¿Qué tan barata es realmente la mano de obra en China? Así se puede comparar con Latam

En China, el tipo de salario mínimo va de uno a cuatro grados y las diferentes regiones administrativas adaptan uno teniendo en cuenta la situación local, según fuentes consultadas por Bloomberg Línea

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Bloomberg Línea — La diferencia en los costos de la mano de obra entre China y Latinoamérica se ha venido reduciendo e incluso la balanza se ha invertido en algunos casos, lo que puede ser un punto positivo para el traslado de producción de Asia a la región, según expertos consultados por Bloomberg Línea.

Los incentivos ofrecidos en otros países, criterios políticos para sacar producción en China, la desconfianza en el mayor papel del Estado chino en la economía, el Covid-19 e incluso el mismo objetivo del Gobierno de especializarse en industrias menos intensivas en mano de obra y más en tecnología, son causales para que el gigante asiático ya no sea considerado como “la fábrica barata del mundo”, dijo a Bloomberg Línea el académico, investigador y especialista en política exterior en la región de Asia Pacífico Camilo Defelipe Villa.

Explicó que en China el costo laboral ha aumentado, al punto de que las fábricas del mundo “hace tiempo” se han venido reubicando en el sudeste de Asia e incluso las mismas empresas chinas lo vienen haciendo. Entre tanto, la movilidad social ha mejorado en China en las últimas décadas y la demanda de la industria tecnológica por conocimiento especializado sigue en aumento.

En China, las normas de salario mínimo se dividen generalmente en uno a cuatro grados y las diferentes regiones administrativas adaptan uno teniendo en cuenta la situación local, según fuentes consultadas por Bloomberg Línea.

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En el país, las normas de salario mínimo deben determinarse en función de factores tales como el costo de vida mínimo de las personas empleadas localmente y sus dependientes, el índice de precios al consumo para residentes urbanos, las primas de seguridad social y los fondos de previsión para vivienda pagados por los empleados individuales. También se tiene en cuenta el salario medio de los empleados, el nivel de desarrollo económico y la situación del empleo.

En 2024, el salario mínimo se ubica en 2.420 yuanes en Pekín (unos US$331,6), en Shenzhen es de 2.360 yuanes (US$323,4) y en Tianjín es de 2.320 yuanes (US$317,9), de acuerdo con cifras oficiales. En Latinoamérica, los salarios mínimos van desde un mínimo de US$2,8 en Venezuela a un máximo de US$506,8 en Chile y US$522,3 en Uruguay.

Así como sucede en otros países, en el gigante asiático el salario mínimo se suma a otros subsidios de muchos otros tipos.

Según cifras del National Bureau of Statistics de China, una agencia gubernamental encargada de recopilar las estadísticas del país, en el primer semestre del año, la renta mediana disponible per cápita a nivel nacional alcanzó los 17.358 yuanes (unos US$2.379), lo que representa un incremento del 5,9%. Por grupos, la renta mediana per cápita de los residentes urbanos fue de 24.403 yuanes (US$3.344), con un crecimiento del 4,7%, mientras que la de los residentes rurales se situó en 9.539 yuanes (US$1.307), con un aumento del 6,9%.

De acuerdo a cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el porcentaje de trabajadores con bajos ingresos -entre asalariados y no asalariados- es del 15% en China, mientras que en Brasil y México llega al 10,8%. Aunque hay casos excepcionales como el de Guatemala, en donde ese porcentaje llega al 51,4%.

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Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el producto interior bruto (PIB) per cápita en paridad de poder adquisitivo de China es de US$26.310, mientras que el de Brasil es de US$22.102, el de México de US$24.970, el de Argentina US$28.700 y el de Chile de US$33.570. El de EE.UU. se estima en US$86.600.

Uno de los desafíos para el gigante asiático sigue siendo la “preocupación persistente por las restricciones a las libertades fundamentales y los derechos laborales”, que la Unión Europea (UE) le trasladó a China a mediados de año en el marco del último Diálogo Conjunto sobre Derechos Humanos en la ciudad china de Chongqing (centro).

