Opinión - Bloomberg

La economía mexicana necesita una revolución femenina

Población en Latinoamérica
Por Juan Pablo Spinetto
15 de agosto, 2024 | 07:00 AM
Tiempo de lectura: 5 minutos

Bloomberg — Si se pusiera en el lugar de un encargado de formular políticas en México, le aseguro que no le agradaría lo que ve: una inflación que rebasa el 5,5%, el máximo déficit fiscal desde los años ochenta y el descenso del consumo interno debido a la ralentización de la actividad en EE.UU., el mayor socio comercial de este país. Sin mencionar las tasas de interés de dos dígitos.

Varios analistas privados consideran que la economía apenas crecerá un 1% este año y en el 2025. Asimismo, la primera presidenta electa del país asume su cargo el 1 de octubre rodeada de grandes expectativas y con el propósito de corregir las injusticias históricas existentes en el país (léase: ¡más gasto!).

¿Qué harías?

Es indudable que el muy cualificado equipo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México tiene numerosas ideas para disminuir el despilfarro, optimizar la gestión de la deuda, captar nuevas inversiones y potenciar la formalidad, al tiempo que se reduce la evasión fiscal. Todo esto es urgente y se necesita.

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Sin embargo, si miramos más allá de lo coyuntural, tal vez la decisión más trascendente que puede adoptar el gobierno mexicano es impulsar políticas que garanticen que más mujeres accedan a empleos remunerados y de calidad.

Desmantelar las barreras extremadamente altas a las que se enfrentan las trabajadoras que quieren incorporarse al mercado laboral, sobre todo en el segmento formal, no es únicamente una obligación moral: es también un imperativo para que la segunda mayor economía latinoamericana logre una aceleración en su tasa de crecimiento, que ha promediado apenas un 1,6% anual en los últimos veinte años.

Al inicio del gobierno de Claudia Sheinbaum, su promesa de realzar el papel de la mujer en la sociedad ha de traducirse en mejores y más equitativos empleos, ya que solo así México se hará más dinámico y justo.

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La disparidad entre la participación de hombres y mujeres en la fuerza laboral mexicana en el 2023 fue superior a 30 puntos porcentuales (77,4% frente a 46,8%), lo que supone una de las brechas más grandes de Latinoamérica y el Caribe y 7 puntos porcentuales sobre el promedio regional.

Esto es en realidad dinero que México pierde al no ofrecer a las mujeres buenas condiciones para incorporarse al mercado de trabajo remunerado ni retenerlas una vez que empiezan a formar una familia.

Además, nutre muchos otros males económicos, que van desde la escasez de mano de obra en determinados sectores hasta inclusive presiones inflacionarias, en una época en que las tasas de fecundidad se están desplomando.

Un informe del Banco Mundial mencionado por la Secretaría de Hacienda indica que si México consiguiera cerrar totalmente la brecha de género (es decir, que la tasa de participación de las mujeres se igualara a la de los hombres), el producto interior bruto per cápita del país sería un 22% mayor. ¡Una grandísima diferencia!

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Gráfico de fuerza laboral mexicana por género

La baja participación femenina en la fuerza laboral mexicana está intrínsecamente vinculada a la carga enormemente desproporcionada que aún enfrentan las mujeres al cuidar de sus familias y sus hijos, además de otras desigualdades perennes. Según el Banco Mundial, las mujeres mexicanas dedican 2,5 veces más tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

El país no cuenta con un sistema nacional de cuidados adecuado y las madres se ven obligadas a abandonar el mercado laboral para centrarse en sus hijos o en los adultos mayores, dice Fernanda García, investigadora del centro de estudios IMCO con sede en Ciudad de México. Las empresas privadas, a pesar de sus promesas, carecen de políticas sólidas que favorezcan la inclusión y los horarios flexibles.

El problema no es nuevo ni exclusivo de México; India es otra gran economía emergente que sufre graves problemas como resultado de la disparidad de género en su fuerza laboral.

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De hecho, México ha experimentado una mejora relativa en la tasa de participación en los últimos años (creció alrededor de cuatro puntos porcentuales desde el 43% en 2010), pero el aumento sigue siendo demasiado moderado como para cambiar el panorama general. Todavía está muy por detrás en comparación con las economías más grandes de América Latina.

Si México tuviera la misma tasa de participación de Perú, más de 10 millones de mujeres adicionales formarían parte de su fuerza laboral remunerada, lo que impulsaría los ingresos personales, los niveles de vida y los recursos fiscales tan necesarios.

“A este ritmo, alcanzar la paridad de género parece algo a muy largo plazo”, me dijo García. “Tenemos que invertir en políticas de género para acelerar el proceso”.

Gráfica de participación femenina en economía de LatAm

Existen muchas opciones de política para abordar estas carencias.

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El Fondo Monetario Internacional, que desde hace tiempo aboga por que México fortalezca la participación femenina en la fuerza laboral, recomienda desde mejorar las licencias por maternidad e invertir más en atención de la salud materna y el cuidado infantil hasta garantizar salarios iguales para trabajos similares y reducir el trabajo de cuidado familiar no remunerado.

Y para ser justos, ha habido avances, en particular en la paridad de representación política, incluso si el presidente Andrés Manuel López Obrador cerró de manera polémica un programa que apoyaba a las guarderías infantiles.

El problema es que, con más de la mitad de la fuerza laboral ocupada en el sector informal (es decir, unos 32 millones de personas), las políticas públicas y la aplicación de las leyes tienen un impacto limitado.

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Y esto no es sólo tarea de las autoridades; el sector privado tiene un papel clave que desempeñar en el apoyo al empoderamiento económico femenino, por ejemplo, promoviendo a las mujeres en puestos de alta dirección y gerenciales, áreas en las que México también está muy rezagado .

Mientras tanto, el impulso del regreso a la oficina después de la pandemia está castigando a las mujeres al reducir la flexibilidad laboral, obligándolas a trasladarse a los mercados informales y convertirse en empresarias.

Y las mujeres también siguen estando subrepresentadas en las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, donde representan apenas el 30% de los graduados en comparación con el 60% en las graduaciones universitarias en general, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo basado en datos de las Naciones Unidas. Eso amplifica las disparidades laborales y salariales.

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Pero, sobre todo, no debemos olvidar que estas crudas estadísticas y la macroeconomía global destilan millones de historias personales sobre carreras truncadas y sueños destrozados. Ayudar a las mujeres a hacer realidad sus aspiraciones profesionales también consiste en corregir esas injusticias.

En sus discursos de campaña, Sheinbaum dijo en repetidas ocasiones que su llegada al poder representaba la llegada de todas las mujeres mexicanas. Grandes palabras. Ahora necesita traducirlas en un crecimiento laboral concreto para las mujeres, en lugar de dejarlas aferradas a más simbolismos políticos vacíos.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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