¿Hasta cuándo Latinoamérica podrá depender del petróleo? La diversificación es el reto

La región debería apostar por diversificar su canasta y desarrollar el potencial otros sectores económicos. Sin embargo, la focalización de los recursos puede ayudar a que países petroleros, como Guyana, puedan atender sus retos sociales históricos

Plataformas marinas de Petróleos Mexicanos producen petróleo en el campo Ku-Maloob-Zaap, en el Golfo de México, a 65 millas al noreste de Ciudad del Carmen, México.
16 de agosto, 2024 | 05:00 AM

Bloomberg Línea — Si bien la dependencia de los ingresos petroleros y gasíferos en países como Colombia y México obedece a las características de cada mercado, Latinoamérica sí debe reducir su exposición a estas fuentes por medio de la diversificación de su canasta exportadora y mejorar la efectividad del gasto, evitando subsidios generalizados al consumo de energías fósiles, dijo a Bloomberg Línea el jefe de la Unidad de América Latina y el Caribe del Centro de Desarrollo de la OCDE, Sebastián Nieto.

Los subsidios generalizados a la energía, por ejemplo, “pueden ser inclusive regresivos”, por lo que es algo que sí se debe repensar e ir disminuyendo en varios países de América Latina, señaló el ejecutivo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en una videollamada atendida desde París.

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Las fuentes alternativas para la recaudación de ingresos incluyen los impuestos medioambientales, que representan cerca del 1% del PIB en Latinoamérica, mientras que en los mercados de la OCDE esta contribución llega al 2%, anotó.

“No es una solución única. Tenemos que ver también cómo cualquier medida de cambio en el sistema tributario tiene que ser compensada o no por el lado del gasto, con una focalización bien establecida, por ejemplo, en las poblaciones más vulnerables cuando hablamos de estos impuestos relacionados al medioambiente”, apuntó Nieto.

La diversificación de la canasta exportadora, en tanto, parte de la identificación de los sectores con mayor valor agregado y mayor generación de empleo formal, con una estrategia bien definida de transición energética por medio de los planes nacionales de desarrollo. El desafío, para el experto, es que la integración intrarregional sigue siendo frágil y solo un 15% del comercio de los países de la región va para América Latina.

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En esto coincide el sector petrolero, al señalar que la región debería adoptar un enfoque equilibrado que reconozca tanto la importancia del sector en las economías de la región como la necesidad de avanzar hacia la diversificación energética sostenible.

“Recientemente, hemos visto un cambio en el paradigma mundial en el cual la seguridad y la autosuficiencia energética han recobrado un papel fundamental. En temas energéticos no debe haber fuentes buenas y malas. Tenemos que tenerlas todas y garantizar precios competitivos”, indicó Frank Pearl, presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), a Bloomberg Línea.

El petróleo en Latinoamérica: “No hay un solo modelo de desarrollo”

En opinión de Nieto, la dependencia de ciertos países de Latinoamérica a los ingresos petroleros no le ubica en desventaja con los países miembros de la OCDE, ya que “no hay un solo modelo de desarrollo a seguir, hay diferentes sendas”, de acuerdo con las dotaciones iniciales, las demandas de los ciudadanos y los aspectos históricos.

En este sentido, señaló que para que la transición verde sea sostenible y justa, Latinoamérica debe garantizar también la transición fiscal y productiva, con un sistema tributario que le garantice la sostenibilidad de la deuda y, por supuesto, la solvencia del Estado.

La buena focalización de los recursos puede ayudar a que países de la región con importantes ingresos petroleros, como Guyana, puedan atender sus desafíos sociales históricos y generar un desarrollo inclusivo.

La transición energética ha cobrado más fuerza en la agenda de los Gobiernos en Latinoamérica, pero las principales interrogantes se centran ahora en la velocidad para adoptarla.

Hay que apostarle a inversiones público-privadas en sectores que pueden generar valor agregado y empleo formal. Se necesitan consensos y un proceso gradual

Sebastián Nieto, jefe de la Unidad de América Latina y el Caribe del Centro de Desarrollo de la OCDE

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A finales de julio de 2024, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, expresó que “el mundo no está preparado” para abandonar los combustibles fósiles y que su país seguirá explorando crudo.

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“Soy favorable a una transición energética, pero la realidad es que el mundo aún no está preparado” para dejar los hidrocarburos, expresó el mandatario brasileño, aunque sí quiere que “dentro de unos años no se explote más petróleo”.

Es en esta línea en la que Frank Pearl, presidente de la ACP, defiende que la transición debe ser ajustada a cada país y que la exposición a los ingresos fiscales de los hidrocarburos no debería reducirse.

“Por el contrario, en términos absolutos, los ingresos y los valores agregados derivados del sector deben aumentar, y simultáneamente hay que avanzar en la diversificación para que en términos relativos de manera gradual y ordenada vayan disminuyendo en las próximas décadas”, expresó.

Sobre Colombia, dijo que la transición debe ser “a la colombiana”, pues todavía hay millones de personas en condiciones de pobreza y persiste la desigualdad. “Contar con el sector hidrocarburos puede evitar que se genere estancamiento económico y que se avance en el cierre de brechas sociales”, insistió.

