Bogotá — Para medir cuál ha sido el impacto de la presencia de Oleoducto de los Llanos (ODL), en la Orinoquía colombiana, la Universidad EAN elaboró un documento que entrega información sobre la influencia de la compañía en el medioambiente, el empleo y el desarrollo de la región.
En un documento titulado Caminos de Bienestar, se consignaron los hallazgos de la investigación de la universidad durante ocho meses y para debatirlos, Bloomberg Línea habló con Brigitte Baptiste, rectora de la EAN y con Alejandro Pinzón, presidente de ODL Colombia.
Uno de los aspectos que ODL destaca de la manera en cómo ha influido en la región está ligado a la generación de empleos. Pinzón asegura que el 80% de sus colaboradores en la Orinoquía son de la zona, pero agrega que la presencia de la compañía en la región ha contribuido al desarrollo de otros sectores ajenos al transporte de crudo.
“Funcionamos con alrededor de 520 personas, más del 80% son de la región”, explica, al tiempo que explica que han “desarrollado estrategias de contratación específica”. No obstante, según el ejecutivo, también hay gente que se beneficia de la operación de ODL de forma indirecta como, por ejemplo, los de los hoteles, los de los restaurantes.
Sobre el rol de ODL en la lucha contra el cambio climático y en pro de los avances hacia una transición energética, Pinzón sostiene que “el objeto social para el cual estamos creados buscamos cumplirlo de la manera más limpia posible”, y asegura que la empresa tiene toda una estrategia de descarbonización y que prueba de ello es que desde hace tres años son una empresa carbono neutro, certificación que renuevan anualmente.
A juicio del presidente de ODL, eso demuestra que la labor económica que desarrollan en la región “la hacemos es con un compromiso ambiental absoluto”.
Pero, además, explica que parte de su rol es buscar “una estrategia de trabajo de sustitución de economías asociadas a la industria del petróleo”, con ello, agrega que se trabaja en “la siembra de cultivos para la generación de biocombustibles con proceso productivo, son ejemplos que quisiéramos replicar”.
Sobre cómo se podrá involucrar la compañía con el proceso de transición energética, pensando en desligar la economía nacional de los combustibles fósiles, la rectora de la EAN aseguró que se debe resaltar y aprovechar el “el know-how” de ODL “cuando dejemos de transportar crudo por esa infraestructura necesitamos darle valor a lo que ya hay en el territorio, se puede transportar hidrógeno, en alguna de sus variedades o agua, el saber cómo es la operación es clave, y las empresas de transporte de crudo van a evolucionar dentro del contexto de la política de transición energética, no se va a dejar tirado porque no se transporte petróleo”.
Sobre las inseguridades que tienen las poblaciones con industrias como la del transporte de crudo y los impactos que estas pueden generar en los entornos, Baptiste explicó que se van disipando con el pasar del tiempo a medida que ven que las empresas tienen un buen manejo ambiental, por ejemplo.
“La gente después de cinco, siete o diez años gana confianza, pero eso se habría podido hacer antes con una mejor comunicación, y eso se debe implementar en cualquier proyecto futuro, bien sea de vías, o de torres de energía, etc.” dijo la bióloga.
Precisamente, dice Baptiste, el documento elaborado ayuda a construir confianza, y permite evidenciar que sí se pueden desarrollar proyectos de largo plazo cuando hay beneficio para las comunidades.
“Se logra cuando se cumple con la normatividad ambiental para que el impacto sea el menor posible, eso permite romper esos cuellos de botella que muchas veces son fabricados por las tensiones políticas y regionales”, añadió.
Finalmente, Pinzón sostiene que es la propia comunidad la que “protege lo que hacemos porque han tenido acceso a la oportunidad de trabajar con nosotros”.
