Opinión - Bloomberg

El próximo cisne negro del mercado será el cambio climático

Dinero
Por Mark Gongloff
28 de julio, 2024 | 02:00 AM
Tiempo de lectura: 5 minutos

Combatir el cambio climático es complicado en gran medida porque los seres humanos son peculiares. Es arduo conseguir que se inquieten por su propio bienestar futuro y mucho menos el de futuras generaciones al completo.

Las personas malgastan sus fondos de jubilación y se saltan el día de ejercicios de piernas en el gimansio. ¿Realmente crees que se preocupan por sus bisnietos imaginarios?

Sin embargo, a las personas sí les importan los precios de las acciones.

Se han forjado imperios mediáticos enteros y lucrativas carreras hablando de cotizaciones bursátiles. En contraste con los detalles confusos de la vida de los descendientes que aún no han nacido, los precios de las acciones son concretos. La línea sube, la línea baja. Es sencillo.

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Así que tal vez esto llame la atención: el cambio climático será muy, pero muy malo para los precios de las acciones.

De acuerdo con un nuevo estudio del Instituto de Impacto Climático EDHEC-Risk, de no hacerse más para detener el calentamiento global provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero, las valoraciones de las acciones globales se verán afectadas en un 40%.

Si se toman en cuenta los “puntos de inflexión” que aceleran el cambio climático, como la muerte de la selva amazónica o una gran explosión de gas por el derretimiento del permafrost, las pérdidas del mercado ascienden al 50%.

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Por otra parte, si el mundo se organiza y limita el calentamiento a 2° centígrados por encima de los promedios preindustriales, el impacto en los precios de las acciones será de apenas entre el 5% y el 10%.

Un aspecto clave a tener en cuenta aquí es que no se tratará de pérdidas puntuales, advirtió en un seminario web el autor principal Riccardo Rebonato, profesor de finanzas de la Escuela de Negocios EDHEC de Londres y ex ejecutivo de Pimco. No habrá una vuelta a la media. Lo más probable es que se trate de un largo viaje por el desierto como las Décadas Perdidas de Japón.

“Después de la COVID-19, sufrimos una pérdida masiva de PIB, pero luego nos recuperamos. En este caso, parece que hay un viento en contra, que es continuo y sin recuperación”, dijo Rebonato. “Podría ser la generación perdida por el clima en términos de rentabilidad de las acciones”.

El estudio de EDHEC pronostica pérdidas bursátiles mucho mayores que la mayoría de los demás estudios, señaló Rebonato. Esto se debe en parte a que esos otros estudios se centraron en los costos de la transición de la economía global a la energía renovable en lugar de en los estragos mucho mayores que el cambio climático causará al crecimiento.

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El estudio de Rebonato, que tiene en cuenta tanto la transición como los daños, es más coherente con el reciente documento de la Oficina Nacional de Investigación Económica que estima un impacto del 12% en el PIB mundial por cada grado Celsius de calentamiento.

Y el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático advirtió recientemente que ya está prevista una caída del 19% en los ingresos mundiales para 2050, incluso si reducimos agresivamente las emisiones a partir de hoy. Estimó US$38 billones de dólares en pérdidas cada año como resultado de un clima caótico.

Muchos investigadores ignoran el daño climático con la teoría de que, como se trata de un fenómeno muy lejano, el mercado lo descontará considerablemente. Pero el estudio de EDHEC sostiene, de manera convincente, que los inversores valorarán cada vez más el dinero a medida que la economía se debilite.

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Así que, en los primeros días del cambio climático, cuando el crecimiento económico todavía es relativamente fuerte, a los inversores no les importarán tanto las pérdidas futuras.

¡De todos modos, somos ricos! ¡Compremos un yate! (movamos el día de piernas otro día en el calendario). Pero a medida que el calentamiento avance y las pérdidas aumenten, esas pérdidas se volverán mucho más dolorosas. Los descuentos serán gradualmente algo del pasado, como los glaciares y la nieve .

Y, al igual que los objetos que se ven en el espejo retrovisor, los daños causados por el cambio climático ya están más cerca de lo que parecen. Los desastres climáticos costaron a la economía mundial US$1,5 billones en la década de 2010, según la Organización Meteorológica Mundial, casi diez veces más que en la década de 1970, una vez ajustados los efectos de la inflación.

La reaseguradora Swiss Re ha sugerido que las pérdidas aseguradas por catástrofes naturales se duplicarán en la próxima década .

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Pero esas cifras subestiman drásticamente los posibles efectos del cambio climático sobre el crecimiento económico.

Como señala Rebonato, el calor extremo, el aumento del nivel del mar y otros efectos duraderos del calentamiento global causarán mucho más daño a la salud y la productividad humanas que desastres individuales como huracanes o incendios forestales.

“Quizás nos estamos centrando demasiado en los eventos catastróficos en lugar de en los daños crónicos”, dijo Rebonato. “Hay un aspecto crónico en términos de pérdida de productividad, la pérdida de eficiencia, que es menos visible y más insidiosa y creará un lastre continuo”.

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De ahí lo de Generación Perdida.

El estudio de EDHEC es otro recordatorio de que el costo estimado de US$215 billones (y en aumento ) para evitar el peor calentamiento global eventualmente palidecerá en comparación con el costo de no molestarse. Y por grandes y confusas que puedan parecer estas estimaciones, Rebonato las considera conservadoras.

Por un lado, su modelo asume que los bancos centrales globales siempre reducirán las tasas de interés cuando el crecimiento económico sea malo. Como todos sabemos, las tasas de interés bajas hacen que las tasas suban.

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Pero las pandemias, las sequías y otras perturbaciones globales también aumentan la inflación y la deuda pública. Eso limita hasta qué punto los bancos centrales pueden ser favorables al mercado.

Otro hallazgo clave del estudio de EDHEC es que estas estimaciones de daños aún no están cerca de incorporarse a los precios de los mercados. Muchos analistas han buscado una prima de riesgo climático a lo largo de los años y solo han encontrado rastros.

Hasta cierto punto, eso tiene sentido: en este momento solo podemos hacer conjeturas sobre los daños. Y tal vez los mercados asuman con optimismo que evitaremos lo peor. Pero también podríamos ser como esas personas que no ahorran para la jubilación, caminando sonámbulos hacia un día en que nuestra incapacidad para imaginar el futuro nos deje sin futuro en absoluto.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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