Bloomberg — El Banco Central de Argentina está luchando por reconstruir las reservas de divisas mientras empieza a gastar dinero en los mercados cambiarios para defender los controles que apuntalan el peso, que los inversores consideran sobrevalorado.
Aumentar las reservas internacionales netas es un paso esencial para que Argentina levante finalmente los controles de divisas y de capital, lo que fomentaría una mayor inversión extranjera y abriría el camino para que la nación volviera a los mercados internacionales de deuda por primera vez desde su reestructuración de 2020.
Aunque el gobierno del presidente Javier Milei, que controla el Banco Central, empezó rápidamente a comprar dólares en el mercado de divisas argentino tras asumir el cargo en diciembre, el ritmo se ralentizó hasta casi estancarse en junio. Las compras mensuales superaron los US$2.000 millones hasta mayo, pero la autoridad monetaria sólo había comprado 39 millones de dólares en junio hasta el jueves.
“Sin un cambio en la política cambiaria y monetaria, el Banco Central venderá en el mercado de divisas al menos US$3.000 millones de sus reservas internacionales durante el tercer trimestre”, dijo por correo electrónico Carolina Gialdi, jefa de ventas internacionales de la correduría Max Valores.
Un portavoz del BCRA no respondió a una solicitud de comentarios.
Si bien el Banco Central aún ha comprado más dólares este mes de los que ha vendido, la autoridad monetaria está comenzando a intervenir para apuntalar al peso, deteniendo los avances logrados en meses anteriores. El 19 de junio, el banco central descargó 156 millones de dólares de reservas de divisas, la mayor venta en un día de la presidencia de Milei.
Las autoridades argentinas controlan el tipo de cambio oficial del peso, que actualmente se sitúa en torno a 911 por dólar, y dicen que planean mantener un ritmo de devaluación mensual del 2%, conocido como “crawling peg”, junto con otras medidas monetarias. Los inversores consideran que la paridad es insostenible porque va por detrás de la inflación.
Los precios en Argentina han subido más de un 100% desde que Milei asumió el cargo, pero el peso sólo se ha depreciado un 59% en ese periodo. Eso significa que la moneda está perdiendo competitividad y que los poderosos productores agrícolas se aferran a sus exportaciones hasta que vean que el peso se devalúa a un ritmo más rápido.
Están apareciendo más signos de presión. La cotización paralela del peso utilizada en los mercados financieros cayó el miércoles a 1.335 pesos por dólar, un 32% más débil que la cotización oficial, frente al 17% del mes pasado.
El volumen del mercado ha caído a unos 291 millones de dólares diarios en junio, casi un 20% menos que en el mismo mes del año pasado, según la correduría ABC Mercado de Cambios. Los inversores están valorando una mayor probabilidad de devaluación, con los contratos de pesos a tres meses en el mercado local de futuros Rofex subiendo al 64% anualizado el martes, desde el 52% de mayo.
Algunos inversores creen que la caída del peso puede obligar a Milei a actuar con mayor rapidez.
“El mercado está viendo señales de que el fin de los controles cambiarios podría ser antes de lo esperado”, dijo por teléfono Melina Eidner, economista de la correduría Portfolio Personal Inversiones de Buenos Aires. “Una salida de estos controles llevaría necesariamente a un salto en el tipo de cambio, debido al nivel en el que se encuentra la brecha cambiaria”.
El presidente del Banco Central, Santiago Bausili, ha recortado la tasa de interés de política seis veces desde diciembre, llevándola al 40%. Está tan por debajo del 276% de inflación anual que desanima a los argentinos a ahorrar en pesos y corre el riesgo de aumentar la demanda de dólares.
Los exportadores agrícolas han vendido sólo una cuarta parte de su cosecha de soja en lo que va de año, frente a una media de la mitad de la cosecha en el mismo periodo del año pasado, según una persona con conocimiento directo. Todavía quedan por vender unos US$13.500 millones de la cosecha, dijo la persona.
"Unas exportaciones más bajas podrían significar que la brecha de divisas se amplíe", dijo Gialdi. "El mercado se sentiría más cómodo con un banco central que sigue comprando reservas, ya que el país no tiene acceso al mercado por ahora".
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