Del petróleo a los VE, esto es lo que significa la victoria de Trump para la energía

Trump ha prometido en repetidas ocasiones acabar con un conjunto de políticas federales que fomentan la venta de vehículos eléctricos, y su victoria abre la puerta a cambios tan pronto como el primer día

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Bloomberg — El triunfo de Donald Trump implica un cambio radical en la política energética y medioambiental estadounidense, con importantes implicaciones para la producción petrolera, el desarrollo de la energía eólica marina y la venta de VE.

Gracias a su victoria, Trump podrá cumplir sus promesas electorales de acabar con la “nueva estafa verde” y reorientar al gobierno federal hacia un mayor bombeo de crudo y la construcción de más centrales eléctricas.

A pesar de que algunos esfuerzos se enfrentarían a grandes dificultades en el Capitolio, en donde muchos de los compañeros republicanos de Trump se opondrían a una derogación total de los créditos fiscales a la energía y la fabricación de la Ley de Reducción de la Inflación, Trump puede utilizar su poder ejecutivo para implementar otros cambios. Las compañías de petróleo y gas serán las principales beneficiarias.

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“Usted está viendo, en general, una filosofía ‘drill baby drill’ (perfora cariño, perfora), dijo Dan Eberhart, CEO de la empresa de servicios petroleros Canary LLC. “Va a ver ventas de arrendamientos en alta mar, va a ver que los oleoductos se mueven mucho más rápido, va a ver fracking en tierras federales y una mentalidad centrada en reducir los costes energéticos para los consumidores”.

La perspectiva de un retroceso en la era Trump de algunas políticas que fomentan la energía libre de emisiones contribuyó a provocar el miércoles (un día después del triunfo) un descenso en las acciones de las compañías de energías renovables.

Los partidarios de las energías limpias ya están ejerciendo presión sobre los republicanos para conservar medidas que han sido fundamentales para impulsar la inversión récord de EE.UU. en el sector y, cada vez más, en los estados rojos.

“Están trayendo de vuelta la fabricación y las fábricas de Estados Unidos, estableciendo cadenas de suministro nacionales, creando buenos puestos de trabajo y disminuyendo los costes energéticos en los estados rojos, morados y azules”, afirmó Mindy Lubber, directora ejecutiva del grupo ecologista Ceres.

He aquí algunos de los cambios esperados:

Vehículos Eléctricos

Trump ha prometido en repetidas ocasiones acabar con un conjunto de políticas federales que fomentan la venta de vehículos eléctricos, y su victoria abre la puerta a cambios tan pronto como el primer día.

Uno de los principales objetivos es una normativa de la Agencia de Protección Medioambiental que limita la contaminación de los tubos de escape de coches y camiones ligeros, que tiene unos mandatos tan estrictos que obliga a los fabricantes de automóviles a vender muchos más modelos eléctricos e híbridos enchufables con el tiempo.

Ex asesores de Trump y grupos de presión del sector energético ya han redactado un borrador que podría incluirse en una orden ejecutiva que ordene a la EPA revisar la norma. Se está desarrollando un esfuerzo similar para ir tras las exenciones de la Ley de Aire Limpio que efectivamente dan luz verde a las estrictas normas de contaminación de los automóviles de California.

Los defensores de las refinerías de petróleo también están presionando para que se introduzcan cambios rápidos que limiten qué vehículos eléctricos pueden optar a créditos fiscales según las políticas actuales del Departamento del Tesoro.

Eso presagia una renovación de una política, ridiculizada como la “laguna del leasing”, que exime a los VE alquilados en flotas comerciales de las restricciones sobre dónde se fabrican los vehículos, el origen de los materiales de sus baterías y cuánto dinero ganan los consumidores.

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Petróleo y gas

Trump prometió "liberar la energía estadounidense" y dijo que tiene planes para "liberar las vastas reservas de oro líquido en las tierras públicas de Estados Unidos para el desarrollo energético".

Eso supone un brusco giro respecto a las políticas del presidente Joe Biden que restringían la extracción de combustibles fósiles en tierras y aguas públicas.

Bajo el mandato de Biden, Estados Unidos desarrolló el plan más reducido de la historia para la venta de arrendamientos de petróleo y gas en alta mar, con sólo tres subastas programadas a lo largo de cinco años. La administración Biden también impuso una normativa que impedía la perforación en más de la mitad de la Reserva Nacional de Petróleo en Alaska.

Trump puede ordenar a su Departamento del Interior que revise esas políticas de inmediato, aunque la agencia podría tardar hasta dos años en terminar las revisiones medioambientales necesarias y superar otros requisitos de procedimiento antes de poder imponer un nuevo calendario más sólido para la venta de derechos de perforación en alta mar.

Los cambios en la gobernanza de la reserva de Alaska podrían ser especialmente significativos para las empresas petroleras con participaciones o intereses allí, como ConocoPhillips (COP), Santos Ltd., Repsol SA y Armstrong Oil & Gas Inc.

Exportaciones de GNL

Una moratoria de la administración Biden sobre nuevos permisos para exportar ampliamente gas natural licuado está prácticamente descartada gracias a la victoria de Trump.

