Bloomberg — El currículum de Marcelo Claure está lleno de éxitos: fundó un distribuidor multinacional de teléfonos móviles, logró la compleja fusión de Sprint y T-Mobile y se ha dado el gusto de acompañar la temporada de cuento de hadas del club de fútbol español Girona FC —del que es dueño minoritario—, por nombrar algunos.
Es por eso que a este multimillonario boliviano-estadounidense de 53 años le molesta ser probablemente más conocido por sus vínculos con WeWork Cos., la startup que implosionó estrepitosamente después de haber sido valorada en US$47.000 millones.
Claure fue designado en 2019 por su jefe de SoftBank Group Corp., Masayoshi Son, para estabilizar la empresa de bienes raíces después de que cancelara su oferta pública inicial en medio de una crisis de efectivo. Supervisó la reducción del negocio, recortó costos y minimizó su huella, al tiempo que profesaba plena confianza en que se recuperaría. Pero la pandemia asestó el golpe final, ya que la empresa siguió perdiendo miles de millones incluso en el momento de su cotización a través de una empresa de adquisición de propósito especial (SPAC, por sus siglas en inglés) a fines de 2021.
Ahora Claure está dando forma a su propio imperio de inversiones —inspirado igualmente por la sabiduría y los errores de Son— que describe con una grandilocuencia que evoca a su antiguo empleador. Su family office, Claure Group, está en busca de acuerdos en IA y energías renovables (“no puede ser un verdadero inversionista si no está en los sectores de IA y clima”), adquirió una importante participación en la compañía china de moda rápida Shein (“una de las más empresas icónicas de nuestros tiempos”), y está evaluando formas de revolucionar el fútbol en Estados Unidos tras el improbable éxito de su Girona FC (“probablemente uno de los mejores equipos en el mundo del fútbol”).
Aunque Claure dejó SoftBank en 2022 y WeWork se declaró en quiebra el año pasado, el drama en torno a la startup no ha desaparecido. Este mes, su fundador, Adam Neumann, surgió como un posible postor por su abatida antigua empresa. Para empezar, el hecho de que Neumann, de 44 años, tenga los fondos para hacer una oferta es gracias, en parte, a Claure, quien como presidente de WeWork negoció un paquete de salida que le otorgó a Neumann US$291 millones en efectivo más US$578 millones por vender sus acciones de WeWork y un préstamo sin recurso de US$430 millones de SoftBank.
Claure, quien dijo que Neumann ya lo llamó para pedirle consejo sobre su oferta, no se disculpa. “Ese fue el precio que pagamos para poder recuperar el control del negocio”, dijo en una entrevista y agregó que Son dictaba los términos. “Adam no tuvo que darle las llaves a nadie”.
La debacle de WeWork pone de relieve el desafío de escapar de la sombra de SoftBank, una de las firmas de inversión más idiosincrásicas del mundo, que tenía US$413.600 millones en activos en su punto álgido, en marzo de 2021. Claure trabajó ocho años para la firma japonesa, primero como director ejecutivo de su empresa de cartera Sprint y luego como director de operaciones de SoftBank.
En ese cargo, ayudó a ejecutar planes de recuperación en las empresas seleccionadas por Son, algunas de las cuales fueron adquiridas por su emblemático Vision Fund a precios elevados y cuyo valor se ha desplomado desde entonces. Su paso por allí lo hizo rico, aunque no lo suficiente para su gusto. Se retiró de la firma después de que él y Masa no pudieran ponerse de acuerdo sobre la solicitud de Claure de un pago de US$1.000 millones.
Toda una celebridad
Un día de fines de enero, Claure, con sus casi 2 metros de altura, está sentado en una sala de conferencias en la sede de su family office en el Meatpacking District de Manhattan. Vestido completamente de negro, su atuendo armoniza con la decoración de estilo industrial y elegante. Su escala en Miami, su residencia principal, es breve. Claure pasa gran parte de su tiempo viajando y, a menudo, muestra los viajes en X, publicando fotografías de aviones privados y posando con políticos, ejecutivos de negocios, familiares y celebridades.
Solo este 2024, ha estado en Las Vegas para el Super Bowl, en Madrid para un partido del Girona, China, Singapur, Arabia Saudita —donde su nuevo equipo de regatas de botes eléctricos perdió ante el de Tom Brady—, Abu Dabi, Doha, Brasil, Argentina, Davos, Francia y una serie de islas del Caribe.
