Bloomberg — El papel desmesurado de China en el comercio mundial está alarmando a los jefes de las finanzas mundiales, que se disponen a forjar un frente unido en Italia preparando a sus naciones para desafiar las “prácticas perjudiciales”.
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Un borrador de comunicado formulado en la reunión del Grupo de los Siete en el balneario lacustre de Stresa introduce un lenguaje común mucho más fuerte que el adoptado por el club hace apenas un año, cuando se reunió en Niigata (Japón) y el mes pasado en Washington.
"Avanzaremos en nuestra cooperación para mejorar la resistencia económica global y la seguridad económica y proteger nuestras economías de shocks sistémicos y vulnerabilidades", dicen los funcionarios en el documento visto por Bloomberg. "Con este fin, trabajaremos para que nuestras cadenas de suministro sean más resistentes, fiables, diversificadas y sostenibles y para responder a las prácticas perjudiciales, salvaguardando al mismo tiempo las tecnologías críticas y emergentes".
Esa redacción estaba ausente en las declaraciones anteriores, cuyo contenido sólo hacía referencia a un "sistema multilateral libre, justo y basado en normas".
El cambio supondría el riesgo de una escalada a pocos meses de las elecciones estadounidenses que podrían devolver a Donald Trump a la Casa Blanca, junto con su apetito por la confrontación y su gusto por los aranceles comerciales.
Al mismo tiempo, EE.UU., China y la Unión Europea ya están preparando medidas comerciales cada vez más asertivas.
El comunicado aún puede cambiar antes de ser aprobado formalmente. Los ministros continuarán sus reuniones el sábado antes de adoptar un documento formulado en común.
Preocupaciones crecientes
Múltiples funcionarios que intervinieron en la reunión sugirieron la creciente preocupación de que el poderío industrial chino pudiera estar socavando sus propias economías.
"Una de las discusiones que mantuvimos fue sobre las normas comerciales con China y la necesidad de arreglar la cuestión de las sobrecapacidades industriales", declaró el viernes el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire. "Necesitamos dar una respuesta común y firme a esa cuestión".
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El borrador del comunicado también aborda el estado de la economía mundial, señalando que "ha mostrado una resistencia mayor de la esperada frente a múltiples shocks".
El documento muestra a los ministros reconociendo que la conmoción de los precios al consumo que se ha apoderado de sus países en los últimos dos años puede no haber terminado del todo.
"Los mercados laborales siguen siendo relativamente sólidos y la inflación ha continuado moderándose, aunque la inflación subyacente muestra cierta persistencia, sobre todo en el sector servicios", señalaron en el borrador.
Los ministros también se refirieron a la divergencia que se observa actualmente en todo el grupo, donde la expansión está desigualmente sesgada hacia EE.UU., mientras que otros miembros están experimentando un impulso mucho menor.
"Es probable que el crecimiento económico mundial se mantenga por debajo de su media histórica y heterogéneo entre países y regiones", afirma el borrador. "Las perspectivas económicas siguen sujetas a riesgos ante la amenaza de una escalada de las tensiones geopolíticas y la volatilidad de los precios de la energía".
Aunque los asuntos fiscales no ocuparon un lugar destacado en la agenda del G-7, los ministros sí parecen unirse en torno a la necesidad de reparar las finanzas públicas a medio plazo, en un momento en que la mayoría de los países miembros se enfrentan a cargas crecientes sobre deudas que ya superan el 100% de la producción, a veces de forma considerable.
"Reconstruir gradualmente los colchones fiscales es una prioridad clave para reforzar la sostenibilidad fiscal y crear más espacio para responder a nuevos choques, al tiempo que se sigue protegiendo a los más vulnerables y se realizan las inversiones necesarias para promover la sostenibilidad y la resistencia, complementadas por una ambiciosa agenda de reformas estructurales para aumentar el potencial de crecimiento", dice el borrador.
Los ministros parecen decididos a reafirmar su lenguaje anterior sobre las divisas, al tiempo que garantizan "políticas macroeconómicas y estructurales sólidas y bien comunicadas, al tiempo que se esfuerzan por limitar los efectos indirectos negativos mediante una comunicación clara."
--Con la colaboración de Alessandra Migliaccio, William Horobin, Kamil Kowalcze, Toru Fujioka, Viktoria Dendrinou y Tom Rees.
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