Bloomberg — Una vez más, Argentina ha demostrado que, en política, hay que esperar lo inesperado. El candidato oficialista, Sergio Massa, no solo se impuso en las elecciones del domingo, sino que estuvo a punto de ganar la presidencia.
Ahora tendrá que enfrentarse al advenedizo libertario Javier Milei en una segunda vuelta el 19 de noviembre que promete ser un feroz choque entre ideologías económicas radicalmente distintas.
Massa promete mantener el Estado del bienestar argentino, incluida la educación pública gratuita y la protección de las empresas industriales locales, mientras que Milei promete recortar el gasto “al estilo motosierra” y dolarizar la economía para acabar con la inflación galopante.
Estas son las principales conclusiones de las elecciones:
1. El peronismo puede prevalecer incluso en una situación económica difícil
No muchos políticos tendrían posibilidades en unas elecciones después de supervisar una tasa de inflación de casi el 140%. Sin embargo, Massa, que también es ministro de Economía, ha utilizado todos los trucos del libro para dar su apoyo a unos votantes que temen perder una cuna de subsidios y ayudas sociales a pesar de las insostenibles finanzas argentinas.
Días antes de la votación, la campaña de Massa colocó carteles en estaciones de metro y paradas de tren que mostraban la diferencia en el precio de los billetes que pagarían los argentinos con él frente a Milei: los 59 pesos actuales, o 6 céntimos, frente a los 700 pesos sin los subsidios que concede la actual administración peronista.
Este tipo de maniobras dieron sus frutos. Massa ganó 3 millones de votos el domingo, frente al tercer puesto de su coalición en las primarias de agosto. Milei, por su parte, perdió votos.
Massa se labró un camino claro hacia la presidencia aprovechando la arraigada red peronista de gobernadores, sindicatos y movimientos sociales.
“Los resultados de Massa demuestran que la maquinaria política peronista está viva y puede movilizar eficazmente a los votantes en bastiones tradicionales clave del norte del país y, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires, incluso en medio de la apatía”, declaró Jimena Blanco, responsable de investigación para las Américas de la consultora Verisk Maplecroft.
2. El apetito de los votantes por los insultos de Milei tiene un límite
Hasta el domingo, el mensaje disruptivo de Javier Milei, que incluía el intercambio de insultos con sus rivales de la coalición pro-empresarial Juntos por el Cambio, se consideraba su principal baza. Sin embargo, Milei terminó casi siete puntos porcentuales por detrás de Massa, lo que demuestra que su estilo rompedor se ha topado con un muro entre los votantes, que no se tragan del todo los cambios radicales que vende.
Milei lo admitió en su discurso postelectoral, cuando dijo que estaba “dispuesto a hacer tabula rasa” y unir fuerzas con Juntos -cuyo candidato quedó tercero- para derrotar al peronismo. Eso requeriría suavizar parte de su retórica y sus propuestas más radicales para negociar potencialmente un programa común con los miembros más conservadores de Juntos.

La falta de experiencia gubernamental de Milei también será objeto de atención, ya que los resultados indican que los argentinos no están tan dispuestos a aceptar lo desconocido como se pensaba inicialmente.
Martín Rapetti, director ejecutivo de la consultora bonaerense Equilibra, dijo que una cohorte muy importante de votantes de Juntos, representada por la candidata Patricia Bullrich, no quiere que gane Massa, pero eso no significa que vayan a votar a Milei.
“Lo que debe quedar claro para los mercados es que Massa ofrece más gobernabilidad que Milei, independientemente de la preferencia entre candidatos”, dijo.
3. Le han cortado las alas a Kirchner
La ventaja de Massa se sustenta en la fuerte presencia peronista en la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país, conocido como PBA. El gobernador Axel Kicillof, aliado de Massa, retuvo su cargo con casi el 45% de los votos, demostrando una vez más que el control de la PBA influye mucho en la política nacional argentina.
El triunfo de Kicillof se produce incluso después de un escándalo en el que su jefe de gabinete fue fotografiado de vacaciones en un yate en Marbella con una modelo, una mala imagen en un momento de angustia económica nacional. Al final, las imágenes no parecieron perjudicar en absoluto a Kicillof: ganó la provincia más poblada por un amplio margen.
¿Cómo afectará esto a Cristina Fernández de Kirchner, la poderosa dos veces presidenta y actual vicepresidenta, a quien se consideraba artífice de la política de la provincia entre bastidores? A pesar de su alianza táctica, el ascenso de Massa ha marginado a Kirchner, que ha desempeñado un papel destacado en la política desde que su marido Néstor fue elegido presidente en 2003.
4. La coalición de centro-derecha ha implosionado
Juntos por el Cambio, la coalición pro-empresarial liderada por el ex presidente Mauricio Macri, estaba en la pole position para formar el próximo gobierno a principios de año. Sin embargo, las luchas internas entre facciones moderadas y conservadoras, unidas a la llegada de Milei, les relegaron a la tercera posición. Eso habría sido impensable hace sólo unos meses.
Bullrich sólo logró ganar en el bastión de la Ciudad de Buenos Aires a pesar de sus competitivas actuaciones en las elecciones locales de todo el país. En una muestra de sus problemas de campaña, no logró retener los votos que su coalición obtuvo en conjunto durante las primarias de agosto, en las que su partido quedó segundo.
En juego está todo el futuro de la alianza, dados los intentos de Massa y Milei por arrebatarle esos votos. Eso acerca a Juntos a una posible ruptura a pesar de controlar varios gobiernos locales y una parte considerable de los legisladores.
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