El futuro del cepo cambiario y el carry trade, según Martín Redrado

En diálogo con Bloomberg Línea, aseguró que la tranquilidad financiera evita “sobresaltos”, pero “lo que realmente hace a una economía es el sector real y el empleo”. El futuro del acuerdo con el FMI

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Buenos Aires — El director de Fundación Capital y ex presidente Banco Central, Martín Redrado, pronosticó que el cepo cambiario continuará “por lo menos, hasta las elecciones” de medio término de 2025, en un contexto en el que el equipo económico “parece también sentirse cómodo” con ese esquema. De acuerdo con su punto de vista, el mercado “le cree” al presidente Javier Milei y “el carry trade argentino va a continuar”.

Con relación a las negociaciones con el FMI, consideró que “por ahora, se ve mucha tranquilidad y no hay apuros” en llegar a un entendimiento. “La diferencia fundamental hoy entre el FMI y la Argentina es en la política cambiaria. Hoy también el equipo económico está apostando a que el Gobierno de Donald Trump quizás pueda doblegar esa posición técnica″, planteó.

Además, sugirió la necesidad de aplicar una agenda “de modernización impositiva” con “vectores que se necesitan para que el salario le empiece a ganar a la inflación” y, entonces, haya “un crecimiento sostenido de consumo”.

Argentina tiene un problema estructural de crecimiento que no se resuelve solo con el equilibrio presupuestario. Esa es la agenda pendiente que yo planteé en términos de que sea disruptiva en materia impositiva, de logística, en materia federal, de negociaciones económicas internacionales que nos permitan integrarnos productivamente nuevas cadenas de valor, negociando reducción de barreras arancelarias y no arancelarias con países que son complementarios al nuestro”, afirmó en declaraciones a Bloomberg Línea.

La siguiente conversación fue editada por motivos de extensión y claridad.

¿Qué ves en la foto y la película de este 2024?

Sin dudas, hay un cambio sustancial en la economía argentina que está vinculado al concepto de que el déficit fiscal no se negocia, algo que era una duda en el primer trimestre. Recuerdo una charla de este año con uno de los accionistas de una empresa. Estaban todos estos conceptos de si era solamente el efecto licuadora, el efecto freezer y yo le contestaba a este accionista que, más allá de cómo se estaba logrando el equilibrio y el superávit presupuestario, había que mirar a la personalidad detrás del tomador de decisiones, que siempre me parece muy importante. Cuál es su ADN. Y está claro que el presidente Milei es quien ha tenido o tiene la mayor convicción y compromiso de todos los presidentes, por lo menos que yo he conocido en democracia, que ha tenido Argentina. Va a hacer todo lo que sea necesario y más. Y hoy fíjate lo que está ocurriendo sobre fin de año. Muy probablemente Argentina no tenga presupuesto votado por el Congreso. Yo siempre sigo el concepto de que es más importante en el largo plazo las instituciones, que son un factor fundamental para el desarrollo, pero hoy el hecho de que no haya presupuesto no inquieta a los mercados porque el presidente es una garantía de equilibrio presupuestario. Y cuando uno tiene también que explicar en el exterior por qué a Argentina le ha ido tan mal en los últimos cien años, a riesgo de hacer un reduccionismo y de contestar muy breve un problema que realmente es muy complejo, explico que la historia de Argentina ha sido de exceso de gasto y endeudamiento. Y el endeudamiento financiado o con deuda externa o con deuda interna en distintos momentos o como lo hizo Cristina, lamentablemente, usando el Banco Central como una tarjeta de crédito sin límites, se terminó.

¿Y hacia adelante?

Obviamente, hacia adelante, lo importante sería tener una garantía de que eso va a ocurrir no solo en los cuatro años del presidente Milei, sino hacia adelante. Entonces, la política fiscal y una política monetaria que acompaña esa política fiscal de financiamiento cero al sector público son los activos más importantes que muestra la administración del punto de vista macro. Por supuesto, también está algo que nos afecta a todos en el día a día cuando nos movemos por la ciudad de Buenos Aires, que es no tener más piquetes. Eso es otro activo más desde la política. De todos modos, el equilibrio fiscal y monetario es una condición necesaria, pero no suficiente para garantizar un proceso de desarrollo sostenible para que Argentina no siga en este proceso de sube y baja que ha tenido durante los últimos 20 años. Argentina tiene un problema estructural de crecimiento que no se resuelve solo con el equilibrio presupuestario. Esa es la agenda pendiente que yo planteé en términos de que sea disruptiva en materia impositiva, de logística, en materia federal, de negociaciones económicas internacionales que nos permitan integrar productivamente a nuevas cadenas de valor, negociando reducción de barreras arancelarias y no arancelarias con países que son complementarios al nuestro. Lo que están buscando son proveedores confiables, proveedores que no entren en guerra, que corten suministros abruptamente y, por lo tanto, ahí también hay que entender cuáles son las tendencias que van en el mundo y tener una política internacional que vaya en consecuencia. A mi juicio, esos son los vectores en los que se debe trabajar.

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¿Cuáles son las proyecciones para 2025?

En Fundación Capital nos está dando, lo que muchos dirán un crecimiento, un rebote porque este año vamos a caer cerca del 4%. Para 2025 proyectamos un rebote de 5%. La clave es tener los motores de crecimiento para asegurar que iniciamos un proceso de desarrollo, sustentable y no el electrocardiograma o el serrucho, con la ventaja de que está garantizado el equilibrio fiscal o el superávit. Lo importante sería también garantizarlo a través de leyes que tengan mayorías especiales, para que esto no sea solo dependiendo de una persona.

