Las ciudades de Latinoamérica, cada vez más pobladas pero menos productivas: estas son las razones

Además del reto de la baja productividad, Latinoamérica se enfrenta a marcados cambios demográficos y el envejecimiento de su población que pueden impactar su crecimiento

Autobuses llegan a la estación de TransMilenio en Bogotá, Colombia, el lunes 7 de febrero de 2022.
24 de abril, 2024 | 08:55 AM

Bloomberg Línea — A pesar de que en Latinoamérica y el Caribe la mayor parte de las personas vive en las grandes ciudades, estas no son áreas particularmente productivas debido a factores como la desindustrialización, la gran congestión vehicular y las divisiones urbanas, de acuerdo con un nuevo informe del Banco Mundial.

El reporte concluye que si bien las ciudades de Latinoamérica tienen mayor densidad de población que las del resto del mundo y los ingresos per cápita son elevados en las zonas urbanas más grandes y densas, estas “no son particularmente productivas”.

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“En promedio, las primas de productividad en localidades predominantemente urbanas son apenas más altas que en localidades mayormente rurales”, dice el informe.

El documento, titulado ‘La evolución geográfica de la productividad y el empleo’, dice que las ciudades de Latinoamérica no están logrando capturar verdaderamente los beneficios que pueden obtener a través de la proximidad geográfica y el acceso a los mercados.

Las principales anclas para que esto ocurra y, en cambio, se generen economías de aglomeración “estériles”, tienen que ver con los denominados costos de la densidad de población, como la congestión vehicular, el delito y la competencia de las empresas informales, así como el impacto en el sector inmobiliario en las zonas urbanas centrales.

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“Desafortunadamente, las grandes ciudades de la región no son centros de producción dinámicos”, dice el informe del Banco Mundial.

De acuerdo con cifras de la entidad, cuatro de cada cinco latinoamericanos viven en zonas urbanas. De hecho, casi el 40 % de la población vive en ciudades de 1 millón o más de habitantes.

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Los tres factores para tener ciudades poco productivas en Latinoamérica

Congestión vehicular en Latinoamérica

En profundidad, el fenómeno de la baja productividad en las ciudades de la región está asociado a un proceso de desindustrialización marcado, que tiene que ver con que estas se han alejado de la producción de bienes y servicios comercializables y se han enfocado más bien hacia los servicios no comercializables.

Esto se evidencia en el hecho de que de las 15 urbes más importantes de la región, ninguna es de producción y solo Brasil, México y Centroamérica tienen ese tipo de ciudades, pero son relativamente pequeñas.

A este factor se suman los problemas de conectividad y lo que los autores del reporte han denominado “la maldición de la distancia”, con Bogotá, Ciudad de México, Ciudad de Guatemala, Ciudad de Panamá y Santo Domingo, entre las ciudades más congestionadas del mundo.

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“Si bien la congestión del tráfico reduce los beneficios de la aglomeración para todas las empresas, este efecto es mucho más acentuado en el caso de las empresas de servicios y las empresas locales, más pequeñas y de menor trayectoria, que operan en el mercado interno”, dice el documento.

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Y un tercer aspecto que juega en contra de la productividad en las ciudades son las divisiones entre zonas pobres y prósperas, lo que podría limitar “el alcance geográfico de las economías de aglomeración y generan ineficiencia”.

“La segregación residencial tiene efectos negativos bien conocidos sobre la escolaridad, la salud, la igualdad de oportunidades, movilidad intergeneracional, los flujos de información y el capital social”, explican los especialistas del Banco Mundial.

Los cambios demográficos se convirtieron en el nuevo dolor de cabeza para Latinoamérica

Una persona lleva una máscara protectora mientras está sentada en Bogotá, Colombia, el martes 14 de abril de 2020.

Latinoamérica está comenzando a sentir los efectos del cambio demográfico y el envejecimiento de su población en el crecimiento económico, con una previsión de que el PIB se expanda en torno al 2% en los próximos cinco años, situándose por debajo de su promedio histórico, según un análisis firmado por expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Se estima que el bono demográfico en Latinoamérica y el Caribe terminará en el 2029 luego de 62 años, según explicó a Bloomberg Línea el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade)- División de Población de la Cepal, Simone Cecchini.

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Esto quiere decir que para 2029 la población dependiente (menores de 15 años y de 65 años y más) crecerá más que la población en edad de trabajar (de 15 a 64 años).

Las proyecciones del FMI apuntan a que el porcentaje de población activa se mantendrá estática en los próximos cinco años, lo que marca una ruptura de la tendencia, ya que desde el año 2000 se venía sumando un 0,5% a la fuerza laboral.

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Celade prevé que las personas de 60 años y más superen a las menores de 15 años en 2047 en la región.

“Lo más destacado es que el dividendo demográfico está disminuyendo a medida que la población envejece y que el porcentaje de población activa llega a sus máximos, y eso significa que la proporción de la población capaz de generar ingresos dejará de crecer”, dice el análisis del FMI.

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Los analistas del FMI advierten que las tendencias demográficas contribuyeron a impulsar el crecimiento de LatAm y la fuerza laboral casi 50% en las dos décadas previas a la pandemia.

No obstante, esta tendencia se estaría revirtiendo y estos cambios demográficos “dejarán de ser un impulso al crecimiento en los años venideros”, señalaron.

En la actualidad, se estima que la región tiene unos 652 millones de habitantes, de los que un 50,8% forma parte de la fuerza de trabajo.

No obstante, el promedio de crecimiento de la población caerá desde el 1% por año durante las dos décadas previas a la pandemia a un 0,6% por año en el próximo lustro.

Este factor también se considera de atención, puesto que el crecimiento demográfico puede contribuir a aumentar los ingresos públicos ante los elevados niveles de deuda a los que se enfrentan los países de Latinoamérica.