Bloomberg Línea — Un video viral de la profesora Ruth Gottesman, de 93 años, anunciando a sus estudiantes de la Escuela de Medicina Albert Einstein en el Bronx (Nueva York) que iba a asumir los costos de su matrícula tras una donación de US$1.000 millones ha vuelto a poner sobre la mesa el poder de la filantropía.
La filantropía privada es un importante soporte para las economías de los países emergentes y en Latinoamérica ayuda a impulsar las políticas sociales y las iniciativas de las organizaciones no gubernamentales.
Latinoamérica y el Caribe obtuvo unos US$400 millones provenientes de la filantropía privada en el período comprendido entre 2018-2020 o un 9% del total global. Estos recursos se destinaron principalmente al gobierno y la sociedad civil, salud y población y protección del medioambiente, de acuerdo a un reporte del 2023 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El reporte, titulado Private philanthropy for sustainable development, 2018-20, muestra que la mayoría de estos recursos se destinaron a Brasil (US$64 millones), seguido por México (US$52 millones), Colombia (US$43 millones), El Salvador (US$27 millones), Perú (US$20 millones) y (US$13 millones). Según la OCDE, dos tercios de la filantropía privada para el desarrollo sostenible en el mundo en 2018-20 se dirigieron a África.
Según la OCDE, cerca de la mitad de las donaciones filantrópicas para la región provienen de un grupo de fundaciones. Destacan Fundación Howard G. Buffett (17%), la Open Society Foundations (13%), la Fundación Ford (12%) y la Fundación Gordon y Betty Moore (10%).
“En el contexto de América Latina, las desigualdades son flagrantes y la filantropía se hace necesaria con la intención de resolver los problemas sociales, desde el acceso a la educación, la escolarización hasta la alimentación y la vivienda”, dijo a Bloomberg Línea el politólogo y profesor de sociología en la institución académica brasileña ESPM, Paulo Ramírez.
En su opinión, las acciones de la filantropía son muy importantes, pero son generalmente específicas y locales. De hecho, dice que no suele haber recursos suficientes para resolver los problemas de todos los necesitados y la filantropía “no llega a cubrir a todos los individuos que necesitan una mejora de su condición social”.
En este sentido, “las soluciones a un nivel más global dentro de una sociedad debería ofrecerlas el Estado”.
“Desde el punto de vista sociológico, lo que estamos acostumbrados a evaluar es que la filantropía parece darse en países de continentes donde el nivel de intervención del Estado en el área social, salud, educación, vivienda, etcétera, es menor”, apuntó.
La doctora en Economía en la Universidad del Rosario, Clara Inés Pardo, manifestó a Bloomberg Línea en Colombia que los procesos filantrópicos en Latinoamérica no son tan desarrollados como en otros países.
Citó el World Giving Index (Índice de Donaciones Mundiales) para explicar que los países referentes en este aspecto presentan avances en gran medida atribuidos a factores culturales y marcos fiscales favorables que permiten deducciones de impuestos.
La promoción de esta cultura filantrópica podría impulsar el desarrollo, especialmente si los fondos se utilizan estratégicamente para abordar la pobreza y la desigualdad, con una gestión transparente que demuestre su impacto, dijo.
Fortalecer el impacto de la filantropía en LatAm
Comprender las particularidades culturales y los procesos de desarrollo de las organizaciones filantrópicas es crucial, ya que muchas de estas entidades han logrado mejorar sus procesos a nivel local y han extendido su ayuda a programas globales, lo que refleja un nivel de desarrollo significativo.
“En Latinoamérica es importante fortalecer la cultura de la donación, promover un portafolio diversificado de las propuestas que se trabajan para el destino de los recursos, ya que se ha concentrado en temas de educación”, manifestó la académica Clara Inés Pardo.
Añadió que es clave lograr procesos transparentes que evidencien que las ayudas efectivamente lleguen a prioridades de la región, garantizar una regulación efectiva, lograr obtener fondos nacionales e internacionales que cuenten con una buena gestión y que permitan medir el impacto.