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Los ingresos fiscales y la volatilidad del petróleo en LatAm

De acuerdo a cifras aportadas por la OCDE, en el caso de Latinoamérica y el Caribe, los ingresos fiscales del gobierno general provenientes de la exploración y producción de petróleo y gas representaron el 4,4% del PIB en 2022 (sus últimas cifras disponibles).

El promedio de la recaudación tributaria como proporción del PIB de la región fue de 0,3 puntos porcentuales (p.p.), más alto que en 2021 (21,3% del PIB), con cambios variados en los distintos mercados regionales, según el reporte Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe 2024.

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En el 2023, factores como la incertidumbre y la volatilidad de los precios impactaron fuertemente los ingresos fiscales provenientes de recursos naturales no renovables en la región y se estima que estos representaron el 3,9% del PIB en ese año. Sin embargo, para 2023 el estimado de Guyana es de 9,9% del PIB.

La exposición de la región a la volatilidad del crudo es clave. El petróleo (la referencia WTI) ha caído por lo menos un 7,5% desde su máximo registrado en julio (US$81,34), de acuerdo con cifras de Bloomberg. Con corte al 15 de agosto de 2024, el crudo tuvo una breve recuperación después de dos días de caídas consecutivas, tocando incluso los US$76,86 por barril.

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El movimiento en los precios de las referencias WTI y Brent se ha dado, en especial, por cuenta de las amenazas de una intensificación del conflicto en Medio Oriente, en especial entre Israel e Irán, así como por una peor perspectiva de consumo en China y menor demanda de gasolina en el país, a medida que los combustibles limpios acaparan el mercado.

En una reciente entrevista con Bloomberg Línea, el director del Banco Mundial para Chile, Perú, Bolivia y Ecuador, Issam Abousleiman, dijo sobre el caso de las industrias extractivas que países como Chile y Perú mantienen un trabajo contracíclico bueno, “con una política macroeconómica y también monetaria muy prudente”, pero del otro lado hay mercados que sufren porque “van en alta y baja” cada vez que hay una bonanza de precios.

En este sentido, instó a los mercados de la región a apelar a la diversificación de sus canastas y desarrollar el potencial de más sectores de la economía para impulsar el crecimiento, la creación de trabajo y la reducción de pobreza, pero también para reducir el riesgo de “la dependencia que tienen en términos de los ingresos”.

El peso de los hidrocarburos en las exportaciones

Se estima que las actividades económicas basadas en los recursos naturales representan hasta un 50% (Cepal) de las exportaciones de Latinoamérica, que se enfrenta al desafío de diversificar su canasta de bienes y también su matriz energética a medida que la transición energética avanza y minerales estratégicos como el litio y el cobre cobran mayor protagonismo.

La dependencia de Latinoamérica y el Caribe a las exportaciones del grupo material de combustibles fósiles saltó del 15,4% entre 2000-2002 (participación en el PIB) al 21,3% de 2010-2012, durante el ‘boom’ de las materias primas. No obstante, desde entonces esta contribución cayó al 11,7% en 2016-2018 y luego al 10% en 2019-2021, de acuerdo con un reporte de la Cepal, titulado Panorama de los recursos naturales en América Latina y el Caribe 2023.

En Latinoamérica, algunos de los países más dependientes a las exportaciones de combustibles fósiles incluyen a mercados como Venezuela (72,3%), Colombia (48,1%) y Guyana (47,1%).

América Latina es una región privilegiada que está alejada de conflictos geopolíticos, goza de potencial geológico atractivo y cuenta con costos de operación relativamente competitivos. Debemos consolidar una región con incentivos fiscales, condiciones contractuales estables, eficiente en trámites administrativos y competitiva que atraiga la inversión.

Frank Pearl, presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP)

Esta tendencia continuará, de acuerdo con el presidente de la ACP, pues “sin el gas y sin el petróleo no hay seguridad energética, y difícilmente se logrará la transición energética justa”.

Según dijo Pearl a Bloomberg Línea, hacia 2030 se espera que América Latina produzca más de 3,3 millones de barriles por día, lo que la ubicaría como la región del mundo que pondría más barriles en el mercado, en concordancia con las agencias energéticas del mundo, que han indicado que el petróleo y el gas se necesitarán más allá de 2050 y 2060.

Entre tanto, la dependencia a las importaciones en Latinoamérica pasó del 7,5% (2000-2002) a 14,6% (2010-2012). Luego cayó a 11,8% (2016-2018) y volvió a repuntar a 12,4% en (2019-2021).

“Respecto al grado de dependencia de las exportaciones e importaciones de recursos naturales, la región como bloque se ubica en el rango moderado, aunque la tendencia ha sido creciente en el período analizado, lo que evidencia una reprimarización de la economía”, según la Cepal.

Se tiene además que los ingresos públicos provenientes de la extracción de hidrocarburos en proporción del PIB pasó del 1,6% en 2000-2002, subió 2,4% en 2010-2012 y volvió a caer al 1,4% en 2019-2021.

En la región, el grupo material que tiene la mayor participación en la extracción nacional de la región es la biomasa, con una participación del 48,6% en 2017-2019, mientras que los combustibles fósiles han tenido menor participación y la redujeron a poco menos del 7% en ese mismo período.