Comentabas que el presidente es garantía del equilibrio presupuestario, ¿el mercado le cree al presidente? ¿Eso puede estar vinculado con la apreciación del peso?

Sí, le cree. Y a la apreciación del peso se le puede atribuir varios factores. Primero, el éxito del blanqueo. Los US$20.000 millones, sin duda, lo que generaron es comprar tiempo. También, el hecho de que el Gobierno a partir de julio anunciara la política de emisión cero. También está el dólar blend, que es algo que hay que discutir hacia el año que viene. Se dio un excedente de dólares importante, que llevó al fenómeno que explica esta tranquilidad en términos de política cambiaria, que es el carry trade. A diferencia de 2017, este carry trade está hecho por empresas argentinas que tienen liquidez en pesos y hay cepo, no como cuando estaba abierta la cuenta capital. Y también por individuos argentinos. En 2017 quienes hacían carry trade eran los Blackrock de este mundo, que cuando hubo una reversión de las condiciones externas, hicieron una huida y eso provocó las devaluaciones que tuvimos en 2018. A estos factores agregaría que el superávit fiscal ha permitido que hayan acumulado pesos y con estos pesos se han comprado dólares del Banco Central y ya se ha asegurado, por ejemplo, el pago de enero en términos de vencimientos. También recordemos la baja de los dólares financieros. Además, el blanqueo también lo que ha permitido es que aquellos que han ingresado más de US$100.000, comprando bonos o comprando acciones, lo pueden rotar, no hay que quedarse solamente en una acción o en un bono y eso es lo que ha permitido también la baja riesgo país.

¿Qué tan sostenible es esto en el tiempo? El blanqueo fue ahora, pero no se va a abrir otro en el corto plazo.

Parecería que, como los mercados creen, el carry trade argentino va a continuar. Nosotros visualizamos que el cepo va a continuar. No vemos que el cepo salga, por lo menos, hasta las elecciones, con lo cual no hay muchos grados de libertad para el que tiene liquidez en pesos. Eso también es un factor diferencial. Las empresas todavía tienen una restricción cruzada. El equipo económico parece también sentirse cómodo. Se ve la apuesta oficial de decir: ‘Lleguemos hasta las elecciones’. Además, no hay nadie en frente. A mí me llama la atención que no hay nadie discutiendo ideas, proyectos o una agenda de temas. El Gobierno está transitando solo en un desierto. Obviamente, siempre puede haber factores externos que valen la pena analizar hacia adelante, como la Presidencia de Trump o qué pasa con Brasil, pero está claro que el Gobierno está mirando una elección muy favorable.

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¿Y están proyectando una salida del cepo con llegada de dinero del FMI?

Por ahora, se ve mucha tranquilidad y no hay apuros en términos de la negociación con el Fondo. Lo que se ve es que el FMI está haciendo una evaluación del programa que termina en diciembre, con lo cual siempre antes de ver un nuevo programa, tiene que terminar la evaluación del anterior. No veo de parte de la Argentina una urgencia porque hay una diferencia conceptual, por ahora, que es clave y que es justamente lo cambiario, si uno observa lo que piensa la línea del Fondo, sin tener ningún tipo de información adicional, solo con observar los últimos programas que ha firmado, por ejemplo, con Egipto en junio. Ahí está marcando ajuste fiscal y también unificación y liberación de tipo de cambio. La diferencia fundamental hoy entre el FMI y la Argentina es en la política cambiaria. Hoy también el equipo económico está apostando a que el Gobierno de Trump quizás pueda doblegar esa posición técnica, como lo hizo ya en el 2018.

Si se llegara un acuerdo, los fondos no serían los otorgados al Gobierno de Macri.

La exposición que Argentina tenía en 2017 era cero y ahora son US$44.000 millones, con lo cual también cuando uno analiza y dialoga con los técnicos del Fondo, su objetivo y también del propio directorio es que disminuya la exposición de Argentina con el Fondo.

Más allá de lo financiero, ¿qué ves con otras variables de la economía, como consumo, industria o construcción?

Siempre digo que toda política económica debe plantearse de manera integral. Lo financiero es una pata importante, pero lo productivo, el sector externo, la generación de dólares genuinos de exportación o de inversiones extranjera directa y, por supuesto, la generación de empleo debe ser el objetivo central de una política económica también. Lo financiero lo que trae es tranquilidad, que no haya sobresaltos, pero lo que realmente hace a una economía es el sector real y el empleo. Eso es lo que queda por delante y por eso planteo esta agenda de modernización impositiva, los vectores que se necesitan para que el salario le empiece a ganar a la inflación y, entonces, tengamos un crecimiento sostenido de consumo. Para que se note esto en la economía real tiene que haber tres objetivos centrales: que incremente el consumo y eso es con el salario ganándole a la inflación; segundo, que aumente la inversión; y tercero, que aumenten las exportaciones o inversiones directas. Argentina tiene hoy una gran un gran nivel de informalidad, así como se blanqueó financieramente, deberíamos plantear un blanqueo de trabajadores o una reducción de impuestos a los nuevos trabajadores o plantear una reducción y eliminación de impuestos distorsivos.

Algo de eso en la reforma laboral hubo.

Sí, pero terminó siendo una reforma muy lavada. El centro de la cuestión era un fondo individual para cada persona de desempleo, como lo tiene la construcción, pero el hecho de que le da libertad a los sindicatos y a los empresarios ha hecho que no se haya cristalizado ninguna. Tendría que haber tenido una reglamentación más específica. Por lo tanto, ha sido un tímido avance en ese sentido.

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