmó que “hemos perdido el partido, no hay vuelta atrás” y describió a la Argentina como “un jubilado de la agricultura”.

Al explicar su análisis, Idígoras subrayó que “no hay ninguna inversión global” planeada para la industria aceitera argentina, sino todo lo contrario: “Existen perspectivas globales de desinversión en el Gran Rosario”. En este sentido, aseguró que el panorama es “irreversible” debido a “una acumulación de distorsiones” en los últimos años y a la competencia global de países vecinos y de Estados Unidos.

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Si Argentina sigue así, no producirá más de 15 a 20 millones de toneladas de soja por año y Bolivia nos superará, ya que en los últimos 15 años su producción creció un 400% y la de Argentina nada. Paraguay se convertirá en una gran fábrica, después de Brasil, y por ello en pocos años el polo industrial del Gran Rosario perderá su razón de ser”, afirmó en declaraciones al portal Rosario3.

La producción agropecuaria, amesetada

Desde 1990 hasta 2000, Brasil produjo en promedio un 60% más de soja, maíz y trigo que Argentina, de acuerdo a la Bolsa de Comercio de Rosario. Hacia finales de esa década, la tecnología y la innovación en el agro argentino redujeron esta diferencia a menos del 20%.

Sin embargo, a partir de este siglo, la producción agrícola argentina registró una tendencia descendente en comparación con el país vecino. En la campaña 2021/22, la producción brasileña de soja, maíz y trigo fue un 118% mayor. La diferencia se acentuó aún más con la cosecha récord en Brasil y la histórica sequía en Argentina, alcanzando un 353% más en favor de Brasil en esta campaña.

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En los años 90, la producción argentina de soja, maíz y trigo representaba aproximadamente el 65% de la producción brasileña. En la década de 2000, esta proporción subió al 69%, pero cayó al 52% en la década de 2010. Para la campaña 2021/22, la producción argentina equivalía al 46% de la brasileña y se estimó que en 2022/23 fue del 22%.

El crecimiento de Brasil también se reflejó en una expansión significativa de su superficie cultivada con soja, maíz y trigo. En la última década, las hectáreas cosechadas en Brasil crecieron un 53% entre las campañas 2012/13 y 2021/22, sumando más de 250,000 km². En comparación, la superficie cosechada en Argentina creció un 8% en el mismo periodo, pero a un ritmo menor que el de Brasil.

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El optimismo de las agtech

Juan Manuel Baruffaldi, fundador y CEO de DeepAgro, una empresa de inteligencia artificial aplicada al agro, incluyendo soluciones para la detección de malezas y la reducción del uso de herbicidas en hasta un 90% anual, consideró que “la situación ha sido muy difícil, pero los productores estuvieron dispuestos a invertir en nuevas tecnologías”.

Nuestra tecnología reduce significativamente los costos y los productores siguieron apostando por la innovación, especialmente con las líneas de financiamiento disponibles”, comentó Baruffaldi.

Subrayó así que “con todos los movimientos” que hubo en la última década, “vimos un cambio muy positivo y esperanzador”.

Juan Martín Ninfea, director de Pampa Start VC, un fondo de capital de riesgo enfocado en agtech, expresó: “Más allá de los altibajos, la agroindustria puede resurgir con la aplicación de tecnologías innovadoras desarrolladas por emprendedores argentinos”.

El inversor comentó en ese sentido que fue decepcionado por las propuestas que escuchó en el Midwest Investment Forum en Kansas, organizado recientemente, y que en muchos casos, las propuestas argentinas son superadoras.

Tengo un mail de la organizadora del evento que le dije, yo te traigo la próxima vez 10 startups de Latinoamérica, de Argentina, y me dijeron que sí”, afirmó.

Pampa Start VC, que invirtió en DeepAgro, se encuentra en el proceso de lanzar un nuevo fondo para invertir en más startups del sector. “Ya tuvimos un primer fondo invertido y levantamos el segundo fondo”.

Francisco Buchara, managing partner en SF500, un fondo y aceleradora de empresas creada por Bioceres, comentó: “No estoy tan de acuerdo con [Gustavo] Idígoras. Tenemos compañías que trabajan para hacer más eficiente el uso de agroquímicos y mejorar la resiliencia de las plantas. Tenemos todavía una ventaja competitiva y no es que nos haya pasado por arriba nadie.

En ese sentido, resaltó el liderazgo de Argentina en empresas de Deep Tech, dodne el país tiene más startups que Brasil, según el BID.

Para Buchara, Argentina puede seguir posicionándose como líder en la transformación de la agricultura regenerativa.

Además, subrayó que “cuando vos salís al mundo, a San Francisco y les explicas que querés hacer esto desde Argentina, les hace mucho sentido”.

Lucas Lieber, cofundador y CEO de BioHeuris, que usa biología sintética y edición génica para desarrollar cultivos resistentes a herbicidas, argumentó que “a largo plazo, la tecnología va a ser la única forma de resolver los problemas de competitividad en la agricultura”.

En el corto plazo, países como Brasil, que tuvieron márgenes más altos para los productores, adoptaron tecnologías biológicas rápidamente. Eso demostró que la inversión en tecnología rindió y fue esencial para el desarrollo del sector, explicó Lieber.

En ese sentido, dio el ejemplo de su empresa, que ofrece soluciones que retardan la aparición de malezas resistentes, reducen el impacto ambiental y permitieron una reducción de costos, un coctel clave para ser competitivo y tener la capacidad para invertir más en tecnología.

María Inés Di Nápoli, fundadora y CEO de PUMA, una plataforma de gestión para empresas agropecuarias, también se mostró optimista. “Idígoras tuvo razón en algunos puntos, pero sigue habiendo mucha oportunidad para exportar productos argentinos con certificaciones de libre deforestación y baja huella de carbono”, que son cada vez más demandados en el mundo.

Gestionar la huella de carbono, por ejemplo, permite abrir nuevos mercados y mejorar la competitividad, comentó Di Nápoli. PUMA levantó US$700.000 en una ronda semilla y está en proceso de recaudar entre US$2-3 millones en una segunda ronda.

Finalmente, Eduardo Novillo Astrada, CEO y cofundador de Agrotoken, una plataforma de tokenización de commodities agrícolas, destacó las dificultades y las oportunidades del sector. “Argentina castigó al agro durante muchos años, a diferencia de países como Estados Unidos y Brasil que tuvieron políticas fuertes de apoyo”.

Pese a las adversidades, los productores argentinos vienen adoptando rápidamente tecnologías que aumentan la productividad, señaló.

Novillo Astrada añadió: “Al agricultor le costó mucho adoptar esa tecnología, porque Argentina tuvo unos problemas que no tuvo en otro lugar del mundo”. Además, subrayó que “el productor invirtió mucho en tecnología, de tranqueras para adentro; lo agarró muy rápido”.

“Seguimos siendo una potencia respetada en el agro a nivel mundial”, afirmó.