Bloomberg — Cuando en 2022 la empresa Nestlé SA reajustó sus objetivos en materia de envases de plástico, casi nadie se dio cuenta.
Este cambio en el lenguaje de su página de internet, el más grande fabricante de alimentos del planeta, se comprometía a emplear mayoritariamente plástico “diseñado para” el reciclado en 2025, en vez de usar exclusivamente envases “reciclables” o reutilizables el año que viene, que era su compromiso original.
El sutil cambio de términos, hecho público aquí por primera vez, parecería semántico, pero lo cierto es que la diferencia supone 280.000 toneladas métricas adicionales de residuos plásticos no reciclables cada año. Apilados, pesarían lo mismo que 30 Torres Eiffel o 1.400 Estatuas de la Libertad.
Se trata también de un nuevo indicativo de que los intentos de frenar el uso de plásticos vírgenes, incluyendo el compromiso clave asumido por decenas de compañías desde 2018 para hacer que todos los envases de este tipo sean reciclables, reutilizables o compostables, están fracasando.
El retroceso de ciertos compromisos se produce en un momento en que las compañías se están enfrentando a la presión de dos años de subida de los costes de las materias primas y a los llamados de los inversionistas a enfocarse en la rentabilidad por sobre la preservación del planeta.
“Cuando algunas de las principales multinacionales del planeta, que cuentan con recursos casi ilimitados, no cumplen sus compromisos y promesas, es evidente que algo está fallando en el sistema”, afirmó Christina Dixon, responsable de la campaña sobre los océanos de la organización no gubernamental Environmental Investigation Agency, en alusión a los compromisos voluntarios contraídos por las compañías para reducir el uso de plásticos.
Nestlé, fabricante de las cápsulas Nespresso y las pastillas Maggi Stock, dijo que había cambiado la redacción porque era importante informar sobre lo que podía controlar.
“Tal y como comunicamos públicamente en 2022, seguimos comprometidos con lograr un 100% de envases reutilizables o reciclables a largo plazo, pero dadas las barreras de infraestructura, esto ya no era realista para 2025″, dijo un portavoz de Nestlé.
Pero, según sus propios datos, la empresa había retrocedido. En 2022, el último año disponible, el 51% de sus envases eran reciclables, reutilizables o compostables, por debajo del 55% de 2018, el año base actualizado para una comparación justa.
La empresa espera que esta cifra aumente hasta el 63% para 2023, ya que algunos materiales se reciclan más ampliamente. Sin embargo, con el objetivo ajustado y con el lenguaje retocado, las cosas pintan mucho mejor: en 2023, el 83,5% de sus envases de plástico se reciclarán.
Cada año se producen en el mundo unos 400 millones de toneladas de residuos plásticos, por lo que otras 30 Torres Eiffel podrían parecer una gota en el océano. Pero las Naciones Unidas han advertido de que si se mantienen las tendencias históricas de crecimiento, esa cifra casi se triplicará hasta alcanzar los 1.100 millones de toneladas en 2050.
Gran parte de esa cantidad acabará en mares y ríos, causando daños masivos a la salud animal y humana. Pero con menos del 10% del plástico reciclado en todo el mundo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, y empresas como Nestlé que no consiguen alcanzar sus objetivos, las promesas que antes parecían audaces ahora parecen inalcanzables.
Algunos productores culpan a la insuficiente infraestructura de reciclado, a una regulación inadecuada y a unos consumidores aletargados de los retrasos en el reciclado. Y piden a los gobiernos que hagan más para impulsar la inversión y crear incentivos financieros para desarrollar la demanda de más tipos de mercados de plásticos.
Pero esto es sólo una parte de la historia. Los críticos afirman que las empresas deben abandonar su adicción a los envases que no tienen soluciones viables de reciclaje, como las bolsitas de plástico de varias capas utilizadas para alimentos o productos de consumo doméstico.
“Una gran parte de los envases que se comercializan hoy en día no están diseñados para ser reciclados”, afirma Sander Defruyt, que trabaja en iniciativas para crear una economía circular del plástico en la Fundación Ellen MacArthur. “La industria tendrá que seguir haciendo grandes inversiones en innovación y cambios en las líneas de producción para alejarse de éstas y acercarse a soluciones reutilizables o reciclables”.
La Fundación, una organización sin ánimo de lucro fundada por la regatista, ha normalizado la notificación de los compromisos medioambientales de las grandes empresas.
Técnicamente difícil, la recogida de plástico reciclable también es cara y está sujeta a complejas normativas.
