Bloomberg — Tras casi 1.000 días resistiendo a la invasión rusa, los aliados de Ucrania están presionando a Volodymyr Zelenskiy para que estudie nuevas formas de atraer a Vladimir Putin a la mesa de negociaciones mientras buscan el fin de los combates.
Donald Trump volverá a la Casa Blanca en enero prometiendo un rápido final de la guerra. El canciller alemán, Olaf Scholz, instó el viernes a Putin a entablar conversaciones de paz durante una llamada telefónica. El francés Emmanuel Macron dijo el domingo que hablará con el líder ruso cuando sea el momento adecuado.
Dos funcionarios europeos dijeron que cada vez se reconoce más que Zelenskiy tendrá que llegar a un compromiso con Putin porque ha quedado claro que ninguna de las partes puede asegurarse una victoria decisiva.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, es el último miembro de la OTAN que ha entrado en la discusión. Según personas familiarizadas con sus planes, Erdogan presentará su propuesta de congelar el conflicto en las líneas actuales cuando los líderes del Grupo de los 20 se reúnan en Río de Janeiro el lunes.
El repentino clamor por un acuerdo muestra la renovada urgencia de los aliados de Ucrania, que intentan adelantarse al regreso de Trump y a la posibilidad de drásticos recortes en el apoyo estadounidense. Con la entrada de tropas norcoreanas en la contienda del lado ruso, crece el apetito por detener un conflicto que ha llevado la destrucción a vastas extensiones de Ucrania, consumido cientos de miles de millones de dólares en ayuda financiera y armas extranjeras y trastornado las relaciones geopolíticas en Europa y en todo el mundo.
Putin, sin embargo, se ha mostrado poco inclinado a considerar una tregua, a pesar de las masivas bajas militares rusas. El líder ruso dijo a Scholz la semana pasada que siempre ha estado abierto a las conversaciones, pero que cualquier acuerdo tendría que tener en cuenta las preocupaciones de seguridad de Rusia y sus conquistas territoriales. Es probable que el Kremlin interprete la creciente presión sobre Zelenskiy como una prueba de que su estrategia de desgaste está dando resultado.
En vísperas del G-20, que será el último del presidente Joe Biden en el cargo, Estados Unidos se preparaba para autorizar ataques con misiles de largo alcance contra territorio ruso. La idea detrás de ese cambio es que ayude a reforzar la posición de Zelenskiy antes de que Trump asuma el cargo, de modo que pueda abordar eventuales negociaciones con una mano fortalecida.
China y Brasil, que también estarán en la cumbre de Río, llevan desde mayo pidiendo una conferencia internacional en la que participen ambas partes.
Zelenskiy declaró el sábado a la radiotelevisión pública de su país que quiere poner fin a la guerra el año que viene. Ha estado suplicando a sus aliados que le envíen armas más potentes para que Ucrania pueda contrarrestar los ataques rusos con mayor eficacia y aumentar la presión sobre Putin para que busque negociaciones.
“Para nosotros, la victoria significa una Ucrania fuerte”, dijo Zelenskiy. “Si eso es en la diplomacia o en el campo de batalla es otra cuestión”.
Zelenskiy, sin embargo, no estará en el G-20: el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ignoró sus cada vez más desesperadas peticiones de invitación. Putin optó por no asistir, alegando el mes pasado que su presencia “perturbaría” la cumbre debido a una orden de detención contra él por presuntos crímenes de guerra dictada por la Corte Penal Internacional.
La propia fórmula de Zelenskiy para la paz se basa en la obtención de un camino claro hacia la adhesión a la OTAN y garantías de seguridad para la protección hasta que se una.
Erdogan propondrá, por el contrario, que Zelenskiy acepte retrasar las discusiones sobre la adhesión a la alianza durante al menos 10 años como concesión a Putin, según personas informadas de su pensamiento, que pidieron no ser nombradas al hablar de conversaciones privadas.
La propuesta turca contempla la creación de una zona desmilitarizada en la región oriental ucraniana de Donbás, donde Rusia controla grandes extensiones de territorio desde 2014. Erdogan sugerirá que podrían desplegarse allí tropas internacionales como garantía adicional y que se aseguraría a Ucrania suministros militares como compensación por aceptar quedar fuera de la OTAN.
Los funcionarios turcos reconocen que esta propuesta será difícil de aceptar para Ucrania, pero creen que es el enfoque más realista. Su objetivo sería aparcar las discusiones sobre el destino a largo plazo de los territorios ocupados para centrarse primero en garantizar un alto el fuego estable.
La fórmula general podría resultar atractiva para algunos de los aliados de Kiev, que temen que la plena integración de Ucrania en la OTAN les lleve a un conflicto directo con el Kremlin.
La mentalidad occidental ha cambiado desde que las tropas norcoreanas aparecieron en el campo de batalla para apoyar a las fuerzas de Putin, lo que ha influido en la opinión de Biden sobre la posibilidad de permitir ataques con misiles contra Rusia. Las evaluaciones de algunos países del G-20 sugieren que Corea del Norte podría llegar a enviar a Rusia hasta 100.000 soldados.
Erdogan confía en poder convencer a Zelenskiy para que asista a las conversaciones de paz en Estambul porque, según las personas informadas, ha visto que los servicios de inteligencia sugieren que Ucrania podría perder mucho más territorio en los próximos meses a menos que se detengan los combates. Pero las perspectivas en el campo de batalla también ofrecen a Putin un incentivo para seguir luchando.
“No importa lo que Putin diga, no quiere la paz y no está dispuesto a negociarla”, dijo Macron a los periodistas en la pista de Buenos Aires mientras se preparaba para partir hacia Río. “La intención de Putin es intensificar los combates, lo vemos desde hace semanas”.
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