Bloomberg — Fitch Ratings revisó la perspectiva de China de estable a negativa, afirmando que es probable que el Gobierno acumule deuda mientras intenta sacar a la economía de una desaceleración impulsada por el sector inmobiliario.
La creciente incertidumbre sobre las perspectivas de la segunda economía más grande del mundo, en medio de la campaña de Pekín para hacer que el crecimiento dependa menos de la vivienda, “podría mantener la deuda en una tendencia al alza constante”, dijo Fitch el miércoles.
El gobierno chino, que ha estado hablando de la perspectiva de un cambio de rumbo en la economía, respondió rápidamente, diciendo que la empresa de calificación no reflejaba el papel de la política fiscal en el apuntalamiento del crecimiento, lo que ayuda a estabilizar la carga de la deuda.
Los mercados financieros no se inmutaron y el yuan se mantuvo estable. El rendimiento de los bonos soberanos chinos a 10 años subió después de cotizar sin cambios durante la mayor parte del día, mientras los inversores asimilaban un informe según el cual se espera que los bancos aumenten drásticamente la emisión de bonos a largo plazo.
“Creo que la agencia ha entendido la lógica al revés”, afirma Hao Hong, economista jefe de Grow Investment Group. “Hay deudas buenas y deudas malas. En este momento, si el Gobierno amplía su déficit presupuestario fiscal, mejorarán realmente las perspectivas económicas”.
El anuncio de Fitch, que coincide con otro similar de Moody’s Investors Service en diciembre, llega en un momento crucial para la economía china. La semana que viene, el gobierno publicará algunos indicadores clave, como el crecimiento del primer trimestre, y el banco central decidirá el tipo de interés de los préstamos. Los mercados financieros están muy atentos a las pistas sobre si la economía ha dejado atrás lo peor, después de algunas cifras alentadoras para la fabricación y las exportaciones a principios de este año.
Los mercados se centran en la publicación de estos datos, pero la decisión de Fitch “puede seguir afectando a la confianza del mercado en China a corto plazo, cuando el nivel de confianza ya es bajo”, afirmó Xiaojia Zhi, economista de Credit Agricole.
La deuda pública de China ha aumentado rápidamente en los últimos doce años, a medida que el gobierno inyectaba fondos en la economía en un intento de mantener las tasas de crecimiento líderes en el mundo que registró en décadas anteriores. En medio del desplome inmobiliario que amenaza ahora con ralentizar la producción, el gobierno ha esbozado algunas nuevas medidas de estímulo -como subvenciones a los hogares y empresas que quieran actualizar sus electrodomésticos o maquinaria- y ha señalado que es posible que haya más.
La deuda pública se acercaba al 80% del Producto Interno Bruto a mediados del año pasado, aproximadamente el doble del nivel de mediados de la década de 2010, según el Banco de Pagos Internacionales. Esta cifra es muy inferior a la de muchas economías avanzadas como Japón y EE.UU., aunque relativamente alta para un mercado emergente. La propia medición de Pekín de la deuda pública la sitúa en el 56% del PIB a finales de 2023, lo que supone un fuerte aumento desde la pandemia.
Sin embargo, dado que China toma prestado en su propia moneda, no corre el riesgo de sufrir una crisis de deuda como la que ha afectado a otros países en desarrollo en el pasado, según Andrew Freris, director ejecutivo de Ecognosis Advisory Co.
“Lo único que debe preocuparles es su situación interna”, afirma. “Eso es mucho más fácil de hacer porque un tercio del sistema bancario pertenece al gobierno”.
La participación extranjera en el mercado de bonos soberanos de China sigue siendo pequeña, algo menos del 8%, según cálculos de Bloomberg a partir de los últimos datos oficiales. Es probable que esto limite el impacto del cambio de perspectivas. Los inversores extranjeros han sido compradores netos de bonos chinos desde octubre, a pesar del recorte de la perspectiva de Moody’s.
Aunque Fitch rebajó su perspectiva, mantuvo en A+ la calificación de China como emisor de deuda en divisas a largo plazo. Dijo que un punto clave a vigilar es “el grado en que el apoyo fiscal reaviva el crecimiento subyacente del PIB”.
En respuesta a Fitch, el Ministerio de Finanzas de China defendió su política fiscal como de apoyo al crecimiento, argumentando que el gobierno será capaz de “controlar bien sus ratios de deuda y ahorrar margen político para hacer frente a posibles riesgos y desafíos en el futuro”.
“Lamentamos el recorte de Fitch a la perspectiva crediticia de China”, dijo el Ministerio en un comunicado emitido minutos después del anuncio de Fitch. Los métodos de calificación de la empresa “no reflejaron el papel positivo” de la política fiscal de China en la estabilización del crecimiento económico, así como el coeficiente de apalancamiento macroeconómico “de una manera eficaz y con visión de futuro”, señaló.
El Ministerio de Asuntos Exteriores también se pronunció al respecto, y su portavoz, Mao Ning, dijo a los periodistas en una rueda de prensa que “la determinación y la capacidad de China para salvaguardar su solvencia soberana no cambiarán” cuando se le preguntó por la decisión de Fitch.
Los funcionarios del Partido Comunista en el poder se han vuelto más sensibles a los comentarios negativos sobre la economía en su intento de reforzar la confianza y frenar las salidas de capital. En diciembre, los máximos dirigentes del país pidieron que se amplificaran las opiniones alcistas, y los funcionarios han ideado nuevas estrategias, como la divulgación anticipada de datos favorables.
Según Frances Cheung, estratega de tipos de OCBC, es probable que la decisión de Fitch no afecte a las decisiones políticas chinas, como el anuncio por parte del banco central de la facilidad de préstamo a medio plazo a un año, un tipo de interés clave, previsto para el 15 de abril. Tampoco es probable que, a largo plazo, conduzca a una rebaja de la calificación, dijo, gracias al “poder fiscal y las perspectivas de crecimiento de China”.
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