Buenos Aires — El cepo cambiario tiene múltiples efectos en la economía argentina y uno de los sectores que no pudo escapar a sus consecuencias es el de producción de lana, un mercado de lujo que lidera Argentina a nivel mundial y que supo generar ingresos de hasta US$260 millones por año.
Mientras el equipo económico intenta conservar y fortalecer las escasas reservas internacionales, la industria ovina atraviesa por una limitación en su crecimiento, ante un contexto en el que su principal fortaleza es la exportación, pero que en la actualidad cuenta con un tipo de cambio poco favorable y una brecha que golpea al funcionamiento de la actividad.
Así, tras atravesar una fuerte caída en las ventas frente a la pandemia por COVID-19, el año pasado no logró la recuperación esperada, al tiempo que 2023 se perfila como otro año complejo.
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Según datos dados a conocer por el diario La Nación, el 98% de lo que produce se vende al exterior al tipo de cambio oficial, mientras que casi el 80% se exporta mediante los puertos nacionales con algún grado de industrialización.
En la última zafra (julio 2021/junio 2022) el sector generó ingresos por un total de US$165,6 millones, un monto considerado magro con relación al valor agregado del producto desde su elaboración hasta la posterior venta al exterior.
Se trata de un nivel lejano al registrado, por ejemplo, en 2018, año con números históricos en el que los ingresos llegaron a US$260 millones.
Con una rentabilidad que no está alineada con las expectativas del rubro, los productores buscan alternativas, como guardar stock de lana, absorber costos alquilando campos o directamente venderlos.
¿Quién le compra lana a Argentina?
El primer país que demanda lana a Argentina es Alemania, al concentrar el 33% del total. Luego se ubica China, con el 18% e Italia con 12%.
El top 5 de un mercado que supo encontrar diversificación se completa con Turquía, con un 9% y Perú, con un 7%.