Bloomberg — La ciudad de Phoenix se ha convertido en un inquietante barómetro del calor extremo. Hace poco, la capital de Arizona vivió un periodo de 3 semanas en el que todos los días se superaron récords de calor, y los termómetros registraron un máximo de 47ºC (117ºF) este 28 de septiembre.
No obstante, aun por debajo del umbral de romper récords, Arizona también está “experimentando días más calurosos con mayor regularidad, que se prolongan un poco más”, señala Erinanne Saffell, climatóloga del estado.
Este calor persistente entraña sus propios riesgos, sin despertar tanta atención como los récords de temperaturas extremas. Este año en Phoenix se han registrado 92 días de más de 35ºC (95°F), pero sin sobrepasar 43,3°C (110°F).
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No es solamente Phoenix la que está experimentando más días de mucho calor. Este año, en Tampa se han alcanzado los 32ºC o más durante 132 días, y en Raleigh, Carolina del Norte, se han contabilizado 111 días por encima de los 32ºC.
Una gran parte de EE.UU. ha sufrido un «verano zombi», con temperaturas excepcionalmente altas que los meteorólogos prevén que se prolonguen hasta finales del mes de octubre.
Estos episodios sostenidos de calor por debajo del récord repercuten en la salud y la economía, si bien los investigadores aseguran que todavía no se han estudiado a fondo.
“El calor crónico no es objeto de la atención que precisa”, afirmó Matt Brearley, experto en fisiología del calor que realiza investigaciones y ha asesorado a equipos de respuesta a las emergencias, trabajadores industriales y atletas australianos, entre ellos deportistas olímpicos.”No resulta tan sexy. No aparece en los grandes titulares”.
Durante las olas de calor más graves, se dice a la gente que evite pasar mucho tiempo al aire libre, que se mantenga fresca, que se hidrate y que esté alerta ante los síntomas de las enfermedades causadas por el calor, como dolor de cabeza, náuseas y confusión. Pero niveles menos inusuales de calor también pueden tener efectos acumulativos que son duros para el cuerpo.
“No tenemos muchas pruebas sólidas sobre la tolerancia fisiológica durante varios días -si no semanas o meses- de exposición prolongada a este calor”, reconoció Vivek Shandas, experto en cambio climático y ciudades de la Universidad Estatal de Portland. Pero describió el calor crónico como una especie de tortura que te matará poco a poco.
Los cuerpos necesitan deshacerse del calor. Cuando pasan las horas o los días y no pueden, el corazón bombea con más fuerza. El metabolismo se acelera, forzando el sistema cardiovascular y aumentando potencialmente las probabilidades de sufrir un infarto o un derrame cerebral.
La sangre fluye hacia la piel y se aleja de los órganos críticos, lo que hace que los intestinos dejen escapar toxinas que el cuerpo está intentando eliminar. La deshidratación que se deja sin tratar el tiempo suficiente puede forzar los riñones, a veces hasta el fallo.
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Si las personas responden de forma diferente a, digamos, una semana o más de días de 35°C (95ºF), en comparación con dos días seguidos de 40,5°C (105ºF), es una cuestión a la que no se ha prestado mucha atención en la investigación hasta la fecha, dijo Shandas.
Shandas propone una nueva forma de medir la exposición al calor potencialmente dañina, en unidades de “grados-hora”. Disponer de una métrica común permitiría a las personas y a las comunidades descubrir los umbrales en los que la exposición acumulada a un calor persistente que no bate récords empieza a afectar a la salud.
"Estamos intentando centrar un poco más la conversación sobre la 'duración'", dijo. "Porque ahora mismo, todo gira en torno a cuánto calor hace".
A medida que el aumento de las temperaturas, incluidas las máximas cada vez más altas, se convierte en el centro de atención de los científicos del clima, los expertos en salud pública, el personal de emergencias y otras personas, las Naciones Unidas han distinguido entre los picos de calor extremo y el aumento de las temperaturas "de aparición lenta", ambos con pérdidas para la economía y la sociedad.
Saffell dijo que en Arizona, el calor crónico se manifiesta de forma más significativa por la noche, cuando la gente necesita fisiológicamente un descanso del calor. Las temperaturas en Phoenix se mantuvieron por encima de los 32°C (90°F) durante treinta y nueve noches este año.
Lo mismo ocurre en lugares no conocidos por el “calor blockbuster” (de gran poder), una frase utilizada por Kathie Dello, climatóloga estatal de Carolina del Norte. El calor del estado “no siempre es récord, pero es implacable”, dijo.
“Las temperaturas nocturnas son tan escandalosamente diferentes” de lo que eran hace una generación, dijo Dello, que un gráfico que muestre el cambio “es realmente el gráfico que se puede poner delante de la gente y decir: “aquí hay un impacto climático”.
Shandas está investigando cómo se enfrían las ciudades por la noche, manzana por manzana, edificio por edificio, y dice que aún hacen falta mejores datos.
Ha visto proyectos que recogen datos sobre el calor a nivel de barrio de más de 100 ciudades, pero sólo para las horas de la mañana, la tarde y la noche. "No lo hemos hecho en mitad de la noche, en parte porque no podemos conseguir voluntarios que se queden despiertos", dijo. Espera saber por qué algunas zonas se calientan o enfrían más rápido que otras.
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Los trabajadores al aire libre que tienen poca o ninguna refrigeración en casa pueden estar particularmente en riesgo por el aumento de las temperaturas nocturnas, dijo Brenda Jacklitsch, científica de investigación de la salud en el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional de EE.UU..
Los trabajadores necesitan tiempo para aclimatarse a las condiciones de calor, tanto si son nuevos en el trabajo como si acaban de regresar de una o dos semanas de vacaciones en algún lugar más fresco. No dejar que la gente se adapte a temperaturas más altas al empezar un trabajo o al volver a uno puede ser el principal factor de muertes laborales relacionadas con el calor.
Singapur publicó el año pasado directrices para el trabajo al aire libre en función de condiciones específicas, desde una temperatura superior a la media hasta una “wet bulb globe temperature” (la temperatura que se mide en un termómetro cubierto por una tela mojada) poco frecuente, una medida que combina calor, humedad, viento y sol.
Por ejemplo, a una temperatura wet bulb de 31°C (unos 88°F), los empresarios deben dar a los trabajadores un descanso “adecuado” bajo la sombra; a 32°C, deben proporcionar pausas de descanso de al menos 10 minutos cada hora a los trabajadores que realicen un trabajo físico duro. Y a 33°C, deben alargar los descansos a 15 minutos, asegurarse de que los trabajadores se hidratan cada hora y establecer un plan de respuesta ante emergencias.
Shandas afirma que es necesaria una comunicación más coherente de las autoridades al público durante toda la temporada de calor, no sólo en caso de emergencia: "La respuesta de emergencia no tiene la capacidad de llegar a todos los habitantes de la región con un calor crónico prolongado".
Como consecuencia del aumento de las temperaturas, tanto medias como extremas, las ciudades de Arizona también están liderando experimentos sobre cómo afrontarlo.
Según Sara Meerow, experta en resiliencia urbana de la Universidad Estatal de Arizona, Tucson adoptó en junio un plan de acción contra el calor y una ordenanza de protección de los trabajadores que tiene un alcance integral porque aborda tanto las formas de prevenir el riesgo de calor a todos los niveles como las formas de gestionarlo cuando sea necesario.
"Tenemos que pensar, no en las olas de calor y en el calor como un desastre a corto plazo, sino realmente como una temporada de calor", afirmó.
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