Bloomberg — Las compañías helvéticas se han visto beneficiadas por la facilidad de contratación de trabajadores foráneos, de acuerdo con un informe del gobierno hecho público en un contexto de lucha política por la inmigración y la libre circulación de ciudadanos procedentes de la UE.
Según la Secretaría de Estado de Asuntos Económicos (SECO), en el 2023 emigraron a Suiza 142.300 personas, una cantidad récord en términos netos.
Su economía “depende en gran parte” de los trabajadores procedentes del extranjero, no solo para los trabajos cualificados en los sectores de la salud, la tecnología y la ciencia, sino también para la hospitalidad, la construcción y la industria de fabricación.
Esta información aparece en un contexto en el que Suiza está tratando de negociar un nuevo acuerdo económico con la Unión Europea que sustituya a una serie de acuerdos en parte ya obsoletos.
Aunque hay muchos puntos de discrepancia, la inmigración figura entre los más controvertidos.
El Partido Popular Suizo, de derechas y mayoritario en el Parlamento, se muestra contrario a que Suiza ceda poder alguno para el control de la inmigración, a menudo en consonancia con los sindicatos, que consideran que los inmigrantes pueden socavar los altos salarios locales.
Las negociaciones se reanudaron en marzo, una vez que el Gobierno abandonase un primer intento de acuerdo.
Se desconoce cuándo se llegará a un acuerdo, y es probable que este tenga que ser sometido a votación a nivel nacional.
Según el SECO, la afluencia de personas procedentes de la UE, en su mayoría altamente cualificadas, en las últimas décadas ayudó a las empresas a cubrir puestos de trabajo e impulsó el crecimiento general de la productividad.
Además de la inmigración regular, casi 400.000 trabajadores transfronterizos se desplazaron a Suiza desde los países vecinos Francia, Italia y Alemania el año pasado, una cuarta parte de ellos sólo en Ginebra.
“Nos va bien como economía próspera con casi pleno empleo”, declaró en Berna Helene Budliger Artieda, responsable de la SECO. “Por tanto, deberíamos preguntarnos qué precio tendríamos que pagar por una alternativa a la libre circulación de personas”.
Además de los trabajadores, el año pasado la inmigración en Suiza se vio impulsada por los refugiados procedentes de Ucrania, que representaron un tercio del total.
El informe de SECO reconoce la controversia en torno a la inmigración, señalando las tensiones que han estallado en otros lugares.
La inmigración se ha convertido en un gran tema político en países como el Reino Unido, Alemania y Francia, donde los partidos nacionalistas han ganado terreno. En Suiza, el Partido Popular quiere poner un tope a la población, lo que también dejaría fuera a los extranjeros con altos ingresos.
Budliger señaló en el informe un análisis de la retirada del Reino Unido de la UE, según el cual muchos ciudadanos comunitarios abandonaron el país, mientras que la inmigración procedente de otros países se disparó.
"Esto viene a ilustrar que las respuestas supuestamente sencillas a menudo no son la solución adecuada a problemas complejos", afirmó.
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