Opinión - Bloomberg

La economía emocionante suele ser una economía equivocada

Harvard
Por Tyler Cowen
20 de septiembre, 2024 | 07:00 AM
Tiempo de lectura: 4 minutos

Bloomberg — En la ya larga y popular serie sobre lo que está mal en la economía, hay un nuevo tema: nuestra profesión es demasiado hermética.

“Los economistas coinciden en general en que la competitividad es buena, y en que los mercados con solo unos cuantos actores hegemónicos son ineficientes”, escribió el economista David Deming en el Atlantic. “Tal vez debemos mirarnos al espejo”.

Al citar un nuevo trabajo de investigación de (lógicamente) cuatro economistas, donde se analizan casi seis mil académicos laureados en dieciocho disciplinas, señala que los premiados con los principales galardones de economía, incluyendo el Nobel, “han dedicado colectivamente la mitad de su carrera a solo ocho universidades: Harvard (donde enseño), Yale, Princeton, Stanford, el MIT, la Universidad de Chicago, Columbia y Berkeley”. Esto supone un nivel de mayor concentración que en otros campos.

Difícilmente hago apología de mi profesión, pero yo enmarcaría el asunto de otro modo.

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Lo primero es que la economía es una ciencia bastante consolidada, e inclusive los resultados sorpresivos suelen ser acordes con las leyes de la oferta y la demanda.

Las innovaciones, que acostumbran a ser sutiles, también podrían describirse, con menos generosidad, como decepcionantes en lo que respecta a la magnitud relativa de los efectos. Por tanto, es difícil que aparezcan nuevas ideas radicales de la nada, lo que conduce a una cierta concentración geográfica, que se centra en las escuelas de mayor prestigio.

Comparemos esto con las biociencias, donde los éxitos de las vacunas de ARNm han sido extraordinarios.

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Katalin Karikó, que ha compartido el Premio Nobel de Medicina de 2023 por sus investigaciones sobre la tecnología del ARNm, no obtuvo una plaza de profesora titular en una de las mejores universidades.

Los fármacos GLP-1, que parecen muy eficaces en el tratamiento contra la obesidad y otras enfermedades, se desarrollaron en Dinamarca, no en una universidad de investigación de Estados Unidos.

¿Puede la economía proponer remedios o ideas verdaderamente novedosas? Probablemente no.

Si hay una recesión, o, digamos, una hiperinflación, existe un conjunto estándar de herramientas que incluye la política monetaria, la política fiscal, la desregulación y algunos otros cambios de política.

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Los economistas pueden discutir, y de hecho lo hacen, sobre la combinación adecuada de esas políticas en un caso particular. Pero no hay ningún “medicamento nuevo” esperando a ser descubierto.

Esta falta de novedad no hace que la economía sea menos científica. Brasil, utilizando herramientas económicas estándar, fue capaz de vencer la hiperinflación hace 30 años.

El presidente de Argentina, Javier Milei, está llevando a cabo algunas reformas consagradas por el tiempo y, si se permite que esas políticas persistan (es un gran interrogante, pero es principalmente una cuestión política), tendrán éxito. Muchos países han llevado a cabo consolidaciones fiscales exitosas siguiendo el asesoramiento económico estándar.

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En cuanto a la microeconomía, si hay demasiado tráfico en una autopista, la tarificación por congestión suele funcionar. Si no hay suficientes viviendas, vale la pena intentar desregular la construcción o eliminar el control de los alquileres. Ningún brillante outsider vendrá a decir: “La forma de conseguir más viviendas es que todo el mundo beba dos tragos de vodka”, o alguna otra idea novedosa o descabellada.

La cuestión no es que los economistas tengan todas las respuestas, sino que contamos con una lista bastante exhaustiva de posibles soluciones.

La economía, como herramienta de investigación organizada, se desarrolló relativamente tarde (Euclides precedió a Adam Smith por un par de milenios), pero una vez que se crearon algunas herramientas básicas de razonamiento económico, los “remedios económicos” básicos se pusieron en práctica con bastante rapidez.

La velocidad de desarrollo se debe al número limitado de principios económicos básicos, como la oferta y la demanda, lo que hace que sea relativamente fácil derivar sus principales implicaciones.

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La buena noticia es que los economistas ya han logrado mucho. La mala noticia es que gran parte del trabajo que queda por hacer está condenado a ser bastante aburrido y marginal. Por lo tanto, una lección que podemos sacar es simplemente apreciar el aburrimiento de la economía, porque la economía apasionante es a menudo una economía equivocada.

En mi opinión, los departamentos de economía de primer nivel plantean menos problemas que algunos de los menos conocidos. El sistema sería mejor si las escuelas que no están en los primeros puestos tuvieran mayores incentivos para especializarse y experimentar en lugar de tratar de ascender en los rankings haciendo un seguimiento de las investigaciones.

Mientras tanto, no me preocupa Harvard.

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El profesor de economía Ed Glaeser es uno de los padres del actual movimiento YIMBY (movimiento por vivienda que se opone a límites de densidad y apoya el transporte público). Larry Summers y Jason Furman fueron visionarios en cuanto a la inflación. Raj Chetty es el principal investigador estadounidense en materia de movilidad económica y social. Y, por supuesto, el propio David Deming merece una atención constante .

Sí, los avances en economía son poco frecuentes, pero hemos creado un catálogo impresionante de posibles soluciones a problemas del mundo real. ¿Cuántos otros campos pueden decir lo mismo?

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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