Bloomberg Línea — La llegada al poder de Donald Trump en EE.UU. podría marcar un punto de inflexión en las relaciones entre Latinoamérica y China, en medio de las presiones del presidente estadounidense electo para frenar la creciente influencia del gigante asiático en la región a través de una política arancelaria que se verá reforzada en el 2025 y que podría impactar a mercados como Brasil y México.
A pesar de los desafíos que plantea una nueva Administración Trump para las relaciones de China y Latinoamérica, se proyecta que el 2025 podría seguir siendo positivo en materia comercial entre ambos mercados.
El secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs, dijo a Bloomberg Línea que China es el segundo socio comercial más importante de América Latina y el Caribe y el principal de Sudamérica, desempeñando un rol clave como destino de exportaciones de materias primas y proveedor de manufacturas, bienes de capital e insumos. “Absorbe el 13% de las exportaciones totales y origina el 22% de nuestras importaciones”.
Para 2024, proyecta que las exportaciones de la región hacia China crecieron un 6% y las importaciones desde ese país un 7% (las mayores expansiones entre los principales socios comerciales de Latam y el Caribe), destacando su importancia estratégica en el comercio regional, respondió a Bloomberg Línea en la presentación virtual del reporte de Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe 2024, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El crecimiento económico de China, estimado en torno al 5% para 2025, será determinante para las exportaciones latinoamericanas. Sin embargo, este desempeño dependerá de las políticas económicas del país, que ya no muestra las tasas de expansión del 9% o 10% de años anteriores después de la crisis financiera.
Precisamente, China acaba de inaugurar la primera fase del megapuerto de Chancay en el Perú, construido por la empresa estatal china Cosco Shipping Company. A través de este puerto, China importará el litio y el cobre latinoamericano, así como productos agrícolas, soja y demás materias primas.
El director del centro de investigación IE China Center, Félix Valdivieso, dijo a Bloomberg Línea que este puerto es un hito más dentro de la estrategia a largo plazo de China, conocida como “La Iniciativa de la Franja y la Ruta”, lanzada por el presidente Xi Jinping en 2013.
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Según dijo, su inauguración supone una doble apuesta por Latinoamérica desde el punto de vista comercial y geoestratégico. “Puede ser que algunos otros puertos de la región se debiliten, pero simultáneamente aumentará el intercambio comercial por eficiencia logística”.
“Si en 2024 no se superan los US$500.000 millones de intercambio comercial entre China y Latinoamérica, como anticipó en octubre de 2024 Xu Wei, ministro consejero del departamento de Asuntos Latinoamericanos y Caribeños del Ministerio de Relaciones Exteriores, puede que se superen en 2025″, dijo Valdivieso.
Explica que Brasil (a pesar de la incertidumbre por el futuro de la construcción de la planta de BYD) y Perú serían, en principio, los primeros y grandes beneficiarios de las inversiones chinas en el 2025.
China es el principal socio comercial de Brasil, abarcando cerca del ~32% de las exportaciones, mientras que cerca del 30% de las exportaciones peruanas van dirigidas al gigante asiático, según cifras recopiladas por el holding financiero Credicorp.
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Golpe a las inversiones chinas en Brasil y expectativa por lo que ocurrirá en México
Las inversiones chinas sufrieron un golpe en la región a finales de diciembre del año pasado, luego de que Brasil suspendiera la construcción de una planta de BYD tras detectar condiciones de “esclavitud”. Las obras se paralizaron luego de que las autoridades brasileñas rescataran a 163 trabajadores chinos que trabajaban en las obras de la nueva fábrica de vehículos eléctricos de BYD en el estado de Bahía.
Se esperaba que la planta de BYD se inaugurara en marzo próximo y que fuera una de las más grandes del mundo fuera de Asia, con 4,6 millones de kilómetros cuadrados. Esta planta “revolucionaría el mercado del automóvil en la región”, produciendo 150.000 vehículos anuales, con la meta de llegar a los 300.000, explicó el director del centro de investigación IE China Center.
En todo caso, en 2025 China apunta a consolidar su presencia en México, la segunda economía más fuerte de América Latina. Aunque Valdivieso considera que Canadá y Estados Unidos buscarán evitar que vehículos de BYD y otras marcas ensamblados en México, con piezas fabricadas en China bajo el esquema de “nearshoring”, crucen sus fronteras.