Nestlé no es la única empresa que se abre camino en un mar de contaminación plástica cada vez mayor. Unilever Plc dio marcha atrás públicamente en abril en sus ambiciosos objetivos de reducción de plásticos, mientras que Mondelez International Inc. (MDLZ) y Ferrero Group retocaron discretamente sus objetivos en informes publicados para fijar una meta “diseñada para”.
Unilever afirmó que había realizado progresos tangibles en la reducción de los residuos plásticos, pero que aún le queda mucho trabajo por hacer.
Un portavoz de Ferrero dijo que la reciclabilidad a escala depende de la infraestructura y los procesos disponibles a nivel local. Mondelez dijo que el cambio se debía a factores como la integración de las adquisiciones y el tiempo necesario para completar las pruebas en todas sus cadenas de suministro.
Otras promesas de reducción de plásticos también están resultando un reto. Aunque Nestlé afirma que está en vías de cumplir el objetivo de reducir su uso de plásticos vírgenes en un tercio con respecto a 2018, esa cifra fue sólo del 15% el año pasado, lo que significa que el progreso debe acelerarse drásticamente para cumplir las ambiciones.
“Dada la galopante inflación de los precios de los alimentos, este no era un camino fácil de seguir”, declaró a los periodistas en abril Mark Schneider, CEO de Nestlé, sobre sus esfuerzos por alcanzar los objetivos medioambientales en los dos últimos años.
Sin embargo, empresas como Nestlé y Unilever están consideradas líderes del sector por sus esfuerzos de reducción de plásticos. Informan anualmente de los avances en sus compromisos a la Fundación Ellen MacArthur. Así que si no están alcanzando sus objetivos, eso es un mal presagio para el resto.
Quieren que el Tratado de la ONU sobre los plásticos, un acuerdo mundial jurídicamente vinculante que se espera para este año, reduzca la producción de plásticos y establezca la misma norma para las empresas de todo el mundo. Pero alcanzar un consenso es complicado y en la última y penúltima ronda de conversaciones se descartaron los límites de producción.
“La industria mundial del plástico ha creado la ilusión de la reciclabilidad”, afirmó Planet Tracker, una ONG medioambiental, en un comunicado. “Cuando en realidad un escandaloso 91% del plástico no se recicla en todo el mundo”.
El volátil negocio del reciclaje
En un gran edificio industrial al sur del río Támesis, en Londres, se alza un nido de cintas transportadoras horizontales y diagonales rojas y negras y clasificadores mecánicos que recuerdan al famoso cuadro “Relatividad” de M.C. Escher.
Procesa el reciclaje de unos dos millones de personas o 120.000 toneladas al año. Es una de las cerca de 100 instalaciones de recuperación de materiales en todo el Reino Unido, de distintos tamaños.
Los trabajadores, con ropa protectora, retiran los artículos que pueden ser peligrosos, como las pilas, que pueden provocar incendios -como ocurre semanalmente- o cualquier cosa que pueda atascar las máquinas. Las cribas mecánicas clasifican los artículos por tamaños. Mientras que las máquinas ópticas separan distintos materiales como metal y papel.
En un almacén contiguo se encuentran los frutos del proceso: grandes balas de cartón reciclado, metal o plástico mezclado, listas para su recogida. El plástico se vende a los reprocesadores, que lo separan por variedades, lo trituran y lo funden en gránulos para su reventa.
Veolia, la empresa francesa propietaria de la planta, ha mejorado su tecnología para tratar más materiales en los últimos años. Pero el mayor freno al desarrollo del sector es que menos del 50% de los envases domésticos se reciclan en el Reino Unido,al igual que en la mayor parte de Europa, una proporción que se mantiene obstinadamente desde hace varios años.
La empresa afirma que no existe un mercado final para algunos plásticos, bolsas de basura o de ensalada y film transparente, por lo que no hay instalaciones para reciclarlos. “Si invertimos en una instalación”, afirma Tim Duret, director de tecnología sostenible de Veolia, “y la demanda de ese material no es constante, nos pone muy nerviosos gastar £40 millones (US$51 millones) en una instalación.”
Las botellas de tereftalato de polietileno, del tipo de las que se utilizan para contener el agua mineral Buxton de Nestlé, son baratas de reciclar y versátiles: se pueden utilizar para fabricar nuevas botellas o rellenar sacos de deporte o de dormir, por ejemplo.
Aun así, la tasa de reciclaje es sólo de alrededor del 30% y el negocio tiene un margen bajo. “Además, hay volatilidad. En estos momentos estamos perdiendo dinero”, afirma Duret sobre la planta del sur de Londres.
