¿Por qué casi nadie está comprando el hidrógeno verde?

Chile, con la energía eólica, y Australia y Egipto, con la solar, son países que tienen potencial para generar abundante energía renovable

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Bloomberg — La posibilidad de usar hidrógeno como combustible sin emisiones de CO2 ha levantado una gran expectativa.

De los desiertos de Australia y Namibia a los estrechos azotados por el viento de la Patagonia, compañías y gobiernos del mundo entero proyectan construir casi 1.600 plantas para fabricarlo.

Se puede producir el gas de manera limpia mediante electricidad eólica o solar obtenida en un proceso que escinde la molécula del agua. Pero hay un problema: en la mayor parte de esos proyectos no hay ni un solo cliente dispuesto a comprar este combustible.

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Entre el puñado de países con algún tipo de acuerdo de compra de combustible, casi todos tienen acuerdos imprecisos y no vinculantes que podrían descartarse silenciosamente si los posibles compradores se retirasen.

De ahí que muchos de los proyectos que actualmente promocionan a bombo y platillo los países que pretenden convertirse en “la Arabia Saudita del hidrógeno” seguramente nunca se construirán.

Según BloombergNEF, únicamente el 12% de las centrales de hidrógeno que se consideran bajas en carbono porque no utilizan gas natural o mitigan las emisiones tienen clientes con acuerdos de uso del combustible.

“Nadie en su sano juicio va a iniciar un proyecto de producción de hidrógeno si no tiene un comprador, y tampoco ningún banquero prestará dinero a un promotor de proyecto sin tener la certeza suficiente de que habrá alguien que compre el hidrógeno”, explica Martin Tengler, analista del BNEF.

Resulta sencillo comprender por qué los partidarios del hidrógeno perciben tanto potencial. La molécula puede ser fundamental para que el planeta logre cero emisiones netas de carbono en su lucha contra el cambio climático.

Cuando se quema en una turbina o se alimenta a través de una celda de combustible, produce energía sin arrojar gases de efecto invernadero al aire. En la actualidad, casi toda la que se emplea se extrae del gas natural, pero su producción a partir del agua y las energías renovables no emite carbono alguno.

Muchos analistas no ven otra forma de descarbonizar el acero, el transporte marítimo y otras industrias que no pueden funcionar fácilmente con electricidad. BNEF predice que necesitaremos utilizar 390 millones de toneladas de hidrógeno al año en todo el mundo en 2050 para eliminar las emisiones de carbono de la economía mundial, más de cuatro veces la cantidad utilizada hoy en día.

Pero no es un cambio sencillo. La mayoría de las empresas que podrían funcionar con hidrógeno necesitarían nuevos y costosos equipos para utilizarlo, un salto que se resisten a dar.

El hidrógeno producido con energías limpias cuesta cuatro veces más que el producido con gas natural, según BNEF. Y es difícil construir la infraestructura para suministrar hidrógeno, no sólo plantas para fabricarlo sino tuberías para transportarlo- cuando la demanda puede no materializarse durante años.

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“No es diferente de cualquier otro desarrollo energético a escala. Los gasoductos de gas natural no se construyeron sin clientes”, afirma Laura Luce, CEO de Hy Stor Energy. Su empresa tiene una carta de intenciones exclusiva para suministrar hidrógeno a una fábrica de hierro que la sueca SSAB SA planea construir en Mississippi.

Los países con potencial para generar abundante energía renovable, como Chile con la eólica y Australia y Egipto con la solar, han anunciado grandes objetivos para fabricar el combustible, a menudo para la exportación. Sólo en China se han anunciado más de 360 plantas, según BNEF.

La UE se ha fijado el objetivo de producir 10 millones de toneladas métricas de hidrógeno sin carbono para 2030 e importar una cantidad igual. En Estados Unidos, el presidente Joe Biden ha dedicado US$8.000 millones a la creación de “centros de hidrógeno”, agrupaciones de empresas que fabrican y utilizan este combustible.

Andy Marsh, CEO de Plug Power Inc, afirma que su empresa tiene en marcha trabajos de ingeniería y diseño de proyectos europeos que, en conjunto, utilizarían unos 4,5 gigavatios de energía renovable para generar hidrógeno.

“Si la mitad llega a buen puerto, estaremos contentos”, afirma. “Si una cuarta parte llega a fructificar, estaremos contentos”. Aunque la UE ha fijado objetivos ambiciosos, dice Marsh, los Estados miembros siguen incorporándolos a sus propias normativas, lo que retrasa las inversiones privadas.

En EE UU, la industria y la administración Biden siguen regateando sobre los requisitos para solicitar créditos fiscales para el hidrógeno en virtud de la ley federal. Los proyectos destinados a la exportación, mientras tanto, se enfrentan a obstáculos adicionales. A diferencia del gas natural o el petróleo, aún no existe un sistema global para el envío de hidrógeno. Transportar hidrógeno requiere sobreenfriarlo, comprimirlo o transportarlo en otra forma más manejable como el amoníaco, que combina hidrógeno con nitrógeno.

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Werner Ponikwar, CEO del fabricante de equipos de hidrógeno Thyssenkrupp Nucera AG, considera que las tuberías son una buena opción, pero muchos aspirantes a exportadores de hidrógeno no podrían llegar a sus clientes potenciales a través de ellas.

“Si hay que salvar un océano, eso es más difícil”, afirma. Muchos prevén una eliminación silenciosa de los proyectos con más aspiraciones. Algunas plantas propuestas ya han sido archivadas.

Ponikwar dice que los que tienen más probabilidades de éxito hoy en día son los que incluyen “todo el ecosistema”, ubicando una planta de hidrógeno cerca de una fuente de energía limpia, con un cliente listo cerca.

Su empresa, por ejemplo, está suministrando equipos a una planta de hidrógeno en el norte de Suecia que a su vez alimentará una acería que está desarrollando H2 Green Steel, que ha conseguido €6.500 millones (US$6.900 millones) de financiación para el proyecto. La abundante energía hidroeléctrica de la región proporcionará la electricidad, y Mercedes-Benz Group AG ha acordado comprar 50.000 toneladas métricas de acero de la acería al año.

“Con el acero ecológico, hay un mercado interesado en comprarlo y está dispuesto a pagar una prima por él”, afirma Ponikwar.

Hy Stor tomó un camino similar, diseñando un proyecto que se ubicará cerca de su cliente SSAB.

El proyecto de la empresa en Misisipi utilizará energía eólica y geotérmica in situ para producir el hidrógeno, almacenándolo en una cúpula de sal subterránea. Otros clientes están ahora interesados en el hidrógeno del proyecto, afirma Luce.

Aunque la construcción no ha comenzado, su objetivo es que el proyecto esté en marcha en 2027. “No construimos un proyecto y luego fuimos a intentar vendérselo a la gente. Construimos un proyecto en torno a un cliente”, afirma Luce. “Siempre pienso que los proyectos en torno a un cliente encuentran la forma de construirse”.

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