Bloomberg Línea — Un 78% de los fertilizantes que se utilizan en América Latina y el Caribe son importados, lo que la convierte en la región más dependiente del mundo de las importaciones de dichos productos a pesar las iniciativas locales para incentivar la producción local y el margen que hubo tras el estallido de la guerra en Ucrania para desarrollar planes de choque, a lo que se suma la falta disponibilidad de materias primas esenciales en algunos mercados, según cifras de la Cepal.
“La persistente dependencia de América Latina hacia los fertilizantes importados se asocia en su mayoría a aspectos técnicos y económicos. En Colombia, por ejemplo, la producción local de fertilizantes es limitada debido a la escasez de minerales esenciales como el fósforo y el potasio”, dijo a Bloomberg Línea el presidente de la compañía del sector Nitrofert, Jorge Pacheco.
América Latina y el Caribe es la principal región agroexportadora neta del mundo, motivo por el cual el acceso a los fertilizantes a costos accesibles resulta de gran importancia, señala a Bloomberg Línea el oficial de Asuntos Económicos, División de Comercio Internacional e Integración de la Cepal, Sebastián Herreros.
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Si bien a octubre de 2024 los precios de los fertilizantes habían caído un 58% en términos nominales respecto de su nivel máximo, alcanzado en abril de 2022, la elevada dependencia de los proveedores extrarregionales sigue representando un importante riesgo para la seguridad alimentaria en la región, especialmente en un contexto geopolítico volátil como el actual.
Según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), más del 99% de las importaciones de la región corresponden a fertilizantes sintéticos como los nitrogenados, potásicos y compuestos, dice en su informe de Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe.
En el mundo, la producción mundial de fertilizantes sintéticos está muy concentrada en un pequeño grupo de países.
En 2022, los cinco principales productores de fertilizantes nitrogenados (China, India, Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita) concentraron el 61% de la producción mundial, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En el caso de los fertilizantes fosfatados, la participación conjunta de los cinco principales productores (China, Marruecos, Estados Unidos, India y Rusia) llegó al 71%. Y en los fertilizantes potásicos, los cinco principales productores (Canadá, Bielorrusia, Rusia, China e Israel) concentraron el 81%.
Brasil, un mercado clave de los fertilizantes en Latam
Brasil se ha posicionado como el principal importador mundial de fertilizantes, representando en 2022 el 67% del total de esas compras externas en Latinoamérica.
En 2022, explica la Cepal en el reporte, únicamente el 6% de las importaciones de fertilizantes en Latinoamérica provino de la propia región y el principal proveedor fue Chile (2%).
Pero así como importa, Brasil también fue el séptimo productor mundial de fertilizantes fosfatados, con una participación del 4,4% en 2022 (le sigue México con el 0,3%).
Según Sebastián Herreros, de la Cepal, tanto en fertilizantes nitrogenados como en potásicos, ningún país de la región alcanza el 1% de participación en la producción mundial. “Esta situación se traduce en que América Latina y el Caribe en su conjunto, al igual que casi todos los países que la componen, sea muy deficitaria en su comercio de fertilizantes sintéticos”.
El déficit de la región pasó de US$13.400 millones en 2020 a US$36.500 millones en 2022, un aumento del 172%, lo que refleja la fuerte subida del precio de los fertilizantes a causa de la disparada de los costos del gas natural (uno de sus principales insumos).
Esto se ha debido especialmente a las perturbaciones en las cadenas globales de suministro que produjo la pandemia del Covid-19 y posteriormente el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El caso colombiano y los fertilizantes
A pesar de que Colombia es productor de gas y carbón, el país depende al 100% de la importación de urea debido a la falta de tecnología y capacidades de producción adecuadas.
En este contexto, el país sudamericano depende casi en su totalidad de las importaciones para satisfacer la demanda interna de fertilizantes.
