Bloomberg — Cada vez resulta más difícil ignorar las anécdotas: un gran número de personas que toman los nuevos fármacos contra la obesidad, ya se trate de Wegovy, de Novo Nordisk, o de Zepbound, de Eli Lilly & Co (LLY), además de comer menos, beben y fuman con menos frecuencia.
La información disponible está dando cuerpo al futuro efecto de estos fármacos tendrían para tratar la adicción. La necesidad es enorme.
Alrededor de 1 de cada 6 personas en EE.UU. padece adicción al alcohol o a drogas ilegales, de acuerdo con el último sondeo de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias (SAMHSA).
El consumo abusivo de alcohol provoca más de 178.000 muertes anuales en Estados Unidos, en tanto que el año pasado perecieron más de 80.000 personas por sobredosis de drogas.
Además de las pérdidas humanas, el consumo abusivo de alcohol representa por sí solo un coste para la economía de EE.UU. de más de US$250.000 millones en concepto de gastos de atención a la salud, pérdidas de productividad, accidentes de tráfico y procesos judiciales.
Las más recientes y prometedoras evidencias sobre los efectos contra la adicción de la semaglutida, el ingrediente de Ozempic de Wegovy y Novo, proceden de un pequeño estudio que evaluó su impacto en enfermos con trastorno por consumo de bebidas alcohólicas.
Si bien estos pacientes no trataban de beber menos, lo hicieron: redujeron mucho más que los que recibían un placebo, y el efecto del medicamento parecía más potente que el de los fármacos actualmente aprobados para el alcoholismo, señala Christian Hendershot, profesor del Centro Bowles de Estudios sobre el Alcohol de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte, que dirigió el ensayo.
La información, que se presentó durante el pasado fin de semana en una conferencia científica sobre adicción, es de carácter preliminar y todavía no ha sido publicada en una revista revisada por especialistas.
No obstante, se agregan al cada vez mayor número de estudios que avalan el potencial de la semaglutida y otros medicamentos de su clase para tratar el trastorno por consumo de sustancias.
Pero las compañías farmacéuticas no parecen interesadas. Quizás esto no sea sorprendente dado el ya enorme beneficio que están obteniendo por estos tratamientos como medicamentos para la obesidad.
Bloomberg Intelligence espera que las ventas mundiales de medicamentos contra la obesidad puedan superar los US$93.000 millones en 2030. En comparación, el tratamiento para la dependencia de opioides y alcohol Vivitrol tuvo ventas de US$400 millones en 2023.
En este momento, los investigadores académicos y gubernamentales parecen ser los únicos que estudian las drogas GLP-1 en el tratamiento de la adicción, ya sea al alcohol, el tabaco, el cannabis o los opioides.
Recientemente, Novo Nordisk dio un pequeño paso adelante cuando dijo que estudiaría reducciones en el consumo de alcohol como parte de un ensayo clínico que prueba la capacidad de la semaglutida para prevenir el daño hepático en bebedores empedernidos. Pero en general, las compañías farmacéuticas han dado prioridad a enfermedades que ofrecen caminos regulatorios y comerciales más fáciles que la adicción.
Mientras tanto, el argumento científico para probar las drogas GLP-1 en la adicción no podría ser más convincente. Los medicamentos imitan una hormona producida tanto en el intestino como en el cerebro y sirven como señal de saciedad.
Pero también parecen bloquear la vía de recompensa que proporciona a alguien placer con la comida, el alcohol o los opioides. Los estudios en animales también sugieren que la hormona puede bloquear los síntomas de abstinencia, que llevan a muchas personas a recaer, dice Patricia “Sue” Grigson, directora del Centro de Traducción de Adicciones de Penn State.
Una década de datos en ratas y monos muestran la promesa de utilizar GLP-1 en casi todos los tipos de sustancias.
Y recientemente, los investigadores utilizaron registros médicos electrónicos para comparar los hábitos de las personas que toman semaglutida con los de quienes usan medicamentos más antiguos para perder peso.
Los resultados muestran que el tratamiento con GLP-1 parece reducir significativamente el riesgo de adicción tanto al cannabis como al alcohol. Pequeños estudios sugieren que los fármacos GLP-1 pueden ayudar a las personas a dejar de fumar, en parte porque previenen el aumento de peso que a menudo conlleva dejar de fumar.
Esta primavera, Grigson presentó los primeros resultados de un pequeño estudio que demostró que un fármaco GLP-1 llamado liraglutida podría reducir los antojos en personas con trastorno por consumo de opioides en un 40% en comparación con un placebo.
Aún más emocionante fue el hecho de que el efecto se produjo de inmediato y en la dosis más baja, fundamental tanto para la seguridad como para ayudar a controlar los síntomas de abstinencia. Grigson está tratando de replicar esos hallazgos en un estudio más amplio, esta vez usando semaglutida, que se considera ampliamente un fármaco más potente.
Pero los GLP-1 no obtendrán la aprobación regulatoria para la adicción sin estudios mucho más amplios, y esos requieren el peso financiero y la experiencia clínica que sólo las grandes farmacéuticas pueden proporcionar.
Todavía quedan demasiadas preguntas abiertas. ¿Los GLP-1 son eficaces para todas las personas con adicción o sólo para determinados grupos? ¿Existen factores genéticos que influyen en la eficacia? ¿Importa la gravedad de la adicción de alguien? ¿Qué tan seguro es este método para alguien cuyo IMC está dentro del rango normal? Y, por supuesto, está la pregunta que actualmente plaga el campo de la obesidad: ¿Es necesario tomar estos medicamentos de por vida?
En última instancia, la industria farmacéutica está en mejor posición para encontrar respuestas rápidamente. Pero no hay señales de que los principales actores se estén apresurando en esa dirección.
A medida que el campo de los medicamentos para la obesidad se vuelve más concurrido, algunos de los nuevos participantes podrían finalmente echar un vistazo al tratamiento de la adicción. Pero qué vergüenza tan colosal (y qué fracaso de la salud pública) que la gente tenga que esperar tanto para recibir ayuda.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.
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