Un factor clave que socava el plan de negocio de Veolia es el abaratamiento y la disponibilidad de plásticos vírgenes importados, que está subcotizando el mercado del reciclado.
El PET reciclado llegó a costar €1.500 (US$1.600) la tonelada en mayo, €200 (US$258) más que el PET virgen, según datos de S&P Global Commodity Insights. Los precios se deben en parte a la directiva de la UE de 2025 que exige que las botellas de PET contengan al menos un 25% de material reciclado.
Al menos 2,2 millones de toneladas de envases de plástico acaban en el mercado británico cada año, pero sólo una quinta parte de los materiales proceden de fuentes recicladas. El impuesto británico sobre los envases de plástico, introducido en 2022, cobra a los productores £218 (US$281,50) por tonelada para los productos fabricados con menos de un 30% de contenido reciclado.
Estas medidas deberían contribuir a impulsar la demanda. Pero Veolia quiere que el impuesto aumente al 50% y a £500 (US$645) por tonelada en 2030.
Existen otras iniciativas para forzar el uso obligatorio de contenido reciclado. El precio de los plásticos es también un negocio opaco que se rige en parte por requisitos normativos, no existe una base de datos central y hay una enorme variación de tipos.
Es probable que la oferta de plásticos vírgenes no haga más que aumentar. Las empresas petroquímicas ven cada vez más en los plásticos una forma de compensar los futuros descensos previstos en la producción de combustibles fósiles para el transporte.
La Agencia Internacional de la Energía calcula que el plástico se convertirá en el mayor impulsor de la demanda de petróleo, representando casi el 50% de su crecimiento para 2050.
“La opción más sostenible tiene que ser la opción por defecto”, afirma Sokhna Gueye, responsable de envases para el Reino Unido e Irlanda de Nestlé. “Y para que sea la opción por defecto, también tiene que ser más barata. Así que el plástico reciclado a largo plazo tiene que ser más barato que el plástico virgen”.
Enzimas devoradoras de plástico
El uso continuado de plásticos para los que actualmente sólo existen soluciones de reciclaje limitadas hace imposible que algunos grupos de consumidores, entre los mayores usuarios de este material en el mundo, cumplan sus compromisos.
En 2022, más del 17% de los envases de plástico de Nestlé estaban compuestos por elementos como sobres y bolsas de varias capas, que suelen contener una combinación de plásticos, aluminio y papel- que no se reciclan a escala en ningún lugar.
Nestlé y otros grupos de consumidores utilizan este formato para desarrollar su presencia en los mercados emergentes, vendiendo desde Nescafé hasta champús no perecederos en envases más pequeños, casi de prueba.
Pero sin acceso a una infraestructura de recogida de residuos, a menudo son arrojados a los ríos y a las playas después de su uso. Incluso si dispusieran de tales instalaciones, estos envases no son reciclables a gran escala porque es demasiado difícil separar las distintas capas.
Con un 19% de sus residuos plásticos procedentes de envases de materiales mixtos de tamaño inferior a A4, Unilever, al igual que Nestlé, tendrá dificultades para ser 100% reciclable sin dejar de utilizar estos formatos.
Unilever afirmó estar trabajando en alternativas como sistemas de envasado reutilizables y rellenables, y materiales diferentes, así como en la recogida y el reciclaje.
Voluntarios de India, Indonesia, Vietnam y Filipinas recogieron más de 33.000 sobres desechados en los seis meses transcurridos hasta febrero.
Identificaron a Unilever, Procter & Gamble (PG) y Nestlé, junto con varios fabricantes locales,como las mayores fuentes de estos envases, basándose en el número recogido en cincuenta lugares, incluidos ríos y playas.
Los bioquímicos están buscando soluciones en la naturaleza, al menos una vez recogidos los envases.
Empresas emergentes como Carbios, una compañía francesa que utiliza enzimas para descomponer el PET, están intentando hacer frente a estos materiales mezclados. Pero su tecnología de enzimas devoradoras de plástico no estará disponible a escala industrial antes de 2026.
A partir de 2027, las autoridades locales del Reino Unido tendrán que recoger los plásticos flexibles, pero no está claro si habrá instalaciones para reciclarlos. De momento, sólo el 7% de las autoridades los recogen, lo que subraya lo mucho que queda por hacer.
De este modo, el problema se ha trasladado a niveles inferiores.
“Los gobiernos provinciales y los municipios suelen ser los más pobres de toda esta cadena y sobre ellos recae la carga de solucionar el problema”, afirma John Willis, director de investigación de la ONG Planet Tracker. “No quieren verterlo en el suelo, pero a menudo no tienen otra opción”.
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