El plan de Xi para alimentar a China está convirtiendo tierras baldías en granjas

Pekín alimenta a una quinta parte de la población global con algo menos de la 10ª parte del territorio cultivable del planeta, lo cual se complementa con ingentes compras al exterior

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Bloomberg — En un momento en que las importaciones de cereales se elevan a niveles sin precedentes e intensifican las tensiones en el comercio, China se está enfrentando a una creciente presión para producir más alimentos en su propio territorio.

Esta situación está empujando a los altos funcionarios a poner el punto de mira en un elemento fundamental de esta labor: la tierra.

Pekín alimenta a una quinta parte de la población global con algo menos de la 10ª parte del territorio cultivable del planeta, lo cual se complementa con ingentes compras al exterior.

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Actualmente, el objetivo es cambiar ese equilibrio, impulsando la tecnología y el gasto para transformar extensiones demasiado salobres o contaminadas en zonas aptas para el cultivo.

Iniciativas como esta son los cimientos de la cada vez más intensiva campaña china para lograr una producción suficiente para su pueblo, un asunto que seguramente se debatirá en la Tercera Sesión Plenaria de la próxima semana.

Si bien es una antigua preocupación, Xi Jinping ha insistido más en la autosuficiencia ahora que se han deteriorado los lazos con Occidente, un posible segundo mandato de Trump está en ciernes y la invasión de Rusia en Ucrania plantea riesgos para el suministro.

Asimismo, las condiciones meteorológicas extremas, agudizadas por el cambio climático, están afectando de forma creciente a sus propias cosechas y a las de sus proveedores en el exterior.

Aunque es poco probable que China quede fuera del mercado mundial a corto plazo, su determinación de trabajar por la seguridad de los granos es clara.

Su primera ley de seguridad alimentaria entró en vigor el mes pasado, con el objetivo de reforzar los esfuerzos para impulsar aún más la producción nacional y responsabilizar a los funcionarios de su aplicación. La ley se redactó y aprobó rápidamente, lo que pone de relieve la urgencia de la cuestión.

“Garantizar la seguridad alimentaria es una opción ineludible para un país con 1.400 millones de habitantes, es la seguridad más fundamental y una cuestión de soberanía básica”, declaró Kong Xiangbin, profesor especializado en tierras de la Universidad Agrícola de China. “Y la tierra cultivable es lo más crucial para ese fin”.

Kong calcula que China tiene más de 6 millones de hectáreas, o 100 millones utilizando la unidad de medida china, de tierras en barbecho, o tierras que quedan desiertas debido a la rápida urbanización. Además, enormes franjas son inutilizables debido a la contaminación o a una salinidad excesiva. Es en este último problema donde China ha empezado a mostrar su éxito tras años de investigación.

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Un ejemplo es el pueblo de Nanliuhe, en la provincia oriental de Shandong, que antaño yacía bajo el agua.

A menos de 20 kilómetros (12 millas) del Mar Amarillo, su suelo sigue siendo tan salobre que se recogen relucientes montículos blancos de sal de los estanques que salpican el paisaje. Durante generaciones, los agricultores de esta zona se vieron obligados a soportar míseras cosechas o a buscar trabajo lejos de casa.

Ahora, gracias a un método pionero que funciona aflojando la densa tierra que atrapa la sal y permitiendo que ésta sea expulsada, los campos del pueblo durante una visita en mayo ostentaban hileras de trigo hasta la rodilla, y estaban recién cosechados. Si puede reproducirse, la tecnología podría transformar la producción nacional de cereales y otros cultivos.

“Desde que tengo uso de razón, hemos intentado mejorar la tierra”, dijo Li Genyuan, que gestiona unas 67 hectáreas de campos donde también se cultiva maíz y soja. Volvió a la agricultura después de trabajar durante una década en la construcción y el sector textil, e incluso en granjas salineras cercanas. Tras intentos a lo largo de los años con métodos como el pesticida y la ceniza, el novedoso método ha sido la solución más rápida.

La superficie de suelo afectada por la sal en China es casi del tamaño de Austria y equivale a cerca del 6% de su tierra cultivable.

Las tierras alcalinas se están extendiendo incluso a lo largo del río Amarillo debido a los métodos de riego tradicionales y al cambio climático. El problema es tan grave que Xi llegó a plantear la cuestión repetidamente en sus discursos, sin haberlo hecho antes de 2020, según una base de datos oficial.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación dijo en una declaración escrita que los suelos salinos representan al menos el 10% de la tierra cultivable mundial, con más de 1.000 millones de hectáreas más en peligro, y “la gestión sostenible de estos suelos es crucial para satisfacer la demanda de alimentos.”

Li trabaja con Hu Shuwen, un profesor de Pekín que desarrolló el método para tratar las tierras salinas tras pasar años en América del Norte trabajando en biomateriales. Los rendimientos se han triplicado desde que se trató la tierra, al mismo nivel que los de un campo de trigo normal, afirman los investigadores de Hu.

Su equipo ha transformado más de 133.000 hectáreas de tierra salino-alcalina en toda China desde su primer proyecto de campo lanzado en 2008, y planean hacerlo en unas 27.000 hectáreas más este año.

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No sólo se están transformando las tierras saladas.

Chongqing Greatech Architectural Technology Group Co., una empresa de tecnología de la construcción del suroeste de China, es una de las muchas que han experimentado con la transformación de minas ociosas en tierras de cultivo. Ha transformado más de 30 hectáreas de minas de piedra caliza en tierra cultivable entre 2020 y 2023.

En casos más extremos, el gobierno ha cerrado algunos campos de golf que, según afirma, han ocupado ilegalmente tierras cultivables, en una campaña intensificada para regular la construcción de este tipo de recintos.

Algunos gobiernos locales presionados para impulsar la producción de cereales han llegado incluso a talar decenas de miles de árboles y a demoler cinturones verdes en las ciudades para hacer sitio a las tierras de cultivo.

En conjunto, hay indicios de que se está produciendo un cambio de tendencia.

La superficie cultivable total de China aumentó los dos últimos años tras una prolongada caída, según informó el gobierno en 2023. Su objetivo es aumentar aún más la autosuficiencia en cereales y reducir las importaciones en más de un 30%.

Aun así, los expertos han advertido de que la fuerte contaminación por metales y pesticidas amenaza la calidad de las tierras de cultivo. Y llevará tiempo hacer mella en el prolongado liderazgo de China en las importaciones mundiales de soja, ya que el mal tiempo reciente también reaviva el riesgo de más importaciones de grano.

Las compras combinadas de maíz, trigo, soja, sorgo y cebada, los cinco mayores cultivos que China compra por volumen, se encaminan a un máximo histórico de casi 161 millones de toneladas en la campaña 2023-24 y podrían aumentar aún más en la siguiente, según las previsiones del Departamento de Agricultura estadounidense.

“Con el aumento de la productividad, probablemente se pueda mantener el ritmo de aumento de la demanda”, afirmó Joe Glauber, investigador principal del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias. “Pero creo que no hay duda de que China va a seguir siendo importadora de piensos y, desde luego, de soja”.

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