Bloomberg — Este año, la Semana del Clima de Nueva York (Climate Week NYC) ha comenzado con un ímpetu fuera de lo común.
La cumbre climática de la ONU COP28 celebrada en el 2023 en Dubái produjo compromisos sin precedentes. Los gobiernos convinieron en triplicar la capacidad de las energías renovables y duplicar el incremento de la eficiencia energética en todo el planeta. La mitad de la industria petrolera y gasística se comprometió a reducir las emisiones de metano en tres cuartos.
Por su parte, el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo declararon que disminuirían en un 40% la cifra de hogares sin electricidad. Pero, ¿se están materializando los compromisos?
En ciertos lugares, sí, y de un modo impresionante.
Las grandes empresas chinas de energía solar suministran actualmente más energía a la economía global que los gigantes de la industria petrolera.
EE.UU. ha incrementado en un solo año el crecimiento de las energías renovables en un 94%, en parte a raíz de los incentivos federales impulsados por el presidente Joe Biden, que han conseguido que el número de ciudadanos estadounidenses que han invertido sus propios fondos en energías renovables triplique las previsiones de los economistas.
La UE ha obtenido un nuevo hito al conseguir generar el 70% de su electricidad a través de tecnologías con cero emisiones de carbono. Mundialmente, los vehículos eléctricos representan en la actualidad el 17% de las ventas totales, y esa cifra continúa incrementándose.
Asimismo, las baterías y otras tecnologías, entre ellas los nuevos satélites que nos facilitan la detección de fugas de metano en los pozos, progresan a un ritmo vertiginoso. Y al mismo tiempo, los costes continúan disminuyendo. En tan solo 15 años, el precio de las baterías ha disminuido un 90%.
Es justo decir que los ingenieros están cumpliendo con su trabajo, pero no podemos decir lo mismo de muchos de los líderes electos.
Si bien el mundo se está distanciando del carbón contaminante y apostando por energías renovables, limpias y saludables a un ritmo sin precedentes, aún estamos muy retrasados con respecto a lo que necesitamos para frenar el calentamiento global y la devastación que provoca el cambio climático.
El cambio climático es cada vez más destructivo para nuestras economías y nuestra salud, y el precio que pagamos por avanzar tan lentamente sigue aumentando. El año pasado, por ejemplo, ha sido el más caluroso de la historia del mundo. En Phoenix, las temperaturas alcanzaron los 38°C durante 113 días seguidos, un récord.
El calor histórico ha traído consigo sequías históricas, así como incendios forestales y tormentas más potentes. Las inundaciones han devastado comunidades de todo el mundo, e incluso países y regiones enteras, como pueden atestiguar los habitantes de Pakistán, Europa del Este y África occidental y central.
En Estados Unidos, las inundaciones cuestan a la economía unos US$390.000 millones al año y el 1% del producto interno bruto.
Las industrias del carbón y del gas no se están quedando en silencio. De hecho, algunas de las mismas compañías petroleras que se comprometieron a poner fin a su derrochadora contaminación han demandado al gobierno de Estados Unidos para reclamar el derecho a no limpiar sus pozos con fugas.
Pero el problema no se limita a las empresas de combustibles fósiles, por supuesto.
Si bien la escala del crecimiento de la energía renovable se ha disparado, todavía se concentra principalmente en el Norte Global. Solo el 15% de la inversión en energías renovables de 2023 se destinó a Asia, fuera de China, donde las necesidades de energía son mayores.
Alrededor de tres cuartas partes de mil millones de personas en África y Asia carecen de electricidad, y millones ponen en riesgo su salud para trabajar en minas de carbón, a pesar de que África tiene el mayor potencial solar del mundo.
Es imperativo avanzar más rápido para derribar las barreras que impiden la difusión de las energías renovables, especialmente en el Sur Global. Por eso, en esta Semana del Clima, necesitamos menos promesas y más planes de acción para cumplir las promesas hechas en la COP28 del año pasado.
El viento sopla a nuestro favor, pero aún nos esperan enormes obstáculos y peligros sin precedentes. Para superarlos tendremos que aprovechar el impulso que tenemos para crear una economía global sostenible.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
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