Reseña del ‘Joker: Folie à Deux’ y por qué es una gran decepción

La secuela del Joker de Joaquin Phoenix y Lady Gaga desaprovecha a sus megaestrellas en favor de una película-musical penosamente aburrida

Reseña del ‘Joker: Folie à Deux’ y por qué es una gran decepción
Por Esther Zuckerman
05 de octubre, 2024 | 12:12 PM

Bloomberg — A mí no me gustó la película de 2019 Joker (guasón), de Todd Phillips, sobre el villano de Batman, que le valió a Joaquin Phoenix un Oscar.

Me pareció un filme con demasiado sentimiento de sí mismo, pero escandalosamente hueco en sus intentos de decir algo sobre cómo la sociedad deforma a los solitarios.

Fragmento del video que publicó Lady Gaga con el que confirmó su participación en la película.. (Foto @ladygaga)

No obstante, admito que me entusiasmó su secuela, ‘Joker: Folie à Deux’. Un musical coprotagonizado por Lady Gaga. ¿Qué tan malo podría ser?

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Pues resulta que sí es muy malo.

El film es un asunto penosamente aburrido. Es una secuela sin sentido y con muy poca trama. Desaprovecha el talento en pantalla y desperdicia la genuinamente intrigante idea de que sus personajes se pongan a cantar.

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Las secuencias musicales, de las que tenía tantas esperanzas, carecen de creatividad y no consiguen justificar su propia existencia. Sin embargo siguen siendo mejores que el resto del film, repleto de diálogos interminables que se limitan a refritar los acontecimientos del primero.

Si Joker estaba influenciada implícitamente por la película Taxi Driver, dije que era autoimportante, Folie à Deux anuncia sus referencias desde el inicio en una secuencia de animación inspirada en los Looney Tunes en la que un Joker de dibujos animados se pelea con su propia sombra.

De fondo se ven carteles de los musicales clásicos hollywoodenses Sweet Charity (Caridad dulce) , The Band Wagon (El carro de la banda) y Pal Joey (Amigo Joey), todos ellos un anticipo de la banda sonora que está por venir.

Esta apertura es quizá el momento más inspirado de toda la película, ya que introduce un nuevo lenguaje visual que se desecha rápidamente cuando la animación da paso a la adusta versión de acción real del Asilo Arkham donde está encarcelado el Arthur Fleck de Phoenix. Está a la espera de juicio por los cinco asesinatos que cometió la última vez que le vimos. (En realidad mató a una sexta persona, su madre, pero nadie lo sabe aún).

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En la lúgubre institución, los guardias se burlan de él y lo conducen a reuniones con su altruista abogada, interpretada por Catherine Keener. Ella cree que puede librarle de la pena de muerte demostrando que su cliente tiene una personalidad separada y escindida de la de Joker, el asesino. Buena suerte, chica.

En estas primeras escenas, el Arthur de Phoenix es una cáscara hueca con los ojos apagados. Pero se anima cuando le permiten asistir a una clase de música en otro pabellón menos severo de Arkham. Allí es donde conoce a Lee, interpretada por Gaga, mientras las reclusas cantan “Get Happy”, una melodía más asociada a Judy Garland.

Lee, por supuesto, es la versión de este universo de Harley Quinn, más famosamente interpretada por Margot Robbie en las películas como una alegre antiheroína.

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Gaga hace de Lee una criatura hosca y sensual que está obsesionada con el Joker, cortejándole con historias de su propia y dura educación. Durante la noche de cine, en la que la multitud está viendo a Fred Astaire en The Band Wagon , naturalmente, ella prende fuego a un piano y bailan y cantan entre el caos.

Pero entonces Lee abandona Arkham justo cuando Arthur está a punto de ir a juicio. Ella promete estar en la sala para apoyarle mientras prepara una vida para ellos en el exterior. Él queda prendado. Los motivos de ella son un poco más sospechosos.

Por desgracia, no hay mucho más en esa relación, ya que el resto de la película se dedica a los procedimientos judiciales, que en su mayor parte parecen una excusa para recordar al público todo lo sucedido en la anterior entrega de esta saga.

Caras conocidas suben al estrado y relatan sus versiones de los hechos. De vez en cuando, hay pausas para alguna canción, la mayoría de las cuales tienen lugar dentro de la cabeza de Arthur, pero a veces suceden diegéticamente, como cuando Lee decide cantarle una serenata con “Close to You” de Burt Bacharach.

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La propia película parece avergonzada por sus elementos musicales, nunca dispuesta a comprometerse plenamente con el empeño. Las secuencias de fantasía, a pesar de un excelente diseño de producción que convierte a Gaga y Phoenix en encarnaciones de Ciudad Gótica de Cher y Sonny, se escenifican con desgana y se sienten extrañas.

Mientras tanto, cuando estos tortolitos cantan en el contexto de la narración real, lo hacen con voces tensas, como para demostrar aún más lo perturbadas que están realmente estas personas. (Gaga sólo canta a todo pulmón un par de veces, una verdadera lástima).

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Empecé a tener la sospecha de que Phillips cree que las únicas personas a las que realmente les gustan los musicales son los lunáticos, y su desdén por ambas categorías es palpable. La salud mental de Arthur se trata con descuido, y el maltrato físico y psicológico se utiliza alegremente como tema de conversación.

A través de todo esto, Phoenix no añade nuevas dimensiones al personaje. Sigue teniendo un aspecto demacrado y aporta intensidad a la manía de Arthur, pero no aprendemos nada nuevo sobre este hombre al que se supone que debemos compadecer o temer.

Gaga anima las cosas con un volátil contoneo siempre que aparece en pantalla, y sin embargo se ve entorpecida por el hecho de que el personaje está brutalmente mal escrito. Su única personalidad es su atracción por el Joker. Más allá de eso es una pizarra en blanco con un gran maquillaje de ojos.

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A medida que se acerca a su decepcionante pero también risible final, uno no puede evitar preguntarse cómo ha podido salir todo tan mal. El juicio carece de sentido, el romance es poco entusiasta y los fragmentos musicales, protagonizados nada menos que por Lady Gaga, carecen de dinamismo.

Todo parece, en realidad, una broma cruel.

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