¿Qué hacer en Bogotá? Dos locales comparten itinerarios para un día perfecto en la ciudad

Hemos pedido a una de las pioneras del diseño y a una preeminente gurú de los cócteles, que nos hablen de sus lugares secretos favoritos, desde cafeterías hasta las galerías de arte y las mejores tiendas

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Bloomberg — Si se concediera el Premio a la Ciudad Infravalorada, Bogotá se alzaría con el triunfo.

Con frecuencia opacada por su ciudad hermana, Cartagena, que se centra en sus playas, o por los epicentros gastronómicos como Lima y Ciudad de México, Bogotá también se merece un lugar destacado por su escena artística y de la moda, con decenas de ateliers y boutiques ocultas tras bloques de fachadas de ladrillo rojizo.

Afortunadamente, dos de las bogotanas más apasionadas de la ciudad nos han enseñado dónde podemos hallar las mejores prendas de diseño, pero también dónde podemos divertirnos (a los bogotanos también se les da bien eso).

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Criada en Bogotá, Diana Crump se trasladó a París, donde obtuvo varios títulos en diseño y moda.

Tras 4 años de trabajo en Hermès, volvió a Bogotá en el año 2014 para fundar su propia marca contemporánea, Atelier Crump, cuyas siluetas que mezclan lo femenino y lo masculino fueron recientemente adquiridas por Saks Fifth Avenue.

Por su parte, Laura Hernández Espinosa es una pionera de la escena culinaria colombiana, en constante evolución.

Después de pasar años en el mundo de la academia, se forjó un nombre en el sector de la hostelería al lado de su madre y socia, Leonor Espinosa, que fue elegida mejor chef femenina por los premios World’s 50 Best (Los 50 mejores del munso) en el 2022.

Actualmente, la joven se está forjando su propio lugar en el canon culinario bogotano con un fantástico catálogo de bebidas, que se inspira en la biodiversidad nacional, en su Sala de Laura, ubicado justo arriba del icónico restaurante de su progenitora, Leo (allí también se encarga de las bebidas). Es obvio que su aprecio por la alucinante variedad de productos ecuatoriales del país corre por sus venas.

Entre las mejores elecciones de Crump y Hernández Espinosa se encuentran numerosas tiendas, sitios para ir a beber y lugares para bailar toda la noche, y también el postre más difícil de describir de Bogotá.

De compras en compras y de galería en galería (editado de la entrevista con Crump)

Me gusta empezar el día temprano: Bogotá es una ciudad de gente madrugadora.

Después de meditar un poco y dar de comer a mi perro salchicha, Dorito, me dirijo a desayunar a El Árbol del Pan, que no está muy lejos de mi casa, en el barrio de Chapinero.

Tienen el mejor pain au chocolat de la ciudad; soy medio francesa, ¡así que sé de lo que hablo! Me gusta comerme el mío junto al agua en la Quebrada La Vieja, un hermoso parque en medio del barrio de Rosales con un pequeño barranco.

Suelo llevar a Dorito conmigo, ¡Bogotá también es una ciudad de gente de perros!, se siente como si estuviéramos en medio de la naturaleza lejos de la ciudad.

Mi oficina comparte espacio con Casa Creciente, una concept store en la zona de Quinta Camacho que he co-creado con la diseñadora de joyas Aysha Bilgrami. Vendemos velas perfumadas de La Veranera, cristalería artesanal de Zorro y Jaguar y mezclas de té de hoja suelta de Ritos de Plantas Vivas.

En mi pausa para almorzar me dirijo a Siga, un restaurante informal con hermosos asientos en el patio cubiertos de enredaderas.

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Suelo optar por el “menú del día”, especialmente los viernes, cuando sirven ajiaco (una sopa de pollo tradicional hecha con tres tipos de patatas autóctonas y una hierba de hoja llamada guascas y colmada de aderezos). Se lo prometo: todo el mundo tiene su favorito, pero éste es el mejor de la ciudad.