Asimismo, para maximizar el impacto, dice que es importante garantizar una buena gobernanza de las instituciones filantrópicas con procesos transparentes que generen confianza, diseñar programas de innovadores de donación, entre otros.
Paulo Ramírez, de ESPM, considera que el propio Estado debería poder ayudar de alguna manera a esas instituciones filantrópicas con políticas públicas. “Las instituciones filantrópicas necesitan más estímulos, no solo en términos de reducción de impuestos, sino también el acceso a la publicidad en los medios de comunicación”, apuntó.
El académico considera que estas organizaciones podrían tener una franja de programación específica en las radios y en la televisión de Latinoamérica, no solo para hacer publicidad, sino también para mostrar ese feedback a la sociedad sobre la importancia de los proyectos.
Precisamente, cree que “los pocos incentivos hacen que el sector privado no esté tan animado a llevar a cabo estas prácticas”.
El aporte de los millonarios a la filantropía
En el mundo, existen iniciativas globales como ‘Giving Pledge’, del magnate y director ejecutivo del conglomerado empresarial Berkshire Hathaway, Warren Buffett, en la que promete donar la mayor parte de su fortuna para ayudar a resolver problemas sociales.
La organización fue lanzada en 2010 por Buffett, junto a los millonarios estadounidenses Bill Gates -fundador de Microsoft- y la empresaria e informática Melinda French Gates. Hasta junio de 2023, contaba con 241 filántropos de 29 países.
Según la organización, “Giving Pledge tiene como objetivo catalizar un movimiento que ayudará a cambiar las normas en torno a las donaciones entre los ultrarricos a escala global, incluido alentar a las personas a dar más, establecer sus planes de donación antes y dar con mayor impacto”.
Por Latinoamérica, los filántropos partícipes son de Brasil y Colombia.
Por Brasil, figura el presidente de Cyrela Brazil Realty, el empresario de origen sirio Elie Horn, quien en el 2019 prometió donar el 60% de su fortuna a través de la iniciativa de Warren Buffett. Su organización benéfica se ocupa principalmente de la educación en escuelas y universidades.
Cyrela es una de las mayores constructoras de Brasil, enfocada en el sector inmobiliario residencial de gama media y alta. En el cuarto trimestre del año pasado alcanzó un beneficio neto de R$248 millones (unos US$49,6 millones) y de US$942 millones en todo el 2023 (unos US$188,5 millones), encima de los R$809 millones de 2022 (unos US$161,9 millones).
Por Colombia, el millonario y fundador del neobanco brasileño Nubank, David Vélez, y su esposa, Mariel Reyes, se han comprometido también a donar la mayor parte de su riqueza a la filantropía.
En 2021, cuando se sumaron a la iniciativa, manifestaron en una carta que lo harán mediante el establecimiento de una nueva plataforma filantrópica familiar. Esta, afirmaron, se centrará “en mejorar el conjunto de oportunidades para los niños y jóvenes latinoamericanos más vulnerables y desfavorecidos”.
David Vélez es considerado una de las personas más ricas de Colombia y de Latinoamérica, situándose en la posición número 192 del Bloomberg Billionaires Index. Se estima que su patrimonio se ubica en la actualidad en los US$11.600 millones, con una variación positiva de US$3.340 millones en lo corrido del año.
De acuerdo a cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el número de milmillonarios en la región cuyo patrimonio es parcial o totalmente heredado equivale al 53,8%.
En Europa Occidental estas fortunas heredadas equivalen al 51,4%; en el denominado resto del mundo al 37,3%, en EE.UU. y Canadá al 27% y en China a solo el 5,6%. India es la excepción, puesto que el porcentaje de milmillonarios con patrimonio parcial o totalmente heredado es del 54,3%.
Según la Cepal, el patrimonio de los milmillonarios de América Latina y el Caribe llegó a los US$453.000 millones corrientes en 2022, lo que significó US$4.600 millones más que en 2021 y US$56.300 millones más que en 2019.