Trump ha prometido poner fin a esa pausa en la concesión de permisos en su “primer día de regreso”. Eso podría adoptar la forma de una orden ejecutiva que dirija al Departamento de Energía reanudar su revisión de las solicitudes para exportar gas natural a naciones asiáticas clave y a otros países que no son socios de libre comercio con EE.UU.

Entre los posibles beneficiarios figuran Venture Global LNG Inc, Energy Transfer LP (ET) y Commonwealth LNG, que tienen proyectos pendientes ante la agencia.

Eólica marina

Trump no ha explicado exactamente cómo abordará la naciente industria eólica marina, mientras los promotores trabajan para instalar turbinas en parques eólicos multimillonarios a lo largo y ancho de la costa este de EE UU.

Pero Trump se ha mostrado implacablemente crítico con los impactos potenciales sobre las aves y las ballenas, y aprovechó un mitin en Nueva Jersey a principios de este año para prometer medidas “desde el primer día” contra la industria.

Eso podría adoptar la forma de ordenar al Departamento de Interior que suspenda la autorización de nuevos proyectos o la venta de nuevos arrendamientos eólicos marinos. Una moratoria de este tipo podría imponerse administrativamente y sería difícil de impugnar en los tribunales.

Los defensores de la energía eólica se han estado preparando para este resultado electoral y están planeando reclutar aliados republicanos, incluidos legisladores cuyos distritos han visto dividendos económicos de la construcción naval y la siderurgia- para argumentar a favor de un apoyo continuado.

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Créditos fiscales para la energía limpia

La victoria de Trump crea una nueva incertidumbre para miles de millones de dólares en créditos fiscales para energías limpias.

No es probable que el Congreso recupere todos los fondos no gastados de la ley climática firmada por Biden, ni que derogue todos los créditos fiscales de energía y fabricación de la IRA (por sus siglas en inglés, cuentas de ahorro para la jubilación que ofrecen ventajas fiscales).

Pero los legisladores de ambos partidos podrían destinar algunos de los incentivos de la ley a reducciones graduales y rebajas como forma de ayudar a pagar el coste de ampliar los recortes fiscales de la era Trump de 2017 que expiran el año que viene.

Bajo el mandato de Trump, se espera que el Departamento del Tesoro reescriba las normas que rigen qué proyectos y empresas pueden optar a los créditos para que sean más difíciles de obtener, o más beneficiosos para los combustibles fósiles.

Un crédito fiscal que recompensa la producción del llamado hidrógeno verde está especialmente maduro para un cambio de este tipo, después de años de cabildeo por parte de las compañías petroleras y otros posibles desarrolladores que buscan más flexibilidad en la forma de fabricar el combustible de combustión limpia.

Los aliados manufactureros de EE.UU. ya han desarrollado planes que un Departamento del Tesoro de Trump pudiera emplear para prohibir a las empresas con vínculos con China reclamar los créditos fiscales de fabricación de energía del IRA.

Préstamos de alta tecnología

La victoria de Trump pone en serio peligro un banco verde de tecnología limpia en el Departamento de Energía.

Propuso acabar con la llamada Oficina de Programas de Préstamos durante su primer mandato en la Casa Blanca, argumentando que el gobierno no tenía por qué elegir a ganadores y perdedores.

Los republicanos del Congreso tienen un largo historial de atacar el programa, burlándose de su rendimiento en parte basándose en un préstamo de US$500 millones a Solyndra dos años antes de que el fabricante de paneles solares quebrara. Ahora, la oficina cuenta con cientos de miles de millones de dólares en autoridad para respaldar préstamos gracias a la IRA, lo que la convierte en un objetivo aún mayor.

Trump se verá sometido a un duelo de presiones para acabar con el programa, poniendo fin a una importante fuente de apoyo a la comercialización de tecnologías verdes, o para mantenerlo en funcionamiento, solo que con una inclinación decididamente favorable a los combustibles fósiles.

Los defensores de este último enfoque afirman que la oficina ha generado miles de millones de dólares en intereses para el gobierno federal y que su apoyo puede utilizarse para respaldar empresas de gas natural, captura de carbono y energía nuclear.

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Centrales eléctricas

El presidente electo ha prometido en repetidas ocasiones “poner fin” a un conjunto de normas de la EPA (por sus siglas en inglés, Agencia de protección ambiental) que reprimen la contaminación de las centrales eléctricas y fomentan el cierre de las unidades que generan electricidad a partir del carbón, argumentando que la creciente demanda de la inteligencia artificial y la industria manufacturera significa que EE.UU. necesita construir más unidades de este tipo, no cerrarlas.

Gracias a la IA, "necesitaremos el doble de la cantidad de electricidad que se suministra actualmente para todo a todo Estados Unidos de América", dijo Trump en una conferencia de prensa en agosto.

Una norma para 2024 que limite las emisiones de las centrales de carbón existentes en el país y de las nuevas unidades alimentadas con gas será uno de los principales objetivos.

Las empresas de servicios públicos, las cooperativas eléctricas y algunos estados ya están desafiando la medida en los tribunales federales, lo que potencialmente proporciona una apertura más fácil para que la EPA comience a reescribir la regulación de manera que prolongue la vida útil de algunas plantas de carbón.

También se espera que la agencia pulse el botón de pausa en su trabajo de desarrollo de nuevos límites de emisiones de gases de efecto invernadero para las centrales eléctricas de gas existentes.

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