No obstante, tras una reunión entre representantes de China y la Unión Europea (UE) la Cancillería china criticó la supuesta “politización de los asuntos de derechos humanos” y mostró “oposición a la interferencia en los asuntos internos chinos”. Según la delegación china, “el desarrollo de los derechos humanos en China sigue una trayectoria acorde con las tendencias contemporáneas y las condiciones nacionales”.

De acuerdo al informe “El potencial de la Integración, oportunidades en una economía global cambiante”, publicado por el Banco Mundial (BM) en 2023, “el éxito económico de China elevó sus salarios por encima de los niveles observados en buena parte de América Latina y el Caribe”, incluso encima de los de México y Brasil. Desafortunadamente, “la competitividad salarial de la región no es suficiente para volverla atractiva para los inversores”.

El índice de costos de fabricación de KPMG y el Manufacturing Institute revela que, a pesar de tener salarios más bajos, países como México y Brasil no logran competir con economías avanzadas como Canadá y EE. UU. Esto se debe a que, aunque los costos laborales y de bienes raíces son más bajos en los mercados emergentes, los impuestos a las empresas y los costos de financiamiento son más altos, según explica el Banco Mundial.

Costo laboral podría favorecer el traslado de producción de Asia a América Latina

En general, “los datos referentes a los operarios y trabajadores de fábricas de bienes exportables indican que la diferencia salarial entre los operarios chinos y latinoamericanos tiende a ser mínima, e incluso, en algunos casos, los salarios de los trabajadores en México o Brasil pueden ser inferiores a los de sus contrapartes asiáticas”, dice a Bloomberg Línea el economista y profesor en IE Business School Manuel Romera.

Romera explica que el salario no es el único factor a considerar, ya que la productividad del trabajador y de la empresa también juegan un papel crucial, y esta depende de factores como la formación y la inversión en nuevas tecnologías por parte de las fábricas.

Esto explica por qué, en ocasiones, los productos fabricados en países con salarios más altos siguen siendo más competitivos que aquellos producidos en países con remuneraciones más bajas. “En América Latina, los costos logísticos pueden ser un obstáculo significativo a la hora de competir con los países asiáticos”, dice.

El académico dice que, en décadas anteriores, el costo laboral en China era menor que en América Latina. Sin embargo, “actualmente, esta diferencia parece haberse reducido o incluso invertido, favoreciendo a países como México, Centroamérica (con un gran peso de las maquilas textiles) y otros territorios de la región”.

Esto puede ser un punto positivo para el traslado de producción de Asia a América Latina, pero también es crucial considerar otros factores relevantes como una buena logística, la seguridad jurídica y la formación de la fuerza laboral, que son aspectos determinantes para la competitividad de una producción, remató.

En una reciente entrevista con Bloomberg Línea, la directora ejecutiva de la Cámara Colombo China de Inversión y Comercio Colombiana, Ingrid Chaves, manifestó que en medio del pulso arancelario, hay un mayor apetito por la relocalización de empresas chinas en Sudamérica con miras a abrir un comercio más directo con sus principales socios en la región y exportar a EE.UU., mientras que el interés de sectores como el de los carros eléctricos aumenta.

“Evidentemente, es una oportunidad para Latinoamérica, este año tuvimos una visita del Ministerio de Comercio chino en la que uno de los puntos a destacar fue precisamente potenciar el tema del nearshoring”, manifestó la ejecutiva a este medio. Explica que para países como Colombia esta es una oportunidad para atraer precisamente esas inversiones chinas y que las empresas se instalen allí, “como bien lo hizo México en su momento”.

De acuerdo con un reporte de 2023 de la Cepal, el intercambio comercial entre China y Latinoamérica y el Caribe multiplicó 35 veces su valor en este siglo, al pasar de los US$14.000 millones en el año 2000 a los US$500.000 millones en 2022, con lo que el gigante asiático se consolida como el segundo socio comercial de la región.

“Mientras que el valor de las exportaciones regionales a ese país se multiplicó por 49, el de las importaciones lo hizo por 30″, destacó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en el reporte Perspectivas del Comercio Internacional de la región.

Muestra del impacto de este flujo comercial es que “1 de cada 5 dólares de valor agregado generado en América Latina y el Caribe se exporta a China en los sectores de la agricultura, ganadería y pesca, y en el caso de los productos mineros”.

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