Bloomberg Línea — Dinamarca es considerado unos los Estados pioneros en cuanto a las políticas medioambientales con acciones que limitaron la extracción de petróleo y gas con miras a acabar totalmente la dependencia a esta fuente, y ahora se encamina a imponer un nuevo impuesto a las flatulencias de las vacas, las ovejas y los cerdos para contrarrestar el impacto climático.
Según han reportado medios locales, el país europeo comenzará a cobrarles a los ganaderos un impuesto a partir del 2030, con el que busca frenar las afectaciones generadas por la industria en el medioambiente, particularmente derivado de los gases de efecto invernadero emitidos por sus vacas, ovejas y cerdos.
El impuesto se aplicará a partir del 2030 y consiste en el pago de unos US$43 por tonelada de dióxido de carbono equivalente en 2030, aunque el precio se elevará a US$108 en 2035.
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Con una dedución del impuesto de la renta, el impuesto podría rebajarse y comenzar en los US$17,3.
Según el Banco Mundial, invertir en la mitigación del sistema agroalimentario podría generar unos beneficios sanitarios, económicos y medioambientales de US$4,3 billones en 2030 mundialmente.
La Asociación de Conservación de la Naturaleza de Dinamarca dijo que se trata de “un acuerdo histórico que marca una nueva dirección para la naturaleza y la agricultura”.
El acuerdo, informó la organización, también “implica que ahora se establecerán 250.000 hectáreas de nuevos bosques en Dinamarca”.
“Para nosotros, lo más importante siempre ha sido la transformación a largo plazo de la agricultura y un plan para la adquisición selectiva de tierras, así como también ha sido importante garantizar un modelo fiscal que no ponga en desventaja a la ecología. En general, se ha conseguido, pero admito que el impuesto está lejos de nuestro punto de partida y, por tanto, es un compromiso difícil”, expresó la directora de la entidad, María Reumert Gjerding.
El acuerdo para el cobro de este nuevo tributo ha sido alcanzado tras una concertación que ha incluido al Gobierno danés y los agricultores, así como representantes industriales y de los sindicatos. A pesar de contar con gran respaldo, el impuesto aún debe ser aprobado por el Parlamento de 179 escaños (Folketinget), que ostenta el poder Legislativo.
Se estima que un 90% del metano que se genera en la actividad de cría de ganado proviene de la alimentación de los animales y se libera a través de eructos y flatulencias.
En Dinamarca, se ha estimado que en promedio una vaca genera 6 toneladas métricas de CO2 equivalente al año en el país, que tiene una población de más de 1,4 millones de vacas a junio de 2022.
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El ministro de Impuestos danés, Jeppe Bruus, ha expresado que Dinamarca dará “un gran paso hacia la neutralidad climática en 2045″ al ser “el primer país del mundo en introducir un impuesto real al CO2 en la agricultura”, de acuerdo a declaraciones citadas por la AP.
Los pasos seguidos por Dinamarca podrían ser replicados en más países del mundo, pero la resistencia de los agricultores a los impuestos en contra de los gases de efecto invernadero han generado protestas e incluso han llevado a reversar medidas aplicadas por esa misma vía en Nueva Zelanda en 2022.
Con estas acciones, Dinamarca busca una reducción del 70% en los gases de efecto invernadero al 2030 frente a los niveles de 1990.
Dinamarca, que llegó a ser el mayor productor de petróleo en la Unión Europea, informó a finales de 2020 que suspendía las licencias de explotación de hidrocarburos que iba a conceder en el futuro y fijó para el 2050 el fin de la extracción de petróleo y gas. Para 2020, ese país tenía 11 campos petroleros activos.
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