Opinión - Bloomberg

La estrategia de Netanyahu es guerra, guerra y más guerra

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu,  dió una entrevista televisiva en  la que descartaba cualquier camino hacia un Estado palestino. (Foto de Abir SULTAN / POOL / AFP)
Por Marc Champion
26 de junio, 2024 | 07:00 AM
Tiempo de lectura: 5 minutos

Bloomberg — Por lo menos ahora ha quedado claro: Benjamin Netanyahu tiene una estrategia de cara a la guerra de Gaza, y con ella su país queda comprometido a un conflicto por tiempo indefinido.

Esta es la única conclusión lógica que puede deducirse de la entrevista en televisión que el primer ministro israelí realizó el domingo al Canal 14, tan inquietante como esclarecedora.

Durante su primera entrevista con los medios de comunicación israelíes desde que Hamás perpetró su ataque terrorista hace más de ocho meses, Netanyahu desestimó los términos de una propuesta de alto el fuego en Gaza con mediación estadounidense y aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, y afirmó estar dispuesto a abrir otro frente contra Hezbolá, en Líbano.

No se trata de negar que Israel se enfrenta a decisiones sumamente complejas, ni de eximir a Hamás de la culpa principal de la catástrofe que ha causado a los palestinos en Gaza desde el 7 de octubre.

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No obstante, cada vez cuesta más ignorar las denuncias de los críticos israelíes, que sostienen que Netanyahu precisa de la guerra para impedir que la derecha derrumbe su gobierno y le exija cuentas personales por los fracasos en materia de seguridad.

Yahya Sinwar, líder de Hamás en Gaza, también comparte esa necesidad de que la guerra continúe. Cree, acertadamente, que contribuye a su propósito de debilitar y, en última instancia, destruir a Israel.

Netanyahu comunicó a los periodistas que la etapa intensiva de la guerra en Gaza concluiría “pronto”, lo que daría paso a una nueva etapa en la que Israel conservaría el dominio de la seguridad en la franja, a la vez que “cercenaría” las fuerzas restantes de Hamás cada vez que fuera necesario.

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Al mismo tiempo, sin embargo, Netanyahu descartó cualquier camino hacia un Estado palestino y dijo que aceptaría sólo un alto el fuego temporal para asegurar la liberación de los rehenes que aún están en manos de Hamas, después del cual los combates deben reanudarse.

Desde entonces, la oficina del primer ministro pareció dar marcha atrás, diciendo que Israel seguía comprometido con la propuesta de paz liderada por Estados Unidos, que apunta a un fin duradero de las hostilidades, incluso si el proceso se divide en etapas.

Mientras tanto, los vecinos árabes de Israel han dejado claro que se involucrarán en la Gaza de posguerra sólo si existe un alto el fuego permanente y una hoja de ruta hacia un Estado palestino.

En otras palabras, el único elemento alcanzable de la estrategia de Netanyahu es la ocupación militar a largo plazo de Gaza. Si se tiene en cuenta la explosiva situación en Cisjordania, donde los miembros de línea dura del gabinete de Israel han privado de fondos a la Autoridad Palestina y han apoyado las actividades de los colonos judíos, las perspectivas para cualquier tipo de acuerdo parecen aún peores.

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Lo más preocupante de todo para el aún joven Estado israelí es que Netanyahu dijo que trasladaría tropas liberadas de la guerra en Gaza a la frontera norte de Israel con el Líbano, diciendo que el país lucharía en múltiples frentes si eso fuera lo necesario para impedir que Hezbolá disparara los cohetes y misiles que han obligado a la evacuación de ciudades y pueblos israelíes a lo largo de la frontera.

La semana pasada, claramente preocupado porque Netanyahu planea ahora una invasión a gran escala, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, amenazó con una guerra “sin restricciones, sin reglas ni límites” si las fuerzas israelíes invadieran. Eso parece cada vez más probable.

Todo esto entra en conflicto con los objetivos centrales de la administración estadounidense, que son poner fin al derramamiento de sangre en Gaza que está afectando negativamente tanto a los intereses estadounidenses en todo el Medio Oriente como a las perspectivas de reelección del presidente Joe Biden, evitando al mismo tiempo cualquier escalada hacia una guerra regional, que podría atraer no sólo a Hezbolá, sino también a su patrón, Irán.

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Aquí también Netanyahu está jugando duro.

El domingo, redobló sus afirmaciones, rotundamente negadas por funcionarios en Washington, de que Estados Unidos ha recortado el suministro de armas a Israel, y que sólo ha llegado una pequeña cantidad en los últimos cuatro meses.

Los detalles de los envíos de armas estadounidenses no son públicos, pero esto parece un intento obvio de Netanyahu de convertir a Estados Unidos en un chivo expiatorio por su propio fracaso en cumplir el objetivo poco realista que se propuso de erradicar a Hamás.

Como muchos otros y yo hemos dicho antes, es posible castigar militarmente a Hamás y degradar su capacidad para intentar un segundo 7 de octubre, pero no hacerlo desaparecer, salvo sacar a todos los palestinos de Gaza. Ninguna cantidad de armas cambiará eso.

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El próximo mes, Netanyahu parece dispuesto a llevar su política arriesgada un paso más allá, dirigiéndose al Congreso de Estados Unidos en medio de una campaña electoral presidencial.

No importa lo que diga en contrario el extraordinario superviviente político de Israel, se trata de una medida agresiva y profundamente partidista.

Como ocurre con muchas otras cosas que está haciendo, el enfoque intransigente de Netanyahu contará con el respaldo de muchos israelíes que aún estaban traumatizados el 7 de octubre y ansiosos por restaurar la sensación de seguridad que disfrutaban antes. Sin embargo, esa confianza resultó ser una ilusión.

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La estrategia de Netanyahu corre el riesgo de expandir la guerra en múltiples frentes, distanciar a posibles socios árabes y causar un daño duradero al apoyo bipartidista estadounidense que ha sostenido la seguridad de Israel durante décadas. Esto hará las delicias de Hamás y evitará que el gobierno de Netanyahu colapse.

A largo plazo, promete un desastre para Israel, el Líbano y el pueblo palestino.

Decenas de miles de israelíes protestaron el fin de semana, pidiendo el regreso de todos los rehenes y elecciones anticipadas para elegir un gobierno más capaz de sacar a Israel del callejón sin salida de violencia al que lo han conducido Netanyahu y Hamás.

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Ellos tenían razón.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

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