Latinoamérica ahora necesita más horas para producir lo mismo que en EE.UU.: Cepal

La Cepal instó a los países de Latinoamérica a mejorar las políticas de desarrollo productivo (PDP) para promover la transformación productiva y el crecimiento de la productividad de sus economías

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Bloomberg Línea — La productividad laboral en Latinoamérica se ha estancado e incluso se ha ampliado la brecha con los países más avanzados, lo que refleja la baja sofisticación tecnológica de las estructuras productivas y la necesidad de mejorar la educación y las habilidades de la fuerza de trabajo, concluyó un informe divulgado este jueves 5 de septiembre por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

“Mientras en la década del 50, 60 y 70 en la región se necesitaban alrededor de 2,5 horas de trabajo para producir lo mismo que se producía en una hora en Estados Unidos, ahora en 2023 se necesitaron casi 4 horas trabajador para producir lo mismo”, dijo en la presentación del informe en Santiago de Chile el secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs.

Según el reporte, en términos absolutos, el país con mejor nivel de productividad en la región en 2024 es Panamá, con más de US$45 por hora trabajada, y el de peor desempeño es Haití, con US$3,4 por hora trabajada.

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Heterogeneidad en la productividad laboral

La Cepal llamó la atención sobre una marcada heterogeneidad entre los países de la región en lo que respecta a la productividad laboral.

Muestra de esto es que mientras Panamá presentó un aumento del 151% en la productividad laboral entre 2005 y 2024, que la llevó a reducir su brecha relativa, Venezuela sufrió una caída del 52%.

Además, dicha heterogeneidad se evidencia en la convergencia en Latinoamérica de sectores que se consideran altamente productivos y otros de baja productividad.

También existen brechas en la productividad entre empresas de distintos tamaños y entre distintas regiones de un mismo país, “lo que lleva a una especie de dualismo económico a diferentes niveles”.

El informe señala que “la alta heterogeneidad productiva, incrementada notablemente por la existencia de altas tasas de informalidad laboral y empresarial, dificulta los encadenamientos productivos”.

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“Como famosamente dijo el profesor Paul Krugman (nobel de Economía): ‘La productividad no lo es todo, pero en el largo plazo es casi todo’. Tenemos un serio problema de productividad estancada, (que) está detrás de esta trampa de baja capacidad para crecer”, ahondó Salazar-Xirinachs sobre los resultados del reporte Panorama de las Políticas de Desarrollo Productivo en América Latina y el Caribe, 2024: ¿Cómo promover la gran transformación productiva que requiere la región?

Una de las conclusiones de la Cepal es que “para superar la trampa de bajo crecimiento, que se explica en gran parte por la escasa productividad y por la falta de cambio estructural, es necesario trabajar en múltiples frentes, incluido el mejoramiento de las condiciones fundamentales de la economía”.

Esto supone avanzar en la educación y en las habilidades de la fuerza de trabajo, así como trabajar en la complejidad y sofisticación tecnológica de las estructuras productivas de la región.

Las tres trampas del desarrollo en Latinoamérica, según la Cepal

En la presentación del informe en la sede central de la Cepal, Salazar-Xirinachs expresó que el diagnóstico de América Latina refleja que la región está sumida “en tres trampas del desarrollo”, que son el débil crecimiento económico, la alta desigualdad y las bajas capacidades institucionales y de gobernanza.

“El crecimiento en la última década, del 2014 al 2023, ha sido de un solo 0,9%, que se compara con el 2% al que crecimos en la famosa década perdida de los 80. (...) La trampa de baja capacidad para crecer se viene gestando desde hace por lo menos 70 años, este es un reto que urge abordar”, explicó.

Según el ejecutivo, con crecimientos tan bajos, como 1% o 1,5% sostenidos por décadas, “es muy difícil reducir pobreza e informalidad, crear empleos formales y de calidad y tener recursos fiscales para financiar todas las necesidades del desarrollo”.

Entre otros factores, la Cepal asocia esta baja capacidad para crecer son los bajos niveles de inversión.

América Latina y el Caribe es la región que tiene las más bajas tasas de inversión como porcentaje del PIB en comparación con las otras agrupaciones de otros países considerados, con tasas que han girado alrededor de un 20% del PIB en la última década.

En las economías avanzadas, como EE.UU., Canadá y Europa, las tasas se han ubicado entre el 22 y 25%. En los mercados y en desarrollo estas tasas han girado en el 30% del PIB.

Sin embargo, “la razón más importante detrás de la baja capacidad para crecer de la región es la incapacidad de lograr un crecimiento de la productividad, que por supuesto está relacionado también con las bajas tasas de inversión y con otros temas”, señaló el secretario ejecutivo de la Cepal.

Foco en las políticas de desarrollo productivo (PDP)

La Cepal instó a los países de Latinoamérica a mejorar las PDP para promover la transformación productiva y el crecimiento de la productividad de sus economías, dado que los esfuerzos “son marginales” frente al reto que se tiene y los avances de otras economías.

En los países de la región analizados en el informe se destinan recursos públicos equivalentes a entre el 0,2% y el 1,2% del PIB en las políticas de desarrollo productivo.

No obstante, el organismo considera que son valores muy bajos en comparación con el 3,5% que invierten algunos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

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Asimismo, “predominan los instrumentos de tipo tributario, siendo el 61,5% en el caso de Argentina y el 87% en Brasil. La excepción es Chile, donde prevalecen los instrumentos de subsidios, por encima del 70% del total. Se observa además dispersión de recursos entre múltiples instrumentos de escaso alcance que atomiza los esfuerzos realizados, reduciendo así su capacidad de impacto”, dijo la entidad.

Las oportunidades de mejora propuestas por el organismo tienen que ver con fortalecer la gobernanza multiactor y multinivel, así como las capacidades técnicas, operativas, políticas y prospectivas (TOPP) de las instituciones.

También ha sugerido crear y fortalecer iniciativas clúster en línea con prioridades productivas, potenciar el compromiso de todos los actores -en particular del sector privado- profundizar la territorialización y adoptar una línea estratégica de internacionalización.

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