Opinión - Bloomberg

Joe Biden se retira con elegancia

Biden
Por Bloomberg Editors
22 de julio, 2024 | 12:04 PM
Tiempo de lectura: 2 minutos

Ya se lamentó Trotsky: “la vejez es la más inesperada de todas las cosas que pueden sucederle a un hombre”. Joe Biden es consciente de ello. En contra de todos sus instintos de político de carrera, por no decir de la naturaleza humana, este domingo ha renunciado a las garras del poder en beneficio del país. Fue una elección honorable.

No cabía duda de que era demasiado mayor para la batalla que se le avecinaba.

A raíz de su lamentable actuación durante el debate presidencial del 27 de junio, no cesaron de producirse filtraciones que ponían de manifiesto las disminuidas capacidades de Biden.

Las encuestas se desplomaron. Los donantes se revelaron y los aliados flaquearon. Ni siquiera eminencias del partido como Nancy Pelosi le ofrecieron el más tímido de los apoyos.

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Las declaraciones de la Casa Blanca, cada vez más confusas, no convencieron a nadie. El público vio lo que vio, y el presidente ya estaba acabado.

No hay nada de que avergonzarse. A todo el mundo nos llega el momento.

Más en concreto, Biden ha prestado servicio a la nación durante cincuenta años, a menudo a expensas de sacrificios personales.

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Su trayectoria, que abarca treinta y seis años en el Senado y casi doce en la Casa Blanca, tiene muy pocos parangones en la historia de Estados Unidos. Y no menos importantes: los demócratas siempre le recordarán como el hombre que impidió un segundo y desastroso mandato de Donald Trump en 2020.

El hecho de que Biden continuase siendo el candidato estaba poniendo en peligro ese triunfo.

Perdiendo a nivel nacional y en prácticamente todos los estados disputados, el presidente solo disponía de un estrechísimo sendero hacia su reelección. Su obvio declive sería la historia central, tal vez la única, de los meses que quedaban hasta el final de la campaña.

Para un partido que ve a Trump como un peligro único para el país, la persistencia de Biden empezaba a verse más como egoísmo. Al declinar optar por un segundo mandato, apenas el séptimo presidente que lo ha hecho, ha antepuesto el país y ha hecho lo correcto.

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¿Qué pasa ahora con la fórmula demócrata?

El debate abierto debería ser la prioridad. La vicepresidenta Kamala Harris es la heredera obvia de la nominación de Biden, pero los principales contendientes deberían tener la libertad de exponer sus argumentos, ahora y en la convención del partido el 19 de agosto.

Eso puede hacer que el proceso de nominación sea más caótico de lo esperado, pero esa fue la norma en este país durante 140 años. Menos gestión escénica y más negociación sustancial serían saludables, tanto para el partido como para la política estadounidense.

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Sea cual sea el candidato que surja, debe articular una agenda que responda a las preocupaciones expresadas por los votantes, en particular sobre la inflación y la inmigración.

Debe enfatizar que las ideas de Donald Trump, sobre esos temas y muchos otros, probablemente empeoren las cosas. También debe resistir la tentación de caer en el teatro de la guerra cultural, de la que el país ha hecho demasiado en los últimos años. Tal vez valga la pena intentarlo con optimismo.

En cuanto a Biden, debería cumplir con pragmatismo el resto de su mandato y aceptar con gracia el mandato provisional. Luego podrá marcharse, confiado en que la historia juzgará la decisión más importante de su presidencia como la correcta.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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