Bogotá — Ni la inflación rampante, ni las tasas de interés altas, ni los gobiernos radicales ni mucho menos, la competencia, suponen para las familias latinoamericanas de altos patrimonios un reto tan grande como el que el que ellas mismas se pueden imponer: su propia estabilidad y gobernanza.
Definir al patriarca o la matriarca de las grandes fortunas latinoamericanas, y el rol que jugará cada uno de los miembros de la familia en las complejas estructuras societarias, es uno de los principales riesgos que en ocasiones afrontan las familias de altos patrimonios de la región, dice Juan Pablo Galán, head de Wealth Management en Credicorp Capital en entrevista con Bloomberg Línea. Desde la firma se estima que actualmente hay en la región (Colombia, Chile y Perú) 50.000 personas con inversiones superiores a US$1 millón.
Gobernar es cuidar el patrimonio
Si bien la mejor forma de hacer crecer el patrimonio familiar es invirtiéndolo bien y cumpliendo con reglas básicas como no poner todos los huevos en la misma canasta, la gobernabilidad familiar es tanto o más importante que eso.
Según Galán los patriarcas y matriarcas de la región están muy preocupados por la sucesión en sus familias. “Hay unas en las que la sucesión es muy armónica”, y destaca que se ve que las siguientes dos generaciones tienen alguna participación y “parte del legado del patriarca es irlos integrando al manejo del patrimonio”.
No obstante, explica Galán, “hay un error que se repite con algo de frecuencia y es el gobierno de los patrimonios”. Dice que se ha visto cómo los conflictos surgen a raíz de una mala planeación del gobierno familiar, de los planes de sucesión y por el simple hecho de que “las familias van creciendo, son seres humanos y se generan conflictos”, tal como le sucede al personaje de Francisco Robles Céspedes con sus hijos Francisco, Sebastián y José en la novela “Los Robles”, de Rodrigo Lozano.
Y es que tal como sucede en el libro de Lozano, parte de las discrepancias que nacen al interior de las familias se explican porque en ciertos casos “no se imaginaron que su patrimonio fuera a crecer tanto”, y en ocasiones eso lleva a que “una pequeña diferencia de gobierno familiar pueda escalar en un conflicto serio”, dice Galán, quien, a la vez, destaca que paralelamente también hay familias que funcionan muy bien y que tienen muy bien definido el rol de cada uno.
Explica que las familias que funcionan bien es porque tiene muy bien establecido su modelo de gobierno, quién gestiona el patrimonio y quién cohesiona a la familia.
Otro de los puntos que dificulta el gobierno familiar es cuando “uno de los miembros quiere entrar al negocio con mayor protagonismo, pero no tiene las aptitudes indicadas o no es el candidato ideal”, sostiene Galán quien también considera que “las familias muchas veces le dedican mucho tiempo a la gestión del patrimonio y dejan de lado ese gobierno familiar. Eso afecta familias que van creciendo con los nuevos miembros que llegan, a medida que la familia crece con nuevas uniones y se multiplica, unos suman, otros restan…”.
Cada vez más alternativos
Las familias más acaudaladas cada vez se preocupan más por las denominadas inversiones alternativas. Sin embargo, Galán asegura que los activos tradicionales siguen siendo muy importantes dentro de sus portafolios.
“Las acciones, los bonos, etc, la renta fija en general sigue siendo muy atractiva, y más con las expectativas de una menor inflación futura”, sostiene.
No obstante, explica que es creciente el interés por activos alternativos como lo pueden ser los negocios inmobiliarios y las inversiones privadas.
“Son familias que siempre han sido emprendedoras, que quieren seguir generando nuevas oportunidades de negocio”, dice Galán quien además comenta que las familias ricas especializan cada vez más los roles de inversión, llegando incluso a tener un encargado de los activos tradicionales y otro encargado de inversiones privadas.
“Son activos que no están listados, pueden salir muy bien o muy mal, son, claramente, de un mucho mayor riesgo”, advierte Galán. Dicho riesgo, dice, está asociado a una mayor concentración e implica usualmente menos liquidez secundaria, o nula en algunos casos.
Cazadores de oportunidades
Las familias de altos patrimonio tienen horizontes de inversión de más largo plazo y por esa razón no actúan en reacción a coyunturas.
“Claro que les preocupan las coyunturas políticas y económicas, pero actúan con mucha serenidad y siempre buscando oportunidades, en lugar de espantarse por las amenazas”, explica Galán quien relata que en reuniones con estos líderes de familia algunos aseguran que muchas de las movidas que realizan “son problema de sus nietos porque están pensadas a 20 o 25 años”.
Asia está dentro de su portafolio, pero las inversiones por fuera de los países que conocen son usualmente en activos tradicionales, “el riesgo lo toman en los mercados que conocen y donde sienten que tiene más información”.
Respetar el ADN familiar
No existe un sector preferido por las familias. Lo que sí hay es una preferencia clara por invertir en negocios que se conocen y en los que hay experiencia previa.
En la región, dice Galán, hay familias expertas en invertir en el sector inmobiliario. Ya han sido exitosas en Colombia, Chile, Perú y ahora lo hacen en Estados Unidos, España y Portugal, “es un tipo de activo que conocen bien”.
Agrega el ejecutivo de Credicorp que “depende del ADN de la familia, otras prefieren alimentos y otras el sector financiero, lo que es raro es que una familia se aventure a segmentos que no conozca”.
Explica que cuando lo hacen es una coinversión con un gran jugador o con otra familia que conozca bien el negocio, pero son muy dados a cumplir la regla de “zapatero a tus zapatos”.
Matriarcas más fuertes
Una de las características que Galán ha visto en las familias más ricas de la región es que las mujeres tienen una participación más relevante de la que solía tener.
“La región claramente tenía un sesgo machista y la cancha se ha venido nivelando en las nuevas generaciones cada vez hay más peso de las mujeres en la toma de decisiones de inversión”, explicó Galán.
Además, cuenta que entre las diferencias que se ven con respecto al manejo que los hombres dan a las inversiones está que “tienen más sensibilidad por inversiones responsables, sostenibles. Hay más exigencia en ese sentido”.
Un estudio de Credicorp Capital muestra que las mujeres de alto patrimonio en la región son más arriesgadas a la hora de invertir de lo que se cree, y en muchos casos, las decisiones de inversión conservadoras obedecen a sesgos de género y no a la realidad de las inversionistas.
Para el caso de Colombia, el 60% de los hombres y el 57% de las mujeres invierte en activos con un riesgo alto, seguido por un 37% de las mujeres con un perfil moderado y un 7% toma un riesgo bajo a la hora de invertir.
Algo que resalta el estudio es que el 66% de las mujeres inversionistas ha creado su propia riqueza, ya sea a través de la creación de sus propias empresas o fruto de su trabajo como ejecutivas de alto rango. En contraste, el 34% la heredó de algún familiar, algo que también influye en su perfil de riesgo, en casos debido a la edad en la que reciben los recursos.
Sin embargo, hay algunos temas en los que las mujeres y hombres inversionistas sí se diferencian. Uno de ellos es tomar la decisión de invertir: mientras que los hombres son mucho más impulsivos y toman la decisión sin la opinión de terceros, las mujeres se demoran más en tomar la decisión y, adicionalmente, tienen en cuenta la opinión de terceros como los hijos o su pareja.
Finalmente, Galán destacó que “las nuevas generaciones de las familias están mucho más abiertas a la tecnología, son los que usualmente se convierten en ángeles inversionistas en fintechs o iniciativas similares donde el componente digital sea relevante”