Bloomberg Línea — La tendencia viral de traditional wife o ‘tradwife’, que ha tomado fuerza en redes sociales de la mano de influenciadores que refuerzan la narrativa ultraconservadora de una esposa y matrimonio considerado tradicional por esos estándares, es una opción de vida para una minoría muy privilegiada en Latinoamérica partiendo de las realidades económicas de los hogares, dijeron fuentes consultadas por Bloomberg Línea.
“En la realidad de muchas mujeres de América Latina y el Caribe esta no es una opción, sino un destino inevitable que las mantiene atrapadas en un ciclo de pobreza, trabajo no remunerado o precario, y violencia estructural con falta de autonomía”, manifestó en entrevista con Bloomberg Línea la directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal, Ana Güezmes.
El fenómeno ‘tradwife’, promovido fundamentalmente por grupos ultraconservadores, refuerza los roles tradicionales de género, donde el trabajo doméstico y de cuidados es presentado como una opción especialmente para las mujeres de sectores medios, dijo la especialista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
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Según cifras de esta entidad, en América Latina y el Caribe una de cada cuatro mujeres (25,3%) no cuenta con ingresos propios, casi tres veces más que los hombres (9,7%).
Para el logro de la autonomía se requiere, entre otras condiciones, el control de los ingresos, propiedad y tiempo, sobre la base de una cultura libre de patrones patriarcales y de discriminación.
Asimismo, explica Güezmes, una vida libre de violencia, el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, la plena participación en la toma de decisiones en los distintos ámbitos de la vida pública y política y el acceso
En la primera década del 2000 se instaló en la región el concepto de autonomía de las mujeres como categoría analítica y clave en la política pública. Según el Observatorio para la Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la Cepal, establecido en el Consenso de Quito de 2007, la autonomía de las mujeres es resultado de contar con la capacidad para tomar libremente las decisiones que afectan sus vidas en condiciones de igualdad.
Directora de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, Ana Güezmes.
En la región, la mitad de las mujeres se encuentra fuera del mercado laboral, en contraste con la tasa de participación de los hombres, que se acerca al 75%. Esta brecha aumenta a través de los quintiles de ingreso, alcanzando más de 30 puntos porcentuales en el de menores ingresos.
Más del 55% de las mujeres que se encuentran fuera de la fuerza laboral en los países de América Latina declaran dedicarse exclusivamente al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, en comparación con un 7% de los hombres.
En los países donde se ha cuantificado el aporte del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, este representa entre el 15,9% y el 27,6% del PIB. Además, según datos de la Cepal aportados a Bloomberg Línea, el 74,5% de dicho trabajo es realizado por mujeres.
“Cuando este porcentaje se reduzca y se alcance la paridad en los cuidados y la mayor participación de los Estados en la respuesta, se puede pensar en un futuro donde el cuidado de la vida y del planeta que nos anime como sociedad, y encontremos arreglos familiares, comunitarios y de la sociedad en su conjunto para que esto ocurra”, apuntó la directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal.
Ana Güezmes explica que estas brechas se deben en gran medida a la división sexual del trabajo y la carga desproporcionada del trabajo de cuidados que recae sobre las mujeres. “La crisis de los cuidados, caracterizada por una demanda creciente que supera ampliamente el número de personas, servicios e infraestructura para cuidar, y altos niveles de desigualdad estructural que impactan de manera desproporcionada a las mujeres, se ve potencialmente agravada por las transformaciones demográficas en la región”, dijo.
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‘Tradwife’: Un fenómeno viral en redes sociales
En Latinoamérica, el fenómeno de ‘tradwife’ ha tenido popularidad por cuenta de influenciadoras como la española RoRo (Rocío López Bueno), quien dio un giro en sus publicaciones para subirse a la tendencia viral de tradwife, a pesar de no ser una en realidad. Su cuenta de TikTok tiene millones de seguidores que acompañan sus publicaciones sobre elaboradas recetas, diseño de ropas y regalos para su pareja, Pablo.
Sus videos, que se inician con la frase: “Hoy a Pablo le apetecía comer (...)”, han abierto el debate sobre la tendencia. Rocío López, de 22 años, es formada en Traducción e Interpretación y vive con sus padres, como cualquier chica de su edad. Más allá de los likes en Instagram y TikTok, las analistas en asuntos de género no consideran esta tendencia realista en el contexto de las economías emergentes.
“He visto el fenómeno tanto en Colombia como en Uruguay, los países que más conozco, como una opción, pero de una minoría muy privilegiada. Mujeres profesionales, que no ejercen o ejercen medio tiempo y tienen más hijos que los que su educación predeciría. Pero son casos muy minoritarios”, dijo a Bloomberg Línea la profesora de Sociología en la Universidad colombiana de los Andes María José Álvarez.
La también fundadora del área de Sociología en la misma institución, explica que en la mayoría de los casos las mujeres de América Latina lidian “entre ser mamás y renunciar a avanzar en sus carreras o avanzar en sus carreras y renunciar o demorar la maternidad”.