“Eso violaría el tratado trilateral de América del Norte, el TMEC. En 2026, este tratado debería ser renovado, por lo que 2025 será un año de tensas negociaciones políticas y comerciales, que tendrán como campo de batalla la península de Yucatán”, dijo.
Según un reciente informe de la agencia Moody’s, Latinoamérica absorbería el choque real y financiero de las políticas arancelarias del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, a través de un menor crecimiento económico y una alta inflación en los países afectados, aunque Argentina y Colombia podrían ayudar a nivelar los impactos.
“El impacto directo en el crecimiento de la región provendrá de México y Brasil, que enfrentarán aranceles a sus exportaciones. Sin embargo, el efecto estadístico de un mayor crecimiento en Argentina y Colombia ayudará a amortiguar el impacto adverso de los aranceles en el crecimiento promedio de la región”, dice en el reporte de Perspectivas Económicas de América Latina en 2025.
La proyección de Moody’s es que las exportaciones mexicanas a Estados Unidos serán gravadas con un arancel de 10% en 2025 y las de Brasil con un 5%. “Consideramos que ambos países tomarán represalias imponiendo aranceles a sus importaciones de Estados Unidos”, dijo.
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China y su visión estratégica a largo plazo
La académica y analista Veneta Andonova, profesora asociada de la Facultad de Administración en la Universidad de los Andes en Colombia, destaca que el rol de China en Latinoamérica para 2025 debe entenderse desde su visión estratégica a largo plazo.
Según Andonova, los objetivos de China no se limitan a plazos inmediatos, ya que su enfoque está en medidas que respondan al dinamismo y las circunstancias de la región.
“China es un inversionista muy paciente, menos sensible a los retornos de inversión en el corto plazo, lo que contrasta significativamente con los inversionistas occidentales”, señala.
Un tema clave para entender esta relación es el impacto de la creciente inestabilidad geopolítica global.
Andonova introduce el concepto de friend-shoring para explicar que no está primando solo la lógica de la disminución de costos y la optimización de las cadenas de valor para minimizar riesgos de fuerza mayor, sino también para mitigar riesgos geopolíticos. Este enfoque promueve la construcción de cadenas de suministro a través de territorios de países aliados.
“Vemos nuevas alianzas internacionales, como los BRICS o la Organización de Cooperación de Shanghái, que giran en torno a los intereses económicos de China y están transformando tanto el dinamismo económico como los intereses geopolíticos en Asia”, explica.
En este contexto, Latinoamérica está atrayendo cada vez más la atención de China por dos razones principales: su posición geográfica estratégica, clave para rutas comerciales y el desarrollo de tecnologías espaciales, y su potencial en proyectos de infraestructura, un área donde China sobresale tanto en diseño como en ejecución.
“China ha iniciado proyectos de colaboración con países como Argentina y Chile. Yo creo que hay apetito por este tipo de tecnologías con aplicaciones en este sector, me parece muy interesante también para los países latinoamericanos. Creo que eso es un espacio que vale la pena entender mejor y explorar con más enfoque”, dijo.
Félix Valdivieso describe a China como un país que actualmente vive “una doble vida”.
Por un lado, “se ha vuelto más insular”. Durante tres años, sus fronteras permanecieron cerradas debido a la pandemia. “Si antes lo que predominaba en la sociedad china era bajarse al mar (xia hai 下海), es decir, emprender, ahora se trata de subirse a la orilla (shang an), o encontrar un empleo público”, explicó.
Por otro lado, está la faceta cosmopolita de China. “La masiva producción de sus fábricas, liderada por los coches eléctricos, maquinaria, electrodomésticos y productos tecnológicos, sigue necesitando consumidores a nivel global, incluidos los de América Latina”, destacó.
El intercambio comercial entre China y Latinoamérica y el Caribe multiplicó 35 veces su valor en este siglo, al pasar de los US$14.000 millones en el año 2000 a los US$500.000 millones en 2022, con lo que el gigante asiático se consolida como el segundo socio comercial de la región, de acuerdo a un informe de la Cepal de 2023.
“Mientras que el valor de las exportaciones regionales a ese país se multiplicó por 49, el de las importaciones lo hizo por 30″, destacó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en el reporte Perspectivas del Comercio Internacional de la región.
Muestra del impacto de este flujo comercial es que “1 de cada 5 dólares de valor agregado generado en América Latina y el Caribe se exporta a China en los sectores de la agricultura, ganadería y pesca, y en el caso de los productos mineros”.
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