Putin apuesta por formar las mentes de los jóvenes rusos con sus ideales

Los libros de historia rusa están siendo reescritos para que los jóvenes comprendan que la guerra no es solo contra Ucrania, sino además contra un Occidente empeñado en destruirlos

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Bloomberg — Los menores de 25 años en Rusia no han conocido otro mandatario que Vladimir Putin. Por ello, el Kremlin está empeñado en que las nuevas generaciones sigan formándose a imagen y semejanza de su presidente.

Destina cientos de millones de dólares al año a fomentar los valores de Putin y a formar las mentes de los jóvenes rusos. Ya se pueden percibir algunos de estos cambios.

A los niños que regresaron este lunes a las escuelas al inicio del curso académico ruso se les dio la bienvenida con el himno nacional y un izado ceremonial de la bandera, un acto que el Ministerio de Educación ha estado promoviendo que todos los centros escolares celebren cada semana tras la invasión de Ucrania en 2022.

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El gobierno aprobó el mes pasado una política de juventud hasta el año 2030 que pretende formar “una generación de ciudadanos rusos patrióticos, altamente morales y responsables, capaces de garantizar la soberanía, la competitividad y el ulterior desarrollo” del país, según el documento estratégico.

Los adolescentes tendrán este año una asignatura nueva sobre los “principios básicos de la seguridad y la defensa de la Patria”, en sustitución de las clases que se enfocaban más en la seguridad y las situaciones de emergencia.

Recibirán formación sobre armamento, preparación militar básica y la vida en el ejército, en parte impartida por soldados que han participado en la guerra de Rusia contra Ucrania.

Las clases "sistematizarán muchas cosas" en las escuelas, dijo Putin el lunes durante un debate televisado con un grupo de niños en Kyzyl, en la región rusa de Tuva, fronteriza con Mongolia. Los rusos que lucharon en Ucrania fueron un "ejemplo tanto de patriotismo como de nuestras tradiciones centenarias con una actitud especial hacia nuestra Patria", dijo.

El Ministerio de Educación está reescribiendo los libros de historia para transmitir el mensaje de que la guerra que inició Putin no es solo contra Ucrania, sino también contra un Occidente decadente empeñado en destruir Rusia y su tradicional modo de vida ortodoxo.

Las propuestas elaboradas por asesores académicos del gobierno animan a los profesores de historia a incluir a las figuras implicadas en la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia como héroes modernos del país.

Otro programa insta a los profesores a promover entre los estudiantes la importancia de tener familias numerosas para revertir la creciente crisis demográfica de Rusia.

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En algunas universidades, los estudiantes asisten a cursos obligatorios sobre los “fundamentos de la estatalidad rusa” que fueron introducidos por el Kremlin el año pasado para promover el patriotismo y las “doctrinas ideológicas que se han desarrollado dentro de la civilización rusa”, según el Ministerio de Educación.

El Kremlin se juega mucho: Rusia contaba el año pasado con casi 38 millones de personas de entre 14 y 35 años, aproximadamente una cuarta parte de la población total, según datos del Servicio Federal de Estadística.

Se está formando una nueva generación de putinistas que prolongará la existencia del propio régimen”, afirmó Andrei Kolesnikov, investigador independiente de Moscú, que anteriormente trabajó en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. “Están preparando a una generación en el espíritu de la obediencia totalitaria”.

Rusia no es ni mucho menos la única que intenta fomentar un sentimiento de orgullo nacional en sus jóvenes. Los niños de muchas escuelas estadounidenses empiezan el día recitando el juramento de lealtad, mientras que la mayoría de los países europeos tienen programas de ciudadanía en el plan de estudios que pretenden inculcar valores cívicos e identidad nacional.

Sin embargo, la naturaleza cada vez más personalizada del gobierno de Putin, de 71 años, durante su cuarto de siglo en el poder, hace que el esfuerzo de Rusia sea distintivo. El antiguo agente del KGB ha estrechado su control sobre el país eliminando o encarcelando a posibles rivales y aplastando las protestas prodemocráticas.

Con su guerra en Ucrania recrudeciéndose a costa de enormes bajas, el Kremlin está librando una batalla ideológica para unir a los rusos en torno a Putin y tachar de traidores incluso a los críticos más leves. En las elecciones de marzo prorrogó su presidencia otros seis años y puede gobernar potencialmente hasta 2036.

Sólo este año, el gobierno ha destinado 45.800 millones de rublos (US$511 millones) a la educación patriótica de los jóvenes, una cifra ligeramente superior a la del año pasado.

Algunas de las organizaciones juveniles rusas siguen el modelo de los movimientos Pioneros y Komsomol de la era soviética.

Incluyen el Ejército Juvenil, un grupo apoyado por el Ministerio de Defensa, cuyos más de 1 millón de miembros aprenden a marchar, reciben entrenamiento con armas de fuego y participan en actos oficiales del Estado con uniformes de estilo militar. Ha sido sancionado por Estados Unidos y la Unión Europea, que calificó al Ejército Juvenil de “organización paramilitar” que apoya la invasión rusa de Ucrania.

La política estatal también llega a los jóvenes de maneras menos formales.

En marzo, Rusia celebró el Festival Mundial de la Juventud en el balneario de Sochi, en el Mar Negro, que atrajo a invitados de más de 100 países, entre ellos Irán, México y Pakistán. Entre conferencias y mesas redondas a menudo dirigidas por funcionarios estatales y propagandistas, los participantes tuvieron la oportunidad de conocer a celebridades rusas y a la estrella turca de telenovelas Burak Özçivit, muy popular en el país.

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El gobierno invirtió casi 500 millones de rublos (US$5,7 millones) en un juego de ordenador basado en temas patrióticos rusos.

Desarrollado por Cyberia Nova, con sede en Novosibirsk, el juego se lanzó en abril y se centra en el llamado periodo de los Tiempos Difíciles de la historia rusa, a finales del siglo XVI y principios del XVII, cuando el país estaba parcialmente bajo ocupación. El jugador controla a un personaje llamado Yuri Miloslavsky, que se une a una milicia para liberar Moscú de las tropas polacas.

Algunas universidades animan a los estudiantes a mostrar su apoyo a la guerra contra Ucrania también a través de actividades extraescolares. “Vivimos en Rusia y debemos vivir en el presente”, dijo Sergei, un estudiante de informática de 20 años de una universidad técnica de las afueras de Moscú, que forma parte de un club que ayuda a los soldados.

Los campamentos y conferencias juveniles financiados por el Estado prometen a los participantes ascensos profesionales, subrayando un mensaje según el cual el éxito futuro depende de la lealtad incondicional al líder y al Estado.

Sin duda, no está nada claro hasta qué punto tendrán éxito los esfuerzos oficiales por moldear la perspectiva de los jóvenes rusos.

En la época soviética, muchos de los que se unían al Komsomol sólo lo hacían para acceder a los privilegios ligados a la pertenencia al grupo en las universidades, mientras seguían de boquilla la ideología comunista.

En la Rusia moderna, la situación es similar para las familias que no apoyan el régimen de Putin pero tienen que vivir bajo leyes que imponen duros castigos a la disidencia. “Puedo explicar a mis hijos en casa lo que es bueno y lo que es malo”, dijo Alina, madre de dos alumnos en la escuela de la ciudad meridional de Voronezh.

“Aún no hemos llegado al totalitarismo”, afirmó Alexandra Arkhipova, antropóloga rusa afincada en Francia. “Tenemos un sistema autoritario híbrido ruso. Aún no necesita una implicación personal sincera, necesita actuaciones de obediencia”.

--Con la colaboración de Thomas Hall.

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