La “Finternet” de Agustín Carstens y Nandan Nilekani llegará pronto: ¿está preparado?

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Bloomberg — En el siglo XXI, las finanzas son todavía muy onerosas y complicadas.

Aparte, si se compara con la satisfacción instantánea de otras facetas de nuestra vida digital, la circulación del dinero en línea aparece con demasiada lentitud.

Sin duda, la mejora de la tecnología de la comunicación ha mejorado la eficiencia: Hasta 2010, tomar un avión del aeropuerto JFK a Heathrow solía ser la manera más rápida de enviar dinero en efectivo el mismo día al otro lado del Atlántico.

En la actualidad ya no es así. Sin embargo, con todos los avances de la banca móvil, el coste medio mundial de las remesas continúa siendo del 6,2%. Para enviar US$200 al África subsahariana se necesitan US$15.

El problema radica en la misma arquitectura de cómo se transfiere dinero de un cliente a otro, mediante mensajes que fluyen entre intermediarios de confianza.

Suplantarlo por un diseño de mayor calidad no es tanto como sustituir las palomas mensajeras por los telegramas, sino como cambiar el actual sistema de mantenimiento de archivos, de más de 700 años de antigüedad, por algo parecido a un protocolo de internet creado para las finanzas.

El director general del Banco de Pagos Internacionales, Agustín Carstens, y el multimillonario de la India Nandan Nilekani, responsable del mayor sistema de identidad digital del planeta, proponen este sistema financiero para el futuro. Lo han bautizado como “Finternet”.

En el centro de la idea se encuentra el llamado libro mayor unificado. Piense en ello como un marcador gigante. Los clientes pueden usarlo para rastrear la actividad en sus billeteras electrónicas, que contendrán diferentes tipos de monedas.

Algunos representarán valores, otros sustituirán a depósitos bancarios. Un tercer tipo puede consistir en monedas digitales de bancos centrales, o CBDC, de diferentes países, o monedas estables emitidas de forma privada que las imiten.

Las posesiones del mundo real, como propiedades, automóviles y arte, tendrán sus propias representaciones de valor. Los clientes utilizarán instituciones financieras para intercambiar todo tipo de tokens entre sí según una lógica preprogramada.

Ninguna moneda saldrá de ninguna billetera si el pago por ella no sale de otra. Los participantes controlarán el juego no enviando mensajes sino mirando el marcador.

La tokenización, o el proceso de convertir valores tradicionales en sus copias digitales, podría poner un mercado de US$22 billones en activos alternativos al alcance de una clase media con restricciones de liquidez.

Incluso si estos inversores tienen el apetito por el riesgo de buscar mayores rendimientos en capital privado, fondos de cobertura o infraestructura, carecen de la capacidad de hacer apuestas desiguales que estén fijadas por mucho tiempo. Dividir estos valores en pequeñas partes en la cadena de bloques podría hacerlos más líquidos, dijo Moody’s Investors Service en un informe la semana pasada.

Los costos diarios también podrían reducirse, particularmente en las transacciones transfronterizas.

Instruir a las instituciones para que debiten y acrediten cuentas, y luego conciliar varios libros contables para garantizar que nadie se quede corto, es la forma en que se acumulan los retrasos y los gastos. Es por eso que el sistema actual discrimina a las pequeñas empresas y a los individuos excluyéndolos por completo o rebajándoles las tarifas.

Otro atractivo de Internet es que puede soportar todo tipo de dinero innovador con un propósito determinado , que puede envolver una capa de programación alrededor del valor almacenado como tokens y dirigirlo a un fin específico.

Por ejemplo, los gobiernos pueden otorgar vales de educación a hogares pobres y garantizar que solo se utilicen para pagar matrículas escolares, almuerzos y material de oficina.

Sin embargo, Carstens y Nilekani se apresuran a esbozar los desafíos. Para que internet funcione, los bancos centrales tendrán que proporcionar efectivo digital, si no al público en general, al menos a las instituciones financieras.

Pero cuatro de cada cinco autoridades monetarias del mundo no tienen un poder legal claro para emitir dinero simbólico o tienen específicamente prohibido hacerlo.

La siguiente dificultad es la mitigación del fraude a través de una “identidad de usuario confiable”. Eso también es difícil de resolver. Incluso Aadhaar, la identificación única basada en biometría en la que Nilekani fue pionera en la India, sigue estando plagada de abusos y robos.

Además, los usuarios deben tener la seguridad de que poner todas sus transacciones monetarias en internet no dará lugar a violaciones de la privacidad ni los convertirá en blanco de vigilancia.

La visión de Carstens y Nilekani ha estado más cerca de hacerse realidad en Brasil.

Su plataforma Drex propuesta será un libro de contabilidad unificado donde coexistirán dinero del banco central tokenizado al por mayor, depósitos bancarios, dinero electrónico y valores del tesoro.

Por otra parte, el Banco de Francia (que representa al eurosistema), los bancos centrales de Japón, Corea del Sur, México, Suiza y el Reino Unido, y el Banco de la Reserva Federal de Nueva York se han unido en el marco de Ágora, un proyecto del BIS .

El objetivo es involucrar a las grandes instituciones financieras para que investiguen cómo los depósitos bancarios tokenizados pueden integrarse perfectamente con las CBDC (por sus siglas en inglés, efectivo digital del banco central) mayoristas en una plataforma público-privada.

Actualizar la arquitectura legal y regulatoria llevará años. Pero la prueba definitiva de internet será su capacidad para ganarse a los consumidores. No será un terreno fácil de navegar para los usuarios.

Por ejemplo, una moneda que promete la propiedad de una obra de arte digital normalmente no se registrará ante una autoridad pública, pero sí una representación de una propiedad o un vehículo.

Algunos activos como acciones y bonos estarán estrictamente regulados; a otros, como las criptomonedas, es posible que no les guste. Algunos tokens de dinero se gastarán con la finalidad de que el efectivo cambie de manos; otros pueden ser como pagos de cheques que pueden suspenderse.

Dependiendo de si están registrados, regulados, fungibles o al portador, los tokens tendrán diferentes derechos legales. Su atractivo dependerá de cuánta complejidad pueda manejar un individuo promedio.

Internet parece desalentador en la actualidad, al igual que antes lo eran el correo electrónico y los pagos móviles. Pero si el premio es lo suficientemente grande, los consumidores se esforzarán.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

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