Y actualmente, apenas el 5% de los fertilizantes utilizados en Colombia son de producción nacional, lo que resalta una dependencia total de otras latitudes.
Ante estos desafíos, Nitrofert ha desarrollado tecnologías que integran potenciadores biológicos en los fertilizantes químicos.
Según la empresa, estas soluciones mejoran la eficiencia en la absorción de nutrientes, reducen la necesidad de insumos y aumentan la productividad agrícola, con un menor impacto ambiental.
La transferencia de conocimientos y buenas prácticas asociadas a estas tecnologías permite ajustar la dosificación de fertilizantes según las necesidades específicas de los suelos y cultivos.
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Falta de tecnología y capacidades de producción anclan a Latam en el mercado de fertilizantes
La producción de fertilizantes sintéticos, que son elaborados mediante un proceso químico industrializado, es altamente intensiva en energía.
Por ello, los países que cuentan con grandes reservas de gas natural, como Rusia, Estados Unidos y Arabia Saudita, se encuentran en una situación privilegiada para producir y exportar fertilizantes a gran escala, dijo Herreros a este medio.
Para su producción se requieren grandes cantidades de ingredientes específicos, cuyas reservas también suelen estar concentradas en pocos países.
Por ejemplo, el 70% de las reservas mundiales de fosfato se ubican en Marruecos, mientras que el 75% de la producción mundial de potasa proviene de China, Canadá, Rusia y Bielorrusia.
Según la Agencia Internacional de Energía, el amoníaco, producido casi en su totalidad a partir de gas natural, es el principal insumo en la fabricación de fertilizantes nitrogenados.
Aproximadamente la mitad de este amoníaco se transforma en urea, el fertilizante nitrogenado más utilizado en el mundo, según destaca Nitrofert.
La producción de urea requiere tres insumos principales: nitrógeno (N2) del aire, dióxido de carbono (CO2) e hidrógeno (H2), además de una fuente de energía como gas natural o carbón.
Uno de los mayores desafíos es que el precio del gas natural es considerablemente alto, lo que hace que la producción de fertilizantes a partir de este recurso sea poco competitiva a nivel global.
Asimismo, las reservas de gas en algunos mercados de la región son insuficientes para satisfacer la demanda interna y se prevé que esta situación no mejore en el largo plazo.
“La producción de fertilizantes es altamente intensiva en capital, es decir, requiere inversiones cuantiosas que solo se pueden ejecutar y rentabilizar en períodos prolongados. La presencia de altas barreras de entrada a esta industria favorece a aquellos países que ya poseen una posición dominante en ella”, anotó el oficial de Asuntos Económicos, División de Comercio Internacional e Integración de la Cepal.
Los riesgos de depender de la importación de fertilizantes
A largo plazo, según las empresas del sector, esta dependencia tiene una serie de implicaciones: la volatilidad de los precios internacionales afecta la competitividad y rentabilidad del sector agropecuario; además, la seguridad alimentaria se ve amenazada al depender de insumos externos cuya disponibilidad puede reducirse en tiempos de crisis.
“También se pierden oportunidades económicas clave, como el desarrollo de una industria local que podría generar empleo, fomentar la autosuficiencia y reducir las emisiones de gases efecto invernadero derivadas del transporte de materias primas”, dijeron desde Nitrofert.
La Cepal cree que “el principal riesgo es que ante nuevos episodios de altos precios y escasa oferta, los pequeños productores —que se orientan principalmente a satisfacer el consumo local— sean los más afectados, y deban reducir notoriamente el uso de fertilizantes (y, por ende, sus rendimientos)”.
Por otra parte, la producción de fertilizantes sintéticos genera grandes emisiones de CO2 y su uso intensivo genera contaminación de las aguas y degradación de los suelos, entre otros daños ambientales.
Ante este escenario, ve pertinente que la región explore alternativas para reducir la dependencia regional de los fertilizantes sintéticos, “promoviendo una mayor producción y uso de biofertilizantes”.
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