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En todo caso, María José Álvarez considera que la posibilidad de optar ser una ‘tradicional wife’ como las influenciadoras estadounidenses es realmente de una minoría, “que puede darse el lujo de renunciar a una fuente de ingresos en su hogar”.
A diferencia de los países de altos ingresos, “en Latinoamérica la mayoría son tradwife obligadas y no por opción. Las encuestas de uso del tiempo nos muestran enormes desigualdades en el trabajo de cuidado que recae en los hombros de las mujeres y carreras interrumpidas de mujeres, debido al arraigo de los roles tradicionales de género y a la ausencia de sistemas de cuidados y políticas de conciliación familia-trabajo más allá de la licencia en los primeros meses”, añadió.
La pobreza afecta desproporcionadamente a las mujeres en Latinoamérica, con tres de cada diez en situación de pobreza y una de cada diez en pobreza extrema. En la región, hay 117,7 mujeres en situación de pobreza y 119,6 mujeres en pobreza extrema por cada 100 hombres en similar situación. Y la feminización de la pobreza se amplía aún más en poblaciones indígenas, afrodescendientes y habitantes de áreas rurales, según la Cepal.
La fecundidad ha bajado en Colombia y en los demás países de la región, pero aún hay mucha variación. Las mujeres de alta educación, con universidad, que en EE.UU. llamarían de clase media, pero aquí serían de clase alta, atrasan su vida en pareja y su maternidad y tienen un hijo en promedio. En Colombia, como en muchos otros países, las mujeres pagan penalidad por maternidad. Es decir, si tienen hijos, ganan menos comparadas con los hombres, que no pagan esta penalidad, y con las mujeres sin hijos.
Profesora de Sociología en la Universidad colombiana de los Andes María José Álvarez.
La realidad de las latinoamericanas es “totalmente diferente” a lo que las redes muestran
Natalia Ramírez, profesora asociada a la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, indica que las mujeres que están fuera del mercado laboral son las que más responsabilidades de cuidado tienen, en particular las mujeres cuidadoras de niños, personas con discapacidad o ancianos.
“Son mujeres que encuentran muy difícil articular el cuidado con el trabajo y por eso usualmente las encontramos o bien en la inactividad o bien en trabajos informales, pero muy escasamente en trabajos formales cuando son también cuidadoras”, explica.
De acuerdo a la académica, las mujeres, particularmente de clases medias y bajas, tienen más dificultades para vincularse al mercado de trabajo a causa de esas mismas responsabilidades.
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En el caso de las ‘tradwife’, la CEO de la firma de consultoría para construir estrategias de negocio a través de la equidad y diversidad Aequales, Mia Perdomo, considera que la realidad latinoamericana es totalmente diferente a otros mercados en donde se ha viralizado esta tendencia en redes sociales como EE.UU.
“Las condiciones son totalmente diferentes en Latinoamérica. Las mujeres y los hombres tienen que trabajar juntos porque económicamente no les da sino para mantener a las familias. (…). Existen mujeres que deciden que no quieren trabajar, pero son mujeres muy privilegiadas o mujeres que viven en contextos muy machistas”, opina.
Con base en una encuesta que hicimos con 1.000 mujeres cuidadoras con el Centro Nacional de Consultoría, las mujeres cuidadoras de niños que son las más numerosas en el mercado laboral colombiano, son las mujeres que más declaran que reducen la cantidad de horas que trabajan a causa de las responsabilidades de cuidado que tienen.
Profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, Natalia Ramírez.
En ese tipo de contextos como el latinoamericano, opina que no se trata de la adopción de tendencias como las ‘tradwife’ o de un movimiento, sino más bien de personas que viven sometidas en un sistema patriarcal.
“Entonces creo que ni siquiera da el punto de comparación. No creo que haya un hogar en Latinoamérica donde se puedan dar el lujo de hacer eso, a menos de que sea un lugar muy privilegiado y aun así las mujeres que lo hacen tampoco han montado un movimiento alrededor de eso”.
“Lo que no me gusta del ‘tradwife’ es que desdeñan del feminismo y de todos los derechos que les ha traído y eso es incoherente y es ignorante. Ahora, eso no quiere decir que no haya mujeres en Latinoamérica tradicionales que quieran ser amas de casa y cocinar y vestirse a la antigua, eso puede pasar perfectamente”, opinó.
Desde la Cepal concluyen que la inversión en la igualdad de género es esencial no solo por razones de justicia, sino que también es una apuesta estratégica para dinamizar la economía. Por ejemplo, la implementación de sistemas integrales de cuidado facilitaría la incorporación de las mujeres al mercado laboral.
Por ello, consideran que es crucial impulsar políticas públicas que fomenten la distribución de las responsabilidades de cuidados y el acceso igualitario a oportunidades económicas, reconociendo que la verdadera autonomía de las mujeres solo será posible cuando puedan tener ingresos propios y elegir libremente sus roles sin las barreras impuestas por las estructuras sociales y de género actuales.