Buenos Aires — El dólar soja 3 entra en su recta final. El Programa de Incremento Exportador (PIE) que puso en marcha el Gobierno argentino este año para sumar reservas finalizará este miércoles 31 para el complejo sojero, a pesar de que el Banco Central (BCRA) apenas pudo retener 1 de cada 4 dólares ingresados y a que, según coinciden los economistas privados, mantiene reservas netas negativas.
Ante este panorama, algunas versiones empezaron a sugerir la posibilidad de que el Gobierno extendiera el programa más allá de mayo o incluso lanzara una nueva versión en un futuro cercano. Sin embargo, Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de Argentina (CIARA) y del Centro de Exportadores de Cereales (CEC), indicó que desde el Gobierno le informaron al sector que no habrá extensión del dólar soja más allá del 31 de mayo.
Esto fue ratificado a Bloomberg Línea por fuentes del equipo económico, que -de paso- aclararon que para las economías regionales alcanzadas por este nuevo PIE el tipo de cambio diferencial se extenderá hasta el 30 de agosto, tal como se estableció inicialmente. Dicho incentivo, subrayan, permanecerá vigente para todos los productos que ingresaron en el programa.
Balance e interrogantes
Según datos de Salvador Vitelli, jefe de research de Romano Group y especialista en agronegocios, hasta el miércoles último, durante la tercera edición del dólar soja se liquidaron U$S3.535 millones, de los cuales el Banco Central apenas logró retener un 24% -unos US$857 millones-.
Dicho porcentaje se ubica muy por debajo del 65% que la autoridad monetaria retuvo durante el dólar soja de septiembre de 2022, y del 74% de los dólares que se retuvieron durante la segunda edición del programa, en diciembre pasado.
En cuanto al volumen comercializado, Emilce Terré, economista jefe de la Bolsa de Comercio de Rosario, explica que en este contexto de fuerte sequía que golpeó al sector, las 7,7 millones de toneladas representan una cifra “nada despreciable”, considerando que la producción de soja de esta campaña la estiman en 21,5 millones de toneladas.
“Es algo más de la mitad de lo que fue la primera edición, y supera lo que se negoció en la segunda edición, aunque también el programa fue un poco más extendido en el tiempo. Pero estamos hablando de que se negoció un tercio de la producción total de soja que vamos a tener este año en Argentina. Aun así, el año va a cerrar con negocios de soja muy por debajo de lo que han sido años anteriores”, señaló.
Pero más allá de estos balances, el interrogante que se abre ahora es qué ocurrirá con el ingreso de divisas en los próximos meses. Es que las dos ediciones anteriores del Programa de Incremento Exportador demostraron que más que incrementar las exportaciones, el incentivo determina el momento más conveniente para liquidar las divisas. Es decir, genera que se adelante el ingreso de dólares, pero no provoca un aumento de las exportaciones.
“El problema de estos esquemas distorsivos es que dilapidan e hipotecan las futuras liquidaciones porque, en definitiva, no se aumenta el stock liquidable”, explica Vitelli.
Esta dinámica, agrega el economista, hace que en momentos en los que no hay tipo de cambio diferencial las liquidaciones bajen de manera abrupta, generando un círculo vicioso que fomenta que crezcan las expectativas de otro programa de tipo de cambio diferencial.
“La soja junio está cotizando con una prima de 45 dólares con respecto a la soja disponible, lo que refleja que hoy el mercado está descontando que no se va a postergar. El problema es que, por la misma estacionalidad, la demanda de divisas va a ser muy fuerte y la oferta muy escasa. Y con un BCRA con reservas netas negativas, el escenario cambiario se vuelve extremadamente frágil”, alertó Vitelli.
Esa fragilidad y presión cambiaria, añade, serán precisamente los factores que alimentarán en los próximos meses nuevas expectativas de que el Gobierno deba poner en marcha otro período de incentivos para el sector.
Sin embargo, el Gobierno tiene ahora nuevas razones para no extender el programa o convalidar uno nuevo. Es que según apunta Emilce Terré, la semana pasada la soja en Chicago perforó los 500 dólares por tonelada por primera vez en años. “En términos de precios está muy complicado el escenario hacia adelante. Y la verdad es que este año Brasil ha tenido una cosecha excepcional y eso, nos juega en contra en relación a los precios”.
A esta complicación debe agregarse, además, el efecto monetariamente expansivo que tienen estos programas de tipo de cambio diferencial: para sumar esos US$857 millones que lleva comprados de forma neta, el BCRA tuvo que emitir unos $458.736 millones, por lo que terminó pagando un costo implícito de $535 por dólar retenido.