Claure dijo que tiene US$4.000 millones en activos en su empresa privada, una cifra que incluye un nivel variable de deuda que declinó especificar. Con la ayuda de su director de inversiones, el exejecutivo de Key Square Group Diego Dayenoff, Claure ha apostado por numerosos sectores, como los bienes raíces, la tecnología y la moda.
Su inversión más notable es Shein, que se prepara para una OPI en EE.UU. pese a que enfrenta preocupaciones por supuestas violaciones de derechos de autor y abastecimiento de algodón de la región china de Sinkiang, que ha sido vinculada al trabajo forzado.
El otoño pasado compró una participación mayoritaria en una empresa de ingeniería australiana, Ausenco Ltd., junto con Eldridge, de Todd Boehly, para mejorar sus conocimientos sobre minería. Tiene un plan a largo plazo para extraer litio en Chile, Argentina y finalmente Bolivia. El país natal de Claure alberga la mayor concentración de recursos de litio del mundo, que actualmente están controlados por el Estado.
“Difícilmente en la historia del mundo ha habido un país que controle un tercio del producto básico más importante que impulsará la transición energética”, dijo. El Gobierno boliviano ha permitido que ciertas empresas privadas extranjeras se asocien con su minera estatal en el procesamiento y extracción, pero el metal aún no se ha producido en cantidades comerciales.
“Quiero asegurarme de que mi país utilice esos activos adecuadamente”, dijo Claure. Su sueño es que sus minas de litio abastezcan una gigafábrica de automóviles eléctricos en México o Brasil.
Apuestas en América Latina
Claure, que alguna vez dirigió el fondo de SoftBank para América Latina, ha seguido apostando por la región en su etapa en solitario. En junio fundó la firma de riesgo Bicycle Capital, centrada en América Latina, con el también exdiscípulo de SoftBank Shu Nyatta y el respaldo del fondo estatal de Abu Dabi, Mubadala. Además, compró en octubre una gran participación en la firma brasileña de inversiones EB Capital.
Compite —y en algunos casos se traslapa— con su antiguo empleador en lo que respecta a transacciones. Por ejemplo, tanto Bicycle como el fondo latinoamericano de SoftBank invirtieron en la startup brasileña Gympass. Al dejar SoftBank, Claure negoció recibir una parte de las ganancias netas de los fondos de América Latina. Al 31 de diciembre, el valor de mercado de su cartera era de US$6.300 millones frente a los US$6.000 millones de fines de septiembre.
El magnate dijo que Bicycle y el fondo de SoftBank colaboran en acuerdos y descartó la idea de que haya algún conflicto de intereses. “Sólo espero que les vaya muy bien”, señaló.
Claure calificó a Son como “un genio” en términos de ser visionario de tendencias que cambiarán el mundo, como la IA. Pero le irrita que los débiles rendimientos del Vision Fund hayan manchado el nombre de SoftBank a pesar de sus éxitos, muchos de los cuales —se apresura a señalar— se produjeron durante su dirección. Claure estuvo a punto de unirse al equipo directivo de Vision Fund en 2019, pero cambió de rumbo después de prolongados conflictos con el director ejecutivo Rajeev Misra. En su lugar, se centró en operaciones, como ayudar a dirigir Sprint, ARM Holdings Plc, Fortress Investment Group y SoFi Technologies Inc.
La primera tarea de Claure para Son fue darle un giro a Sprint, un rol que implicó llevar a la firma de telecomunicaciones a atravesar una maraña de preocupaciones regulatorias relacionadas con su fusión con T-Mobile en 2020. La experiencia reforzó sus credenciales en relaciones gubernamentales, que han resultado útiles con su papel para ayudar a la expansión global de Shein. También le proporcionó una participación en T-Mobile que ahora vale más de US$1.100 millones.
En un beneficio típico para los ejecutivos de SoftBank, la empresa prestó a Claure US$515 millones para comprar su participación. El préstamo vence en julio y Claure dijo que planea pagarlo en su totalidad. También debe a SoftBank US$196 millones por préstamos que recibió para comprar acciones de la empresa, según el informe anual de 2021 de la empresa con sede en Tokio.
En SoftBank, Claure era conocido como el encargado de operaciones, el que ejecutaba e implementaba. Ahora, precisamente lo que lo definió es lo que pretende evitar al manejar su family office.
“El tema recurrente es que en realidad no manejamos nada”, dijo Claure sobre sus inversiones en todo el mundo y en toda la industria. “Esta es la parte más exitosa de mi vida, cuando tengo el poder de hacer lo que quiero con quien quiera”.
--Con la colaboración de Tom Maloney, James Attwood y Sergio Mendoza.