Mortales inundaciones en España muestran la dificultad de adaptarse a las lluvias intensas

El cambio climático ha contribuido a crear unas condiciones que son el “caldo de cultivo perfecto” para los aguaceros extremos

Mortales inundaciones en España muestran la dificultad de adaptarse a las lluvias intensas
Por Olivia Rudgard - Thomas Gualtieri
02 de noviembre, 2024 | 12:27 PM

Bloomberg — Las graves inundaciones que han causado la muerte de más de 150 personas esta semana en el Este de España fueron consecuencia de una tormenta que descargó el volumen de precipitaciones correspondiente a un año en menos de 24 horas.

Esta tragedia ha planteado interrogantes sobre si las alertas previas hubieran podido evitar tantas muertes, mientras que los daños generalizados evidencian que muchas ciudades no están adaptadas para resistir unas precipitaciones intensificadas por el cambio climático.

Así luce la comunidad de Valencia en España debido al fenómeno DANA.

Las temperaturas extremadamente cálidas del Mediterráneo y del aire exacerbaron una clase de sistema de tormentas que se está volviendo más común en la Península Ibérica a causa del calentamiento global.

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Según los expertos que hablaron con Bloomberg Green, el auge de la construcción en la región en las recientes décadas podría haber puesto en situación de vulnerabilidad a la población y disminuido el drenaje de las aguas pluviales.

“Puede suceder que los caminos que hemos dejado para el agua no son lo bastante grandes, y durante las últimas décadas eso se ha producido demasiadas veces”, señaló Ernest Blade, catedrático de ingeniería fluvial e hidrológica de la Universitat Politècnica de Catalunya.

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La tormenta que azotó el sureste español a inicios de esta semana fue un ejemplo especialmente intenso de tormenta “dana”, un fenómeno habitual en la zona en esta época del año. Las danas (abreviatura de “depresión aislada en niveles altos”) se desarrollan cuando el aire frío del otoño que se desplaza hacia el sur se encuentra con el aire cálido y húmedo que suele fluir desde el Mediterráneo, creando nubes de tormenta a gran altura.

Éstas pueden descargar grandes cantidades de precipitaciones en un corto espacio de tiempo. Este año, el Mediterráneo alcanzó una temperatura media de 28,5°C (83,3°F) a mediados de agosto. Se ha mantenido anómalamente cálido, lo que hace más probable el desarrollo de este tipo de tormentas intensas.

El cambio climático está elevando la temperatura del aire, lo que permite a las tormentas retener más agua: un aumento del 7% por cada 1°C de aumento de la temperatura.

El sistema se desplazó tierra adentro y descargó las precipitaciones sobre terrenos más elevados, inundando los asentamientos ladera abajo y abrumando las zonas urbanas con inundaciones repentinas.

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Cuando la tormenta se estancó, dejó caer más de 48 centímetros (19 pulgadas) de precipitaciones en sólo ocho horas en la zona montañosa al oeste de la ciudad de Valencia, inundando áreas tan al interior como Utiel, a más de 80 kilómetros (50 millas) de la costa. La posición de la localidad en una cuenca natural y cerca de varios ríos pequeños la hizo vulnerable a las inundaciones. La lluvia siguió cayendo el jueves, inundando también Castellón, al norte de Valencia.

“Es una borrasca que, en el lugar donde se formó, en el sur de la península, con vientos muy fuertes del este, ha creado el caldo de cultivo perfecto para un episodio importante de lluvias”, dijo José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored. “La magnitud ha superado las expectativas”.

Algunas área recibieron la cantidad de lluvia que usualemente ocurre durante un año y Valencia se vio duramente afectada.

Un rápido análisis de la iniciativa Atribución del Tiempo al Mundo (World Weather Attribution) concluyó que las recientes lluvias extremas en España fueron alrededor de un 12% más intensas y el doble de probables de lo que habrían sido en un clima preindustrial. Las ráfagas de lluvia de un día en la región están aumentando a medida que las emisiones de combustibles fósiles calientan el planeta, según el grupo.

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Las inundaciones también fueron más probables debido al año cálido y seco que tuvo la región. Eso ha dejado el suelo endurecido, reduciendo la cantidad de agua que podía empapar el suelo.

Residentes cruzan un puente a través de montones de escombros tras las inundaciones en Paiporta, Valencia, el 31 de octubre.Fotógrafo: David Ramos/Getty Images Europa

El gobierno de Valencia dijo que se había informado de la muerte de 155 personas hasta media tarde del jueves. Varias más murieron en otras regiones. El alarmante número de víctimas ha centrado la atención en los sistemas de alerta de inundaciones de España.

Aunque los servicios meteorológicos dijeron este lunes que se avecinaban grandes tormentas, la principal alerta de emergencia no se emitió hasta el martes por la tarde, cuando la lluvia ya caía en serio.

“En última instancia, todo lo que se puede hacer cuando está cayendo esa cantidad de lluvia es alertar a la gente a tiempo, dar avisos y asegurarse de que la gente es consciente de cómo puede mantenerse a salvo”, dijo Jess Neumann, profesor asociado de hidrología en la Universidad de Reading. “Parece que eso no se hizo adecuadamente”.

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Coches amontonados en la calle tras las inundaciones en la zona de Sedaví, en Valencia, el 30 de octubre.Fotografia: David Ramos/Getty Images Europa

Adaptarse a lluvias más intensas será esencial para reducir el riesgo de futuras catástrofes.

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“Reducir el volumen y la velocidad de la escorrentía puede hacerse replantando las zonas altas y mejorando la salud del suelo, así como aumentando la capacidad de las zonas urbanas para absorber, retener o dispersar el agua”, afirmó Kevin Collins, profesor titular de medio ambiente y sistemas de la Open University del Reino Unido. Sugirió reforzar las presas y los puentes, que también han demostrado ser vulnerables.

Sin embargo, las ciudades no pueden hacer mucho, sobre todo las que no han sido diseñadas para el nivel de precipitaciones visto esta semana en España. Con tanto pavimento, el agua no tiene adónde ir.

"Da igual que sea España o cualquier otro lugar, si cae tanta lluvia sobre suelo impermeable, se van a producir inundaciones", afirma Neumann. "A largo plazo, esto no es algo que vaya a desaparecer".

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Hayley Fowler, profesora de impactos del cambio climático en la Universidad de Newcastle, también advirtió de las limitaciones de la adaptación a este tipo de tormentas, que “parecen ser cada vez más frecuentes en Europa y se prevé que aumenten aún más con un calentamiento adicional”.

"La cuestión no es si necesitamos adaptarnos a más tormentas de este tipo", dijo, "sino si podemos".

--Con la colaboración de Rodrigo Orihuela, Clara Hernanz Lizarraga y Lauren Rosenthal.

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