En el mismo edificio que Siga se encuentra Papel de Punto, mi marca colombiana favorita de prendas de tejido de punto, fundada por mi mejor amiga, Laura Acevedo. Sus jerséis de dibujos animados y gráficos son perfectos para el tiempo lloviznoso de Bogotá. Cerca, también en Quinta Camacho, está Casas Riegner, una galería de arte contemporáneo vinculada a la escena artística de Miami.

También me encanta el ambiente bohemio del cercano barrio de La Macarena.

Cuando tengo visitas en la ciudad, les llevo a tomar una taza de té de hoja de coca en Templo Té para ayudarles a superar la adaptación a la altitud. También nos detendremos en Saluciones para comprar recuerdos, como chales de algodón y bolsos de piel o peluches para los niños.

No hay que perderse el edificio más emblemático de Bogotá, Las Torres del Parque; tiene una hermosa mampostería radial del legendario arquitecto Rogelio Salmona. (¡También era en parte francés!)

Al final del día, me gusta tomar unas copas con mis amigos en el bar Cocodrilo. Es donde la gente creativa va a tomar un cóctel. Suelo pedir una lulada de viche (el viche es un destilado local elaborado a partir de la caña de azúcar, y las luladas son bebidas con zumo de lulo agrio como base).

La cena en el Café Bar Universal es imprescindible. Su menú internacional abarca desde ceviche hasta hummus y pita, y todo está delicioso, perfecto antes de una noche de baile de salsa en Sandunguera.

El Chapinero examinado a fondo (editado de una entrevista con Hernández Espinosa)

Como propietaria de un restaurante y un bar, suelo levantarme un poco más tarde que la mayoría de la gente. Después de un rato de diario, me encontrarás por ahí tomando el brunch, sobre todo los fines de semana.

Híbrido Restaurante y Panadería en Chapinero es uno de mis favoritos y un lugar muy frecuentado por los lugareños para empezar el día. La masa madre aquí es realmente increíble y está impecablemente horneada. También puede encontrar estupendos amasijos locales.

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Yo suelo pedir la granola artesanal y una variedad de panes: de maíz morado, de calabaza y el mojicón (un brioche de masa madre con azúcar y ralladura de naranja por encima).

Para tomar un café cerca, sigo a los aficionados al punk-rock de Libertario Coffee Roasters, en la zona de Quinta Camacho, en Chapinero. Sus infusiones únicas y siempre cambiantes, algunas de las mejores de Colombia, proceden de una de las mejores fincas del país, La Palma y el Tucán, a dos horas en coche al oeste de la ciudad.

Bogotá rebosa creatividad; una de mis actividades favoritas es explorar las boutiques de moda y las galerías de arte a lo largo de la Calle de los Anticuarios, una calle de la zona de El Nogal, en Chapinero. Está repleta de diseñadores colombianos de gran calidad.

Una tienda de visita obligada es Artesanías de Colombia, donde encontrará una auténtica exposición de artesanía tradicional y contemporánea de toda Colombia: joyas, hamacas, máscaras y otros productos elaborados con técnicas tradicionales. Son los recuerdos perfectos.

También imprescindible, St. Dom es una icónica boutique de moda multimarca que ofrece una selección de lo mejor del diseño, la moda, el arte y la decoración colombianos. Me encanta que exhiban tanto diseñadores locales consagrados como emergentes: no se pierda lo último de la marca de moda masculina Cubel.

Para los amantes del arte, la Galería Baobab es un paraíso para el arte contemporáneo, que exhibe tanto talento local como internacional. Mis favoritas incluyen obras de Devorah Farji Levy y Carolina Convers.

En cuanto a la cena, me ha gustado mucho la última aventura del chef Jefferson García, Afluente, también en Chapinero. (Por si aún no lo ha adivinado, ¡nunca salgo de Chapinero!) Sus platos se centran en el patrimonio culinario de los biomas de la tundra alpina de Colombia y su biodiversidad.

Resalta de forma única la riqueza de la cocina de mi país. Pruebe el conejo,-que viene con queso fresco y una sabrosa milhojas; de postre, un dulce brebaje de toffee adornado con grosella fresca, patatas fritas andinas caseras y un granizado herbáceo. Es muy difícil de describir, pero es una de mis cosas favoritas en cualquier lugar.

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