Dengue en Centroamérica: un desafío creciente por resistencia de mosquitos a insecticidas

El control químico ha sido el método más común para reducir la transmisión de enfermedades por mosquitos en el istmo, pero su eficacia “requiere una consideración más profunda”.

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Bloomberg Línea — Centroamérica reporta un aumento de 98% interanual en los casos de dengue en comparación con el año anterior. En todo el continente americano, 2024 ha sido un año récord, con más de 11,6 millones de casos reportados y más de 5.900 muertes, dice la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

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Honduras y Nicaragua presentan los niveles de propagación de dengue más altos en América Central, según los más recientes de los reportes. Mientras que el Ministerio de Salud de Costa Rica confirmó el lunes dos personas fallecidas a causa del dengue, las primeras víctimas de la enfermedad que se registran en el país desde el año 2013.

PaísAñoSemana epidemiológicaCasosMuertes
Belice202352 (25 al 31 de diciembre)1.6880
202435 (25 al 31 de agosto)8330
Costa Rica202352 (25 al 31 de diciembre)30.6490
202436 (1 al 7 de septiembre)22.5752* confirmadas el 23/09
El Salvador202352 (25 al 31 de diciembre)5.7880
202436 (1 al 7 de septiembre)6.0299
Guatemala202352 (25 al 31 de diciembre)72.358119
202436 (1 al 7 de septiembre)90.436108
Honduras202352 (25 al 31 de diciembre)34.05049
202437 (8 al 14 de septiembre)149.08095
Nicaragua202352 (25 al 31 de diciembre)55.5421
202434 (18 al 24 de agosto)181.0964
Panamá202352 (25 al 31 de diciembre)20.92418
202436 (1 al 7 de septiembre)25.09232

El dengue es la enfermedad transmitida por mosquitos más común en todo el mundo. Esta enfermedad es causada por cuatro virus del dengue distintos pero estrechamente relacionados (dengue-1, -2, -3 y -4). Los virus del dengue se transmiten por las picaduras de mosquitos infectados de la especie Aedes, detallan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, sigla en inglés).

El director del Programa Centroamericano de Maestría en Entomología (PCMENT) de la Universidad de Panamá, José R. Loaiza, explicó que las actividades humanas impulsan la proliferación y propagación de los mosquitos vectores del dengue y la malaria.

El mosquito Tigre asiático (Aedes albopictus), coloca sus huevecillos en las llantas usadas que se importan y distribuyen comercialmente en las carreteras del istmo.

“Esto promueve su expansión geográfica y le permite repoblar áreas donde previamente había sido eliminado con insecticidas. Igualmente, existen mutaciones en el genoma del mosquito de la fiebre amarilla, Aedes aegypti, que lo tornan resistente a los insecticidas mientras se dispersa a nivel nacional asistido por el trasiego de llantas usadas”, agregó el director del PCMENT.

Cambiar la estrategia

El control químico ha sido el método más común para reducir la transmisión de enfermedades por artrópodos vectores en la región. Esta estrategia utiliza compuestos tóxicos para suprimir las poblaciones de mosquitos, disminuyendo así la abundancia de artrópodos, reduciendo el contacto humano-vector y mitigando el riesgo de transmisión de patógenos.

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Sin embargo, un artículo de ScienceDirect, advierte que aunque los enfoques de control químico dirigidos a artrópodos importantes desde el punto de vista médico han estado bien justificados en Panamá, por ejemplo, dada la importante carga sanitaria causada históricamente por las enfermedades transmitidas por vectores, la importante contaminación ambiental debida a la aplicación incorrecta de productos químicos ha puesto en entredicho el éxito general de este enfoque.

Al respecto, Loaiza indicó que la eficacia de los insecticidas en eliminar los vectores de enfermedades “requiere una consideración más profunda”.

“Esta estrategia utiliza compuestos tóxicos o insecticidas para erradicar poblaciones de vectores y mitigar el riesgo de transmisión de patógenos, pero después de un siglo de lucha contra el mosquito y de contaminación ambiental por la mala aplicación de insecticidas, el éxito general de ese enfoque queda en tela de duda. Además, existen muy pocos datos cuantitativos confiables sobre la historia del uso de insecticidas y el impacto que han tenido en los mosquitos a largo plazo”, dijo Loaiza.

El académico es del criterio que una estrategia efectiva de combate al dengue en la región debe proporcionar recursos financieros a los departamentos de control de vectores de los ministerios de Salud para promover acciones multidisciplinarias, interinstitucionales, e intersectoriales de prevención de enfermedades en la región.

“Los ministerios de otros campos como Ambiente y Agricultura, junto con empresas privadas e institutos de investigación, deben unir esfuerzos para crear un repositorio de datos abiertos que pueda ser utilizado para el desarrollo de nuevas políticas sobre el uso sustentable de insecticidas en toda la zona”, recomendó.

Esto brindaría un nuevo abordaje para investigar sobre la evolución de la resistencia a los insecticidas en especies de mosquitos como parte de una estrategia sostenible a largo plazo para minimizar la aparición de enfermedades emergentes.