Bloomberg — Las agencias calificadoras de riesgo están dando señales de cautela respecto a las petroleras estatales latinoamericanas, ya que mientras los Gobiernos les quitan dinero, exigen más inversiones, dejándolas agobiadas bajo crecientes cargas de deuda.
Solo la semana pasada, la colombiana Ecopetrol S.A. perdió su última calificación de grado de inversión, mientras que Petróleos del Perú recibió una rebaja de tres niveles. Las calificadoras atribuyeron las medidas a las crecientes cargas de deuda de las empresas, la misma señal de alerta que han estado dando durante años sobre el gigante estatal Petróleos Mexicanos S.A.
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Las petroleras emblemáticas de Perú, Colombia y México han acumulado alrededor de US$136.000 millones en deuda, de los cuales US$85.000 millones corresponden a bonos en moneda fuerte, según datos recopilados por Bloomberg. Los títulos de Ecopetrol y Petroperú, como se conoce a la compañía peruana, cayeron la semana pasada a raíz de las rebajas, que avivaron la preocupación sobre la interferencia estatal.
“El Gobierno está en el centro de los problemas”, afirmó Omotunde Lawal, jefa de crédito corporativo de mercados emergentes de Barings Investment Services. En el caso de Petroperú y Pemex la situación es tan grave que “se necesita una bazuca” para resolverla, añadió.
Para Petroperú, el recorte a CCC+ de la semana pasada fue la segunda triple rebaja de Fitch solo este año. El martes, S&P Global Ratings también redujo la calificación de la empresa aún más en territorio basura.
La empresa se endeudó durante la construcción de la refinería de Talara impulsada por el expresidente Ollanta Humala. Una reciente interrupción en la planta, que tardó nueve años en construirse y costó más de US$6.000 millones —el doble del presupuesto inicial—, agravó sus problemas de flujo de caja.
Después de que en un principio Perú dijo que no ayudaría a la compañía, en febrero anunció un rescate de US$1.300 millones, lo que ayudó a impulsar los bonos al nivel más alto desde 2022. Pero apenas unos meses después, Petroperú informó que necesitaría US$2.200 millones adicionales. El Gobierno ha dicho que seguirá apoyando a la empresa, pero no ha dado detalles.
Petroperú declinó hacer comentarios y el Ministerio de Economía y Finanzas, que controla la compañía, no respondió a una solicitud de comentarios de Bloomberg.
Es probable que el costo financiero en México sea aún mayor. La disminución de la producción de Pemex y los crecientes niveles de deuda han pesado sobre los bonos, y los inversionistas ven la ayuda proporcionada por el presidente Andrés Manuel López Obrador como una solución temporal. Al igual que en el caso de Petroperú, los problemas provienen en parte de una refinería de US$17.000 millones que AMLO, como se conoce al presidente, había construido en su estado natal de Tabasco.
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El subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, dijo a algunos inversionistas este mes que el Gobierno estaba considerando opciones para absorber hasta US$40 millones de la deuda Pemex. Pero las esperanzas de ayuda inmediata se vieron frustradas la semana pasada cuando su jefe, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, dijo que actualmente no hay previstas “grandes operaciones”.
Los administradores de dinero ahora tienen sus ojos puestos en la sucesora de AMLO, Claudia Sheinbaum, quien lidera las encuestas con márgenes de dos dígitos de cara a las elecciones del 2 de junio y se ha mostrado partidaria de seguir apoyando a la empresa estatal.
“Es una situación de esperar y ver qué pasa”, dijo William Snead, analista de BBVA en Nueva York. “Los inversionistas están ansiosos por conocer planes concretos que podrían ayudar a la empresa en cuestiones operativas y de productividad”.
Dividendos
En Colombia, mientras el presidente Gustavo Petro busca aumentar el gasto, la petrolera estatal se ha visto presionada para que aumente los pagos a los accionistas. El Estado posee el 88% de las acciones.
La reciente compra de Interconexión Eléctrica S.A. por parte de la empresa ha alimentado una tasa de crecimiento anual compuesta de la deuda del 22% desde 2019 hasta 2023, mientras que un indicador de ganancias antes de partidas ha aumentado a aproximadamente la mitad de esa tasa, según Moody’s Ratings.
“En lugar de reducir la deuda o fortalecer la posición de liquidez de la compañía, el efectivo disponible se ha utilizado para dividendos”, escribió la analista de Moody’s Roxana Muñoz en el comunicado emitido el jueves en el que se informó la rebaja de la calificación de la empresa a Ba1.
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Ecopetrol dijo que los pagos de dividendos son una compensación por las reducciones en los subsidios a la gasolina y el diésel que se han eliminado en los últimos años. El Gobierno no respondió a una solicitud de comentarios.
La preocupación por el uso de los dividendos ha afectado recientemente a otro gigante petrolero latinoamericano: Petróleo Brasileiro S.A. La compañía, que redujo su apalancamiento después de salir de un escándalo de corrupción que duró años, vio caer sus acciones después de que el Gobierno prohibiera previamente este año el pago de dividendos especiales a los accionistas, una controversia que culminó con el despido de su máximo ejecutivo en mayo.
La “cuasi” condición de estas empresas significa que están muy expuestas a la política local”, dijo Eduardo Ordóñez, gestor de carteras de deuda de BI Asset Management en Copenhague. “El péndulo va y viene”.
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