Opinión - Bloomberg

Se debe subsidiar la energía solar y eólica, no los vehículos eléctricos

Los subsidio domésticos prueban ser efectivos de acuerdo con este estudio, cuando se utilizan a través del tiempo nuevas tecnologías energéticas.
Por Tyler Cowen
30 de julio, 2024 | 07:00 AM
Tiempo de lectura: 4 minutos

Bloomberg — Nos guste o no, el planeta va a estar muy por detrás de sus objetivos fijados para reducir las emisiones de carbono.

Ante esta realidad, ¿qué políticas que suelen impulsar los defensores de las energías verdes, como los impuestos sobre el carbono, las normativas sobre emisiones, las subvenciones a la energía solar, los créditos fiscales a los VE, etc., son más efectivas y deben ser prioritarias?

A los economistas nos sobran los instrumentos para abordar estas interrogantes.

Independientemente de sus limitaciones, la economía continúa siendo útil cuando se trata de contrastar un determinado conjunto de gastos con otro, en particular si existe un objetivo fijo, en este caso el de limitar los efectos perjudiciales del cambio climático.

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Según un reciente estudio, entre todos los subsidios nacionales, las más efectivas son las que sustituyen la producción sucia de electricidad por otra más ecológica.

En la práctica, eso se traduce en subsidios o créditos fiscales a la energía solar y eólica. Estas son más del doble de efectivas que los descuentos en electrodomésticos, la climatización de viviendas o las subvenciones para la compra de VE o híbridos.

En la actualidad, las políticas locales y nacionales conceden subsidios tanto a los VE como a la energía solar y eólica, si bien las especificidades varían. Convendría que EE.UU. destinara más fondos a subsidiar la energía solar y eólica.

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Sin embargo, los defensores de la energía verde tienden a apoyar los subsidios públicos para cualquier política que reduzca las emisiones. “Menos dinero para vehículos eléctricos” no es el tipo de mensaje que necesariamente quieren transmitir.

No obstante, en un mundo de escasez y apoyo limitado a los proyectos de energía verde, es necesario reflexionar detenidamente sobre las compensaciones que hay que hacer.

En lo que respecta a las políticas de energía verde, muchos países tienen problemas para cumplir con sus compromisos. Australia, por ejemplo, derogó su impuesto al carbono hace una década, y muchas naciones hablan de un futuro de cero emisiones en términos más vagos y con plazos más flexibles.

El Reino Unido se comprometió a alcanzar cero emisiones netas para 2050, pero no está en vías de cumplir los objetivos intermedios. Es una locura apoyar ciegamente una estrategia que abarque todo lo anterior.

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Por lo tanto, tenemos que elegir, y este documento ofrece pautas.

Existen muchos debates en materia de política energética sobre cuál es exactamente el costo social de las emisiones de carbono, pero estos resultados son relativos, ya que comparan una política con otra, y no requieren ninguna respuesta particular para los costos del carbono.

Otro resultado es más especulativo, debido a las limitaciones de los datos, pero intrigante: Estados Unidos puede obtener más beneficios apoyando políticas de energía verde en otros lugares. Si Estados Unidos subvencionara el abandono de las estufas de carbón en Kenia, eso podría generar rendimientos relativos muy altos, superiores a los de cualquier política interna.

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Esos rendimientos son aún mayores si se tiene en cuenta el bienestar de los kenianos y de los habitantes de otros países. Resultados relacionados muestran una alta eficacia de los subsidios para limitar la quema de arrozales, que genera emisiones de carbono.

Dicho esto, la ayuda exterior de cualquier tipo suele ser políticamente impopular, incluso si beneficia a los estadounidenses. Por lo tanto, los políticos pueden tener que hacer concesiones entre eficacia y popularidad.

Según este estudio, los subsidios internos también pueden resultar eficaces, principalmente por la experiencia que permiten. Es decir, cuando una empresa o industria emplea una nueva tecnología energética, con el tiempo la hace mejor y se vuelve mucho más barata.

Los empresarios tienen incentivos para producir versiones más baratas para venderlas en un mercado ahora más grande, y este crecimiento del tamaño del mercado a su vez genera incentivos para innovar nuevamente. Esta suposición, que hasta ahora ha demostrado ser realista, ayuda a que los subsidios a la energía solar sean especialmente potentes.

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Los incentivos para consumir menos energía son otra alternativa de política y, a menudo, tienen la ventaja de un bajo costo inicial. Son valiosos cuando los consumidores están conectados a una red eléctrica relativamente contaminante, pero lo son menos a medida que las fuentes de energía se vuelven más ecológicas.

Como mínimo, este estudio ofrece una orientación implícita a los defensores de la energía verde. Puede resumirse en dos consejos prácticos:

  • Ponga la mayor parte de sus esfuerzos en promover la energía solar.
  • No priorizar el impulso a los vehículos eléctricos.

Los esfuerzos internacionales coordinados siguen siendo una apuesta más arriesgada, pero con posibles réditos mayores. Tal vez algún país en desarrollo invierta los recursos necesarios para demostrar que haría un buen uso de los subsidios a la energía verde.

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La energía verde no suele ser una prioridad para los países más pobres, ni debería serlo, pero ésta puede ser una manera de captar algunos dólares adicionales de ayuda extranjera, en beneficio de todas las partes.

En la campaña para reducir las emisiones de carbono es bastante fácil hablar de progreso, pero en la política climática, como en otros ámbitos, sigue siendo difícil escapar a la lógica básica de las